Por Laura Vales
Rodríguez Saá
expresa lo peor del régimen en contra del cual se rebeló
la gente; obviamente vamos a votar en contra de su designación
como presidente, anticipó ayer Elisa Carrió cuando
se enteró de la resolución del PJ. El miércoles y
jueves, dice, siguió las protestas en la Plaza de Mayo maravillada;
Carrió se muestra convencida de que está naciendo un
nuevo país. Y no oculta qué lugar va a ocupar en las
elecciones anticipadas del 3 de marzo.
¿Qué postura va a llevar hoy el ARI a la asamblea
legislativa?
Junto a otros bloques de centroizquierda de diputados (el Frepaso
disidente, el Frente para el Cambio, el Polo Social y el Partido Socialista
Popular) acordamos una serie de principios. Creemos imprescindible que
la elección del presidente sea directa y que se lo elija para un
mandato de cuatro años.
¿Apoyan o rechazan la Ley de Lemas?
La rechazamos por inconstitucional. La Constitución establece
la elección directa del presidente y no habrá elección
directa si los votos de uno se acumulan a los de otro. Por eso todas las
provincias con ley de lemas tuvieron que reformar sus constituciones.
¿Por qué cree que el PJ quiere utilizar ese mecanismo?
Porque prima su ambición por el asalto al poder.
¿El ARI va a presentarse en las elecciones presidenciales?
Sí. Vamos a tratar de conformar una alianza social y política
que pueda mostrar una alternativa para refundar las instituciones republicanas,
para crear una nueva distribución del ingreso y para recuperar
los valores de la justicia.
¿A quiénes le gustaría sumar a ese frente?
Creo que es un proceso que se va a dar solo. Yo vengo diciendo que
estamos en un fin de régimen y en un parto doloroso para la construcción
de una nueva matriz; en la confluencia de esos principios se van a articular
los acuerdos. Lo que queremos es acordar con los emergentes políticos
y sociales de una sociedad nueva, de esa que se expresó en Plaza
de Mayo. Es decir que hay que articular con los que resistieron en las
ciudades, con las fuerzas vivas, con los sectores de centroizquierda,
pero no con las superestructuras ni con los dirigentes que ahora pretenden
reciclarse, cuando hasta ayer estaban avalando a Domingo Cavallo y aprobándole
las leyes que él pidió.
¿Qué hizo estos días? ¿Cómo siguió
las protestas y los saqueos?
Todos los de mi casa, todos los diputados del ARI y los chicos de
la oficina estuvieron en la marcha a la Plaza de Mayo. Yo me quedé
acá, las seguí desde casa; cuando me reclamaron que convoque
dije que no, que era la hora de la intervención del pueblo, que
eso dependía de un estado de conciencia colectiva. Pero la verdad
es que me sentí contentísima y maravillada porque a veces
nos sentimos muy solos en la lucha contra la corrupción y en la
lucha contra Cavallo... Cuando yo decía que Cavallo era un delincuente
y él me acusó de mentirosa, por ejemplo, muchos dudaron
de mí. El hecho de que el pueblo lo haya echado por robar y entregar
a la nación para mí es una satisfacción íntima.
¿Lo vive un poco como una reivindicación personal?
Sí, porque son los pueblos los que tienen que hacer estos
juicios mucho más que nosotros. Lo vivo casi como una reivindicación,
además, porque hubo una operación para esconder el trabajo
de la Comisión Investigadora del lavado, que en su informe final
mostró cómo se había fugado el dinero del país
y cómo se había establecido la matriz criminal. Nosotros
dimos incluso los números de cuenta por donde fugaban los bancos;
ahora esos bancos se tuvieron que apoderar de los fondos de los depositantes
porque habían sacado todo el dinero afuera. Por eso estoy convencida
de que este no es un problema de que quisieron tumbar a De la Rúa,
sino un problema de régimen. Hay un régimen que cae y vamos
a vivirtodavía momentos traumáticos. Hay un fuerte cuestionamiento
a quienes se robaron el país, que abarca no sólo a los actores
políticos sino a los económicos. La gente tiró piedras
contra los bancos; De la Rúa no puede salir a la calle, pero tampoco
puede hacerlo Escasany.
