Por Claudio Zlotnik
La crisis política también
tuvo como caja de resonancia al Banco Central. Ayer a la mañana,
con la tapa de los diarios reflejando la renuncia de Domingo Cavallo y
con la percepción de que similar desenlace transitaría Fernando
de la Rúa, hubo una dura discusión entre los directores
del Central, que incluyó a su presidente, Roque Maccarone. La controversia,
en torno de si debía declararse un feriado bancario y cambiario,
no hizo más que poner de manifiesto la interna política
dentro de la entidad rectora. Algunos miembros del Directorio quieren
que Maccarone, su segundo Mario Blejer y Felipe Murolo (vicepresidente
2º) se alejen de sus cargos. El denominador común de estos
funcionarios es que fueron designados durante la gestión de Cavallo,
cuando logró el desplazamiento de Pedro Pou. Finalmente, anoche
el Central resolvió un feriado cambiario y restricciones en la
operatoria de los bancos para hoy. Se podrán acreditar salarios
y jubilaciones pero sólo podrá retirarse dinero en efectivo
respetando los topes vigentes. También se permitirá pagar
los servicios públicos e impuestos. En aparente contradicción
con la crisis, en la Bolsa hubo fiesta: las acciones subieron 17,5 por
ciento. Los financistas despidieron a Cavallo y a De la Rúa con
la suba más importante en una década.
En el Banco Central, los sectores quedaron bien diferenciados: aquellos
funcionarios afines a la gestión de Cavallo y quienes ahora, tras
el alejamiento del mediterráneo, pretenden volver a que el
Central sea autárquico: en los últimos meses se reportó
cada medida al Gobierno y eso no puede seguir así, señaló
a Página/12 una alta fuente de la entidad. Entre los directores
que pretenden la salida de la cúpula del Central figuran Ricardo
Branda, Aldo Pignanelli, Roberto Reyna y el síndico Marcelo Griffi.
Ayer durante la tarde, una fuerte versión dio cuenta del inminente
alejamiento de la cúpula del Central. Pero, ante una consulta de
Página/12, aquélla fue desmentida por un vocero de la Presidencia
de la institución.
La interna política en el seno del Central, que había quedado
disimulada durante la administración de Cavallo, explotó
ayer durante la habitual reunión de Directorio de los jueves, mientras
la policía lanzaba su primer raid represivo en la Plaza de Mayo,
a 250 metros de allí. Según comentaron fuentes que presenciaron
el encuentro, la tensión se generó cuando el justicialista
Pignanelli le reclamó a viva voz a Maccarone que se resolviera
en forma urgente un feriado cambiario y bancario para ese mismo día
con el fin de preservar las reservas ante una posible corrida y
evitar destrozos en los bancos. La postura de Pignanelli fue acompañada
por otros directores. No obstante, la moción fue rechazada por
Maccarone provocando el enojo de quienes postularon la idea. Antes
de determinar si convenía o no el feriado, Maccarone esperó
las instrucciones de Chrystian Colombo. Eso nos disgustó mucho,
confió la fuente a este diario. Finalmente, en horas de la tarde,
parte del Directorio volvió a reunirse y determinó el feriado
bancario y cambiario para hoy.
Mientras tanto, en Sarmiento y 25 de Mayo, a pocas cuadras de la sede
del Central, estaban de fiesta. En el recinto bursátil, las acciones
terminaban la rueda con un alza del 17,5 por ciento. Pero semejante algarabía
no se relacionó con que los financistas hayan detectado, por fin,
la existencia de un círculo virtuoso, sino más bien todo
lo contrario. Los inversores están seguros de dos cosas: que en
la Argentina habrá una devaluación y que será complicado,
al menos en el corto plazo, recuperar los plazos fijos que quedaron atrapados
en el corralito. Por tal motivo, compran acciones con dinero que quedó
en los bancos buscando un refugio ante la eventual devaluación.
Algunos giran esos papeles hacia Nueva York, donde los venden a un precio
hasta un 35 por ciento menor con tal de hacerse de dólares billete.
No es casualidad que la acción de Pérez Companc haya sido
la que más subió, un 24,5 por ciento: la compañía
tiene asegurado su patrimonio frente a una depreciación de la moneda
ya que su principal activo es el petróleo, que se exporta a valor
dólar. El riesgo país, en cambio, reflejó los males
argentinos. Terminó en el record de 4469 puntos, con los bonos
cayendo un 5,3 por ciento en promedio.
