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ENTREVISTA A RAUL BRAMBILLA, DIRECTOR SALIENTE DEL TEATRO CERVANTES
“Me voy con la conciencia tranquila”

El funcionario cuenta en qué condiciones deja el teatro, que depende de la Nación y sufre una serie de graves problemas presupuestarios. �Creo que pudimos recuperarlo, al menos en algunos aspectos�, dice.

Dato: �Hasta hoy logramos que ingrese el 70 por ciento del presupuesto que nos otorgaron, pero hubo que �remar�. Ayudó que la gente de la cultura se movilizara�.

El director dice que la actividad
del Cervantes es viable.

Por Hilda Cabrera

Sin que mediara comunicación previa alguna, esperada luego de que en octubre de este año le recordó a Cultura que su designación al frente del Teatro Nacional Cervantes llegaba a su término este 31 de diciembre, el director Raúl Brambilla recibió pocos días atrás la noticia de que lo habían removido de la función que ocupaba desde enero de 2000. “Me lo comunicó por teléfono Alejandro Capato, del área de coordinación de la Secretaría de Cultura de la Nación”, cuenta el teatrista cordobés. “Le pedí una notificación por escrito, que me enviaron, pero sin opinar sobre mi trabajo, salvo que se tome como crítica la frase de que ‘el cambio apunta primordialmente a favorecer el recambio y la implementación de nuevas propuestas’”. La Secretaría hizo trascender luego que designaría allí a Daniel Larriqueta. Todo eso es historia, se supone, desde que el jueves por la noche renunció el presidente Fernando de la Rúa.
–¿Discutieron su gestión o le preguntaron qué planes tenía para 2002?
–En absoluto. Cuando asumí me dijeron que el Cervantes era mi proyecto, y lo llevé adelante sin recibir nunca observación alguna.
Brambilla, lejano familiar de De la Rúa, no tuvo oportunidad de hablar con el ahora ex ministro de Turismo, Cultura y Deportes, Hernán Lombardi. “La incomunicación con mis superiores fue total”, cuenta en una entrevista con Página/12. “Por eso preparé un detallado informe sobre mi gestión, que demoré en dar a conocer por esta enorme crisis que vive el país.” El jueves 27, en el Cervantes, según confirmó ayer, hará público el informe sobre el conflictivo presente del Teatro, acosado desde hace años por graves problemas presupuestarios.
–¿Qué faltó en su gestión?
–Fundamentalmente, el diálogo constante entre todos los organismos de Cultura, que debiera intensificarse en tiempos de crisis profunda.
–¿Cómo influyeron en su gestión los recortes de Economía?
–Eso hay que aclararlo, porque después todo se mezcla. Cuando asumí, el presupuesto acordado al Cervantes era de 3,4 millones (el 2,8 por ciento del total destinado a Cultura). Si bien sigo pensando que es escaso para un teatro con proyección nacional, es sin embargo viable. Por eso durante el 2000 no tuvimos demasiados problemas. La situación se agravó en el 2001, y no sólo fue conflictiva en el último trimestre. Las remesas acordadas no ingresaron nunca en su totalidad, y la angustia fue en aumento. Como director no encontré respuestas claras, ni en Cultura ni en Economía. Esta batalla, que se reiteraba ante cada remesa, se llevaba casi toda nuestra energía.
–El desgaste no es entonces sólo por los recortes sino por el incumplimiento...
–Hasta hoy logramos que ingrese el 70 por ciento del presupuesto que nos otorgaron pero hubo que remar mucho. Ayudó que la gente de la cultura se movilizara. Es impresionante la energía que hay que poner día a día para que en Economía entiendan mínimamente qué significa un teatro nacional y cómo se produce una obra. Durante mi gestión tuve que canalizar un mismo problema en diez lugares a la vez, porque recibíamos indistintamente instrucciones del Gabinete, de la secretaría de Cultura y de Economía. Eso era realmente enloquecedor.
–¿Había armado la programación para 2002?
–Naturalmente. En octubre, cuando les recordé que mi designación finalizaba el 31 de diciembre, y que era prorrogable, había acordado ya varios proyectos. Tengo entrenamiento en entidades oficiales, en las que trabajé desde los 20 años, y sé que requieren tiempo. En Venezuela fui director residente de la Fundación Rajatabla y director artístico del Teatro Juvenil Nacional, y en Córdoba, director de la Comedia Cordobesa.La continuidad del Cervantes depende de una decisión política y de la idea que tenga Cultura sobre lo que desea para este teatro.
–¿Qué pasó con su plan?
–Mi plan era a largo plazo, porque soy de los que creen que la cultura no se hace de un día para otro. El problema mayor que tenemos en la Argentina es la falta de una infraestructura que sostenga el trabajo diario de la cultura. Necesitamos bases sólidas para poder desarrollarnos y no tener que comenzar siempre desde cero. Otra propuesta mía fue federalizar. Esto es fundamental para quienes ven el teatro desde el interior.
–¿En qué situación queda el personal del Cervantes?
–El teatro cuenta con personal de planta permanente, transitoria y contratados. Hasta ahora se desconoce el presupuesto para todo el personal (alrededor de 120). Renové los contratos hasta el 31 de diciembre, que es cuando termina mi designación. Después, éstos quedarán en manos del que me suceda. El tema del personal es muy complejo, porque la gente está mal distribuida y sujeta a normas que no son las adecuadas al funcionamiento de un teatro, donde se trabaja sábado y domingo, por ejemplo.
–¿Qué logró en estos dos años de gestión?
–Plantear una nueva estructura para el Cervantes, pero nada más, porque mi propuesta no entró ni siquiera en una etapa de discusión. La programación de un teatro es la punta de un iceberg, donde entran leyes y regulaciones, formas de ejecutar un presupuesto, que en el caso del Cervantes requiere ser revisado de modo completo.
–¿Cuál es su balance?
–No podría decir que estoy contento de mi gestión, porque la Argentina vive situaciones desesperantes, pero sí que me voy con la conciencia tranquila: trabajamos a full, y prestándole siempre atención a cada uno de los problemas del Cervantes. Más allá de la suerte que corrió cada espectáculo, creo que pudimos recuperar el teatro, al menos en algunos aspectos. Respetamos los contratos de trabajo, mejoramos el sistema eléctrico y la circulación de aire, y hasta destapamos cloacas. La experiencia ha sido para mí muy dura. Como contrapartida, he encontrado gente maravillosa.

 

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