¿Cómo se recompone la relación entre la sociedad
y los políticos?
Creo que vamos a una nueva política. La gente no cuestiona
la política, sino una forma determinada de hacer política
que tiene que ver con el privilegio, con la falta de representación
de sus propios intereses. Los que salieron a la calle no están
cuestionando a la democracia, justamente lo sucedido es un acto de democracia
y de participación. Creo que el reclamo más profundo de
esta sociedad es la justicia, en todos los ámbitos: en la distribución
del ingreso, en la posibilidad de acceso al trabajo, en el sentido de
tus hijos puedan acceder a la escuela y tener trabajo. Justicia en sentido
de honradez, de respeto, de no humillación.
¿A usted cómo la están tratando?
Ayer me retaron por primera vez en seis años de política.
¿Qué le dijeron?
Que el cacerolazo era para todos, pero la verdad es que a mí
siempre me han diferenciado. Pero lo que me importa es que tengo la certeza
de que va a nacer una nueva nación.
¿Por qué esta vez habría de cambiar? Apostamos
muchas veces a que eso suceda.
Es cierto, pero no recuerdo que haya habido un grado de intervención
popular como hoy. Acá hay un basta que exige una renovación
muy profunda de todas las instituciones y así como algunos vinieron
por la república para llevarse puesta la nación creo que
también hay un pueblo que no va a parar hasta tanto no se construya
una república en serio y una democracia en serio.
¿Qué escenarios se pueden dar el 3 de marzo? ¿Cree,
por ejemplo, que puede resultar electo un presidente con un bajo caudal
de votos, con poca legitimidad política?
No. Creo que lo más importante es que la gente pueda confiar
en un presidente que pueda abrir un proceso constituyente, que pueda reformar
el poder legislativo, reformar el Estado y poner en comisión a
todos los jueces federales y principalmente a los de la Corte Suprema
de Justicia.
¿Se arrepintió de no haberse presentado en las elecciones
de octubre? Muchos creen que si lo hubiera hecho ahora estaría
mejor posicionada.
Yo no vivo del éxito. Nosotros nacimos como fuerza nacional
con el 10 por ciento, después de toda la campaña de destrucción
personal orquestada desde el establishment me pudo bajar 20 puntos, pero
me dejó siendo la persona con mejor imagen pública. Yo creo
que la verdad siempre gana, y el miércoles ganó la verdad.
También sabía que luchar contra la matriz criminal implica
que me golpeen. Ahora... yo estoy viva; Escasany, Pou y Cavallo están
muertos. Así que a esta pelea la ganamos; en la conciencia, que
es donde hay que ganar. En la plaza todo el mundo hablaba de los que se
robaron la nación y tenían perfectamente identificado quiénes
fueron. Yo estoy agradecida de todas las trompadas que sufrí si
esto sirvió para que se cree una conciencia colectiva distinta.
¿Ya decidió ser candidata?
Sí, voy a ser candidata a la presidencia.
Va a pelear contra el PJ como único contendiente.
Sí, va a ser una linda pelea. Ellos creen que van a ganar
y no nos ven. Es una maravilla.
¿Y por qué cree que puede ganar?
No hacemos especulaciones políticas. Tratamos de interpretar
lo que quiere el pueblo, y el pueblo quiere un presidente legitimado que
pueda impulsar transformaciones. Si no somos nosotros que sean otros;
no nos interesa perder o ganar, sino sostener un esquema de principios
a lo largodel tiempo. Si abrís camino para un país distinto,
ganar o perder no es lo importante.
¿Entonces?
Si cambia el régimen, no importa si una es presidente. Y
si no cambia, ¿a quién le interesa serlo? A mí, seguro
que no.
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