Por Julián
Gorodischer
En Crónica TV, el caos
social se extendía desde la Plaza de Mayo hasta el Obelisco; en
América y Azul el Argentinazo, desde el subtítulo,
devolvía a la tele palabras olvidadas como pueblo o resistencia.
En Canal 13, la sobriedad de María Laura Santillán y Juan
Miceli (al frente de la cobertura informativa) dieron paso, en la noche
del jueves, a un impasse en la crónica de la represión y
la caída del Gobierno. Mario Pergolini presentó CQC,
la vuelta, en una noche agitada que, al menos, lo eximiría
de la competencia con Marcelo Tinelli. Telefé había reemplazado
el anunciado último programa de 2001 de El show de Videomatch
por un debate, conducido por Juan Alberto Badía, sobre la renuncia
del presidente Fernando de la Rúa. Nos hemos preguntado si
esto valía la pena..., admitió el empresario y conductor
al comenzar el programa. Lo que se vio a continuación mezcló
una pizca de actualidad, con una adhesión al cacerolazo del miércoles,
y gran parte del material grabado la semana anterior en el Gran Rex. El
resto del programa fue un mazazo a la clase política, casi sin
distinciones. Nos reímos de quienes abusaron de nosotros,
dijo Pergolini, en la presentación en vivo, menos gracioso que
en el teatro.
Era una noche complicada la del jueves para intercambiar chistes con Domingo
Cavallo o hacer decir a Daniel Scioli bromas sobre su brazo ausente. Los
movileros, en las notas, se ensañaron empleando un mix entre violento
y cómplice, para el trato con Inés Pertiné, Eduardo
Duhalde e Irma Roy, entre otros. A los famosos, el palo de Andy Kusnetzoff
o Daniel Malnatti ya no los sorprendería desprevenidos: siempre
en sus caras, estuvo la sonrisa falsa e inamovible, de rigor, como si
conocieran el manual de estilo CQC, que se extendió
por el mundo y parece expresarles cada vez: No es nada personal,
es a los políticos a los que golpeamos..., a una clase.
Sólo Elisa Carrió les paró el carro: Por la
indignidad de tu pregunta, le dijo al cronista rápido, dejándolo
en silencio. Hubo un cambio fuerte entre el programa histórico
y el del retorno, que intentó resumir el 2001. Ni aun forzando
la mirada el programa pudo mostrar la fiesta decadente del menemismo que
le dio envión en los 90, ese fasto entre patético y divertido
que avaló la mirada suspicaz y el remate preciso. Lo había
dejado en claro Pergolini, antes de que el show comenzara: En este
país, han pasado muchas cosas. dijo. En los móviles,
ese cambio no terminaba de quedar en evidencia.
Era una noche complicada la del jueves para reír de la actualidad,
con la Plaza arrasada, 25 muertos en dos días y un presidente renunciando.
Por eso, también sobrevoló algo de obscenidad en la chanza
liviana a Inés Pertiné en el remate divertido para Domingo
Cavallo.
Cuando CQC, la vuelta se decidió a hablar de sí
mismo, a nombrarse desde el futuro y a ubicarse como objeto de su ironía,
aparecieron los mejores momentos de la emisión especial. Un programa
apócrifo (Escándalo) transmitió desde
el 2050 con un tal Alberto Menem Bolocco en la conducción (Fernando
Peña) y tres invitados especiales: los CQC envejecidos,
citados para recordar un ciclo que ya nadie tenía en mente. Hasta
el conductor de Escándalo confundió el nombre,
y también el de (Marcelo) Pergolini. Los CQC, en 2050, siguieron
aferrados a la escena del gaste (con Mirtha Legrand en un almuerzo ad
hoc, con el conductor de Escándalo), pero todo les
salió mal. De ustedes no se acuerda nadie, dijo Mirtha,
como parte de juego.
CQC, la vuelta siguió creciendo cuando Eduardo De la
Puente simuló un accidente y posterior operación reconstructiva,
y apareció devuelto al escenario con el aspecto de la travesti
Florencia de la Vega. Otra vez, cuando el programa o sus integrantes se
volcaron a la puesta en ridículode su propia persona o de su ciclo,
cuando se disipó esa posición superior, un poco gastada,
con la cual rieron de la picaresca de la política del país,
el aire fue renovado.
El resto fue la especialidad de la casa: los movileros en busca de la
frase de alto impacto, la que luego levantaría Crónica TV
o generaría el comentario: Mirá lo que consiguieron.
Andy le hizo decir a Pelé que es apenas el segundo jugador
mejor del mundo, pero perdió ante él en velocidad
y simpatía. Malnatti logró una confesión desoladora
de Irma Roy sobre su sueldo y jubilación simultáneas: Los
tuve que renunciar. Andy, poco antes, obtenía la más
contundente entre esas frases-trofeo que CQC siempre se ocupó
de levantar como emblema. Espero que a ustedes les vaya mejor que
a mí, le decía, como sin darse cuenta, el ex ministro
Domingo Cavallo.
Vino después un resumen de 10 grandes momentos de la televisión
este año. Queda claro: en el último tiempo nada parece más
eficaz para el.show que la tele que habla y ríe de sí misma.
Se sucedieron: Nico Repetto en riña con Diego Maradona, Cecilia
Bolocco haciéndose la Betty, la fea, Paola Krum quejándose
de un pene chiquito en una escena calcada de una de una serie estadounidense
cuatro años antes y Juan José Camero en estado de plena
ebriedad en Reality reality y el cambalache fue completo:
un enorme circo de variada procedencia que recluta en la tele como en
la vida, en la política como el espectáculo.
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