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DE LA RUA VOLVIO A LA CASA ROSADA
Papelón pos mortem

El ex presidente Fernando de la Rúa volvió ayer por la mañana a la Casa de Gobierno para recibir a Felipe González. Eludió su responsabilidad en la feroz represión que dejó 27 muertos. Apuntó contra el peronismo.

El ex presidente Fernando de la Rúa retornó por unas horas a la Rosada
y se despidió de su gente.

Por José Natanson

Hubo ayer una última e increíble aparición de Fernando de la Rúa en la Casa Rosada. Sin que nadie lo previera, el ex presidente llegó bien temprano desde Olivos, recogió papeles y volvió a saludar a algunos funcionarios. Antes de irse, pronunció una serie de declaraciones que no generaron un nuevo cacerolazo porque, a esta altura, eran pocos los que le prestaban atención.
“Se dictó el estado de sitio y debía actuar la ley. Yo no estaba al frente de eso”, dijo, consultado sobre la brutal represión.
“Son disposiciones que se aplican según la ley; la ley tiene prestablecido cómo se procede, de modo que no puedo señalar a nadie como responsable”, dijo cuando los cronistas insistieron sobre la responsabilidad.
Pidió que se reconozca su “lealtad, honestidad y profunda convicción de haber hecho lo que creía necesario” y sostuvo que la historia lo juzgará “en perspectiva desde las dificultades y decisiones tomadas”.
Respecto de su gestión, señaló que estuvo caracterizada por “situaciones donde en lo económico no cabían muchas opciones porque estábamos siempre bajo el signo de la urgencia o el peligro”.
Finalmente, insistió con la táctica de transferir la responsabilidad al PJ. “Creo que el justicialismo cometió un error al precipitar los tiempos y negar el apoyo que con la mayoría parlamentaria podía brindar para la continuidad institucional, pero de este modo resolvieron ejercer su poder. Precisábamos gobernabilidad, mostrar un país unido, en condiciones de tomar las decisiones necesarias”.
Las declaraciones del ex presidente, formuladas mientras abandonaba la Rosada aplaudido por un puñado de ex funcionarios, fueron una especie de remake del papelón del jueves: sin reconocer ni uno solo de sus errores, De la Rúa intentó responsabilizar al peronismo por su renuncia, en una reedición fallida de su vieja estrategia de colocarse como víctima.
Había llegado en helicóptero desde Olivos, con la excusa de que quería firmar el decreto para derogar el estado de sitio. En realidad, su objetivo era otro. “No quería que la última imagen fuera la huida en el helicóptero. Quiso cambiar eso, pero la verdad es que ya tarde”, aseguraba un funcionario que lo acompañó en su visita mañanera a la Rosada.
Después de firmar el decreto, De la Rúa se despidió de algunos ministros que se habían acercado a saludarlo y recibió a Felipe González. Fue otro acto fallido: el ex primer ministro español había llegado para relatar la experiencia española del Pacto de la Moncloa y conversar sobre el gobierno de unidad que, en la Argentina, nunca llegó a conformarse.
Mientras el ex presidente se-guía en la suya, dedicado definitivamente a sus propias cuestiones, los pocos funcionarios que quedaban hacían lo que podían.
El jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, conversó con Héctor Schiavoni, quien lo reemplazó interinamente en el cargo. Poco después de las 13.00 llegó Ramón Puerta, quien se reunió con Colombo. Fue una charla breve, a la que se sumaron otros nuevos funcionarios, como Miguel Angel Toma. Cuando concluyó, el ex jefe de Gabinete deslizó ante un ex asesor una conclusión básica: “En un momento pensé que había alguna chance de que armaran un gobierno transitorio de unidad, pero me queda claro que no. Vinieron por todo”.

Alelados

Con una velocidad que constrasta con los tiempos delarruistas, el PJ anunció ayer que el puntano Adolfo Rodríguez Saá asumirá hoy la presidencia, que se convocará a elecciones para el 2 de marzo y que se implementará el sistema de Ley de Lemas.
Aturdidos por la rapidez peronista, los radicales apenas atinaron a esgrimir argumentos formales. En una conferencia de prensa en el Congreso, el jefe de la UCR, Angel Rozas, el titular del bloque de diputados, Horacio Pernasetti, y el de senadores, Carlos Maestro, manifestaron su oposición a la decisión del peronismo de imponer la ley de lemas. “La rechazamos enérgicamente”, dijo Rozas. Sin embargo, el gobernador chaqueño sostuvo que apoyarán la designación de Rodríguez Saá como presidente provisional.
En realidad, los legisladores de la UCR no tienen ni voluntad política ni capacidad numérica para frenar la maniobra del PJ. “No tenemos legitimidad para oponernos seriamente. Ahora somos espectadores”, reconocía uno de ellos.
Más allá de los argumentos institucionales, la decisión del peronismo deja a la flamante oposición en el peor escenario posible. El objetivo de máxima era que el PJ, quizás a través de un una gestión de unidad, gobernara hasta 2003, cuando el ciclo institucional se reconstituiría. La fecha de los próximos comicios, dentro de poco más de dos meses, le impide a lo que queda de la Alianza regenerar una alternativa coherente para enfrentar al PJ. “Estamos en una situación pésima y sin tiempo para nada”, se quejaban anoche cerca de Raúl Alfonsín.
Para colmo, el nuevo sistema electoral, con el que el justicialismo resuelve su interna, los deja sin candidatos taquilleros frente a un peronismo imparable. Ayer sonaban Rozas y el senador Rodolfo Terragno como los únicos que podrían juntar algunos votos para una elección que todos dan por perdida. Misión imposible: los que se presenten no sólo deberán competir con los postulantes del PJ, que son unos cuantos y están y bien posiciones, sino también con Elisa Carrió.
Ajeno a estas evaluaciones, De la Rúa volvió de la Rosada a Olivos, donde se reunió con su familia para supervisar la mudanza. Apenas habló con algunos amigos. “¿Che, Juan Pablo, qué hacés que no venís a visitarme?”, le dijo por teléfono a Juan Pablo Baylac ayer por la tarde un De la Rúa golpeado, que ya empezó a sentir la soledad del llano.

 

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