Por David Cufré
El Grupo Productivo presentó
ayer formalmente las bases de un plan económico para reemplazar
a la convertibilidad. Tal como anticipó Página/12, ese programa
se basa en la devaluación y pesificación, con reestructuración
de la deuda pública y privada. Todo esto, apuntalado con el aporte
de unos 15 mil millones de pesos por parte del FMI. José Ignacio
de Mendiguren, presidente de la Unión Industrial Argentina, está
operando velozmente para que la discusión sobre la economía
pos De la Rúa transite por aquellos carriles. Los contactos más
aceitados son con el duhaldismo, que se ubica en la misma sintonía.
La propuesta del GP cuenta, además, con el respaldo de sectores
políticos ahora alejados del poder, como el alfonsinismo y el Frepaso.
Mientras perduró el gobierno de la Alianza, estaba claro que antes
de la devaluación habría dolarización. El estallido
social sorprendió al tándem De la Rúa-Cavallo antes
de que pudieran tomar la decisión final. Ahora que todo cambió
de manera estrepitosa, el plan que parece generar el mayor consenso es
el de la devaluación. La UIA se apuró en poner sobre la
mesa un proyecto concreto sobre el cual discutir, antes de que los exponentes
de la ortodoxia económica (Ricardo López Murphy, Roque Fernández,
Carlos Rodríguez, Pedro Pou, Jorge Avila, Emilio Cárdenas,
Carlos Melconian, Miguel Angel Broda, Pablo Guidotti) reaparezcan en el
escenario de la confusión absoluta procurando insertar sus recetas.
Ese sector expresa y defiende los intereses de los ganadores del modelo:
privatizadas, bancos extranjeros y empresas monopólicas. El plan
del GP, por el contrario, presenta como principales beneficiarios a los
exportadores y a las compañías endeudadas en dólares.
Asalariados, ahorristas que quedaron atrapados en el sistema bancario,
AFJP y compañías petroleras son los mayores afectados por
la propuesta, que en un primer momento profundizaría la recesión,
aunque a mediano plazo los hombres de la UIA confían en que resultará
plenamente reactivante.
Esas conclusiones pueden extraerse de las siguientes medidas incluidas
en el plan:
Desdolarización o pesificación
total de la economía. Esto incluye: contratos entre particulares,
contratos financieros (créditos y depósitos) y contratos
con empresas privatizadas.
La devolución de los
depósitos se haría de manera gradual. Todo el dinero que
quedó en el corralito será devuelto en pesos,
pero sumando a la tasa de interés del depósito sea
en caja de ahorro, plazo fijo o cuenta corriente el nivel de la
inflación. De ese modo, se mantendría medianamente protegido
el poder de compra real en pesos.
Las deudas en dólares
con el sistema bancario local también se pasan a pesos. Y para
aquellas contraídas con el exterior habrá un sistema de
compensación. Las empresas podrán comprar dólares
al Banco Central para saldar esos pasivos en una cotización de
uno a uno. Para obtener los dólares con que realizar la operación,
se fijarán retenciones a las exportaciones energéticas.
Igualmente, se propone la renegociación
de la deuda pública con más de un año de gracia
en el pago de intereses y privada, para que no haya giro de divisas
al exterior.
Las tarifas de los servicios
públicos privatizados ya no estarán dolarizadas, pero se
indexarán en función de la inflación, al igual que
el resto de los contratos.
En cambio, los salarios de
los empleados públicos y jubilados no se indexan de ningún
modo. Por tanto, habrá una abrupta devaluación de su poder
de compra.
Para equilibrar las cuentas
fiscales, se contarán con los recursos que no se paguen de intereses
de la deuda y con la suspensión por 2 años de los aportes
a las AFJP. Los afiliados al sistema de capitalización pasarán
a aportar al Estado, que se compromete a devolver el dinero, con una tasadel
6 por ciento, al momento de cada jubilación. Además, se
reimplantan las contribuciones patronales a las privatizadas. Y habrá
una generalización de Ganancias, por lo que pasarán a pagar
el impuesto las rentas financieras.
Las medidas en favor de la
demanda son un seguro de empleo universal de 200 pesos y una baja de 5
puntos en la tasa del IVA.
