Por Mariano Blejman
De Miriam Lewin podría
decirse que lleva en la sangre ese peligroso oficio de contar. La producción
de Telenoche Investiga, uno de los éxitos de la temporada
que termina, había realizado un informe que iba a salir el miércoles
por la noche. Sin embargo, con la sucesión de los cambios en la
Argentina, el programa de Canal 13 fue reemplazado a último momento,
y Lewin salió a la calle en su condición de cronista avezada,
para comenzar a reportar sobre los dos días que cambiaron la historia.
De la experiencia que vivió el país durante las últimas
72 horas, la periodista saca en limpio, entre otras cosas, el fuerte poder
de la televisión, que para todo el mundo fue una fuerza movilizadora.
Si la realidad puede ser un infierno, la televisión puede ser espejo
de ese infierno.
Ese infierno, por otra parte, se llama un libro que acaba de editarse,
recopilando conversaciones de cuatro mujeres secuestradas en la ESMA.
Lewin es una de ellas. En ese centro de detención la hoy notera
estrella participó del Staff de secuestrados que fueron
obligados a trabajar para el genocida Emilio Massera, quien tenía
bajo su ala el manejo de Canal 13. Lewin confiesa que hubiera hecho lo
imposible por tener una cámara oculta en ese infierno. Pero lo
piensa bien y agrega: Es un imposible: la cámara oculta es
hija de la democracia. Sin embargo, para ella, su trabajo en Telenoche
Investiga es una forma de militancia, un modo de ayudar a que la
sociedad mejore.
¿Cuál cree que fue el rol de la TV en la protesta
social que terminó con el gobierno de De la Rúa?
Durante el primer día escuché demasiadas voces de
la televisión condenatorias en contra de saqueos. El segundo día,
cuando salió la clase media, el discurso de esos comunicadores
dio vuelta. Lo que demuestra cuán lejos están los conductores
de televisión de lo que pasa. Cuando salieron los marginados, eran
hordas saqueadoras. Cuando salió la clase media, ya fue más
aceptable.
El rol de la televisión fue fundamental teniendo en cuenta
que la gente salió a la calle después de ver el discurso
del ex presidente.
La TV fue un disparador de las movilizaciones. Mucha gente que llegaba
a la plaza decía: Vi por la TV que había gente acá
y vine.
¿Cuál fue, al respecto, el rol de Telenoche
Investiga?
Reflejamos lo que estaba pasando. La gente tomó su destino
en sus propias manos. Por eso el miércoles no salimos con la información
que teníamos sino que hicimos un programa que reflejaba un país
en ebullición. Hubo móviles en la ciudad. La protagonista
era la gente.
¿Por qué dice que la cámara oculta es hija
de la democracia?
Durante la dictadura, cada canal pertenecía a una fuerza
diferente. De hecho, el 13 pertenecía a la Marina, y desde la ESMA
se enviaban editoriales textuales, escritos por secuestrados, que leía
Sergio Villarruel. Se imagina que la libertad de expresión era...
un poco limitada. Una cámara oculta no pasaba un operativo de palpar
armas, tampoco pasaba la tortura, porque te desnudaba y te ataban. Se
podría haber registrado y esto haciendo siempre ficción
la brutalidad de un allanamiento, hasta que la encontraran y la destruyeran.
En este ambiente de violencia era imposible.
¿No existe una especie de tendencia a mostrar cosas con la
certeza de que se queda en catarsis, que las cosas de fondo no cambian?
La gente se alivia cuando ve lo que sucede. Sin esa sensación
de reivindicación, no nos verían tanto. Además, hay
una gran cantidad de gente que usa Telenoche Investiga para
extorsionar o presionar por su cuenta. El otro día me llamó
el jefe de una telefónica diciéndome: Un hombre dice
que tiene un video con un teléfono público que nodevuelve
las monedas. Dice que lo van a poner al aire. Y yo le contesté:
Discúlpeme, ¿cree que vamos a poner al aire un video
con un teléfono público que no devuelve las monedas?.
¿Cómo manejan su trabajo sabiendo que el canal vive
de sus anunciantes?
Nos movimos con un nivel altísimo de libertad. Elegimos temas
que afectan a mucha gente, o que son una señal de alarma en una
disfunción social.
Cuando investiga, ¿no existe una cierta revancha personal?
Nuestro objetivo es, en cierta forma, modificar un área de
la sociedad, aunque sea mínima, que genera dolor o injusticia.
Por tanto, me es imposible no hacer un paralelismo con los 70. Antes
éramos grupos detrás de un objetivo con medios equivocados
o no que pretendíamos mejorar la sociedad. Ahora, la responsabilidad
en el periodismo, iluminando rincones oscuros, es alta. De algún
modo contribuimos a que la realidad sea más soportable. Después
de las investigaciones, alguna porción de la realidad mejora, aunque
sea un poco.
En general, pero no en particular...
Bueno, ahí tiene el caso de Ramini (Papito):
entraron por una puerta y salieron por la otra. Pagaron mucho en abogados
y consultoras. Sólo logramos que tuvieran una exposición
que no tenían. Pero la Justicia no hizo nada. Nuestra obligación
no es producir pruebas sino documentos periodísticos. Tratamos
a contribuir a que la Justicia esclarezca un caso. Por supuesto, me produce
una profunda decepción. Ocupamos un rol de justicieros porque existe
una demanda social. Si usted escuchara las cintas con denunciantes, la
gente vive en una desesperanza profunda. Pero a nosotros, que nos llama
todo el mundo, cuando tenemos problemas, ¿a quién llamamos?
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