EL
DESENLACE, SEGUN CALIFICADORAS
El default más anunciado
Cuando Fernando de la Rúa
todavía era presidente, pero todo hacía prever que a su
mandato le quedaban horas, la agencia calificadora de riesgo Fitch señaló
en un comunicado que es inminente un default amplio y desordenado
de Argentina. La cesación de pagos formal, que hasta su último
día la administración aliancista logró evitar aunque
están a la vista las consecuencias, ahora sería inevitable.
La agencia Moodys también advirtió sobre el creciente
riesgo de default.
La combinación de un incumplimiento desordenado y una devaluación
implica que los acreedores se verán forzados, en última
instancia, a perder al menos un 50 por ciento del valor nominal de sus
derechos ante el gobierno argentino, estimó Fitch. En las
filas de Eduardo Duhalde se estima que la quita en el capital de la deuda
rondará, efectivamente, el 50 por ciento. Prácticamente
todos los dirigentes que discuten sobre la conformación de un nuevo
gobierno sostienen que la reestructuración de la deuda, en términos
mucho más duros que lo que pretendía hacerlo Domingo Cavallo,
es impostergable.
Al igual que Fitch, Moodys indicó que la situación
argentina refleja no sólo la probabilidad de un incumplimiento
sino también de las agudas pérdidas sufridas por los inversores
cuando ocurra. La pérdida para los inversores será
muy grande, agregó Vincent Truglia, director gerente de Moodys.
En este punto continuó, también antes de que
se confirmara la renuncia de De la Rúa todas las opciones
de Argentina involucran un incumplimiento y una considerable depreciación
en el valor de los activos en dólares.
En rigor, desde hace tiempo que en las principales plazas financieras
internacionales descuentan que Argentina caería en default y habría
una quita en el capital. Eso mismo sostuvo el banco de inversión
JP Morgan, el mismo que mide el riesgo país, que ayer cerró
en su nuevo record de 4469 puntos.
OPINION
Por Raúl Dellatorre
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Como un niño
caprichoso
Alguna vez, tal cual fue contado en estas mismas páginas,
un estrecho colaborador de Domingo Cavallo comparó al hasta
anteayer ministro con un chico muy caprichoso. Para reforzar su
argumento de que Cavallo no estaba dispuesto a renunciar, su asistente
señaló que es como un chico que se empeña
en subirse y manejar un autito, y va a hacer lo imposible para lograrlo,
peleando con quien sea y echando mano a cualquier recurso; pero
cuando se sube, no habrá forma de bajarlo, porque jamás
aceptará que se terminó su turno y que debe cederle
el autito a otro chico: antes de eso, va a preferir romperlo para
que, después de él, no lo use nadie.
Aquella versión de la obstinación de Cavallo con conducir
la economía había sido formulada en una de las primeras
oleadas de rumores sobre su renuncia. Pasaron otras crisis, pasaron
los temblores y los tensos fines de semana que parecían ser
el último del ministro. Pero nunca como ayer, con las imágenes
de una ciudad destruida, herida, dolida, lacerada y bañada
en sangre, aquella otra imagen metafórica volvió a
la mente. Cavallo no renunció, sino que se resistió
a irse hasta el final, cuando el autito, o la economía, reventó
destruido bajo la presión de un esquema insostenible y la
reacción de una población que exteriorizó su
angustia acumulada.
Tozudo, Cavallo llevó la economía, o el autito, hasta
el borde del precipicio, y cuando aquella, o aquel, tomó
el último impulso, recién se bajó para observar
cómo se despeñaba. La carta de renuncia que le envió
a Fernando de la Rúa, difundida apenas horas antes de que
este último también se viera obligado a renunciar,
es una radiografía de esa forma de desempeño del reincidente
ex ministro. Querido amigo: los acontecimientos que son de
público conocimiento hacen que mi presencia en el gobierno,
lejos de ser una ayuda, se haya constituido en un obstáculo
para que usted pueda llevar adelante la importante misión
que le ha encomendado el pueblo argentino.
Tarde. El generoso gesto de sacar el obstáculo del camino
no podía servir para nada cuando el autito, la economía
y el país, ya estaban lanzados hacia el abismo. De la Rúa
no tuvo más que unas pocas horas para probar si podía
llevar adelante la importante misión encomendada
sin el obstáculo Cavallo. Y ya no pudo, claro. La suerte
estaba echada, el niño Cavallo se había obstinado
en no ceder el autito, y prefirió romperlo antes que ceder
el turno.
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