No es una propuesta terminada, es para comenzar a debatir y perfeccionarla,
se defendió ayer De Mendiguren ante los cuestionamientos por el
impacto que la devaluación tendría en los asalariados. Ese
y demás aspectos del plan formarán parte de la discusión
sobre lo que vendrá en economía en las próximas semanas,
con cada sector defendiendo sus intereses.
Irregulares beneficios
A río revuelto, algunos pescadores intentan su ganancia.
Dicho de otro modo: en plena crisis institucional, algunos funcionarios
intentan sacar provecho. El 13 de diciembre, un decreto de Fernando
de la Rúa designó al frente del Organo Regulador del
Sistema Nacional de Aeropuertos a Oscar Bouzo, hombre de estrecha
relación con el secretario general de la Presidencia, Nicolás
Gallo. Pero el nombrado funcionario recién fue ayer al mediodía
a hacerse cargo, horas después de que renunciara el presidente
que lo designó y con el presunto afán de no perder
un puesto bien remunerado. La inoportuna irrupción del hombre
de radicalismo generó resistencia en los cuerpos gerenciales.
También en la Lotería Bonaerense se ha dado una situación
singular. Según fuentes gremiales, el presidente Gustavo
Costa firmó el ascenso de dos asesores que hasta ahora se
desempeñaban ad honorem, reconociéndoles el derecho
de cobrar un retroactivo de varios miles de dólares. Según
las mismas fuentes, también aprobó una costosa campaña
publicitaria ignorando la severa crisis económica del Instituto
Provincial de Loterías y Casinos, que no está pagando
los sueldos en fecha y tiene atrasos de hasta seis meses con sus
proveedores.
|
ULTIMOS
DATOS DEL NAUFRAGIO DELARRUISTA
Final de juego a todo trapo
Los resultados de la gestión
de Domingo Cavallo están bastante a la vista, pero el Indec entregó
ayer nuevas precisiones. En el tercer trimestre, cuando arrancó
el plan del Déficit Cero, la economía registró una
caída estrepitosa. El Producto Interno Bruto se contrajo 4,9 por
ciento respecto del tercer trimestre de 2000. El programa de ajuste fiscal
extremo fracasó en al menos dos aspectos. En primer lugar, porque
no se pudo conseguir el equilibrio fiscal, dado que el derrape de la recaudación
hizo inútil todo esfuerzo de reducción del gasto. Y, en
segundo término, porque una vez más quedó comprobado
que en estas circunstancias no existe tal cosa como un círculo
virtuoso de ajuste, caída de tasas de interés y mayor
producción que haga crecer la economía.
En nueve meses de 2001, la baja del PIB fue de 2,4 por ciento, luego de
retrocesos sucesivos de 2,0 por ciento en el primer trimestre, 0,2 en
el segundo y 4,9 en el tercero. Estimaciones privadas indican que en la
última parte del año la contracción rondaría
el 8 por ciento. Para 2002, antes del vuelco de la situación política
con el estallido social, el Fondo Monetario Internacional estimó
una caída del 1,5 por ciento. A esta altura, cuesta encontrar economistas
que arriesguen una proyección tan optimista como la
del FMI.
Ayer el Indec puntualizó que la baja del tercer trimestre fue de
3,7 por ciento en comparación con el segundo. Los sectores productores
de bienes fueron, otra vez, los más afectados por la política
económica. Tuvieron una caída de 5,5 por ciento contra el
tercer trimestre del año pasado. Y dentro de la producción,
el golpe más duro lo sufrieron los constructores, con un descenso
del 12,3 por ciento. En el caso de la industria, el retroceso fue menor,
pero igualmente severo: 7,1 por ciento. Los sectores productores de servicios,
en tanto, registraron una baja interanual del 4,6 por ciento.
Pese a que la política de ajuste tuvo como principal justificación
la necesidad de recrear un clima favorable a la inversión, ésta
se desplomó un 17,6 por ciento. En esa merma influyó el
retroceso del 9,4 por ciento de las inversiones en construcción
y del 29,6 por ciento en las que se efectúan en equipos durables
de producción. Los últimos datos que se conocieron de la
administración De la Rúa fueron catastróficos: el
desempleo llegó a 18,3 por ciento y el déficit fiscal, a
casi 900 millones de pesos solo en noviembre.
|