Por Javier Lorca
Por primera vez desde el regreso
de la democracia, Franja Morada está al borde de perder la conducción
de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA). El triunfo
opositor depende de si las agrupaciones de izquierda y las independientes
logran consensuar un frente común. El punto de la discordia entre
ellas consiste en que las primeras quieren una presidencia compartida
(seis meses para cada sector) y las segundas pretenden retener el cargo
todo el año y dejarle la vicepresidencia a la izquierda. Mientras
aun cuando reconoce que dejó de ser hegemónica
Franja no da por perdida la conducción de la federación
y apuesta a reconstruir parte de la diluida Alianza.
La junta representativa de la FUBA se reunió el martes a la noche
y definió que el congreso para elegir las autoridades de la federación
durante el 2002 sea en la sede Parque Centenario de la Facultad de Ciencias
Sociales, el sábado (siempre y cuando la crisis que está
atravesando el país lo permita). El congreso se conforma con 130
delegados: 65 representan a los centros estudiantiles de las trece facultades
(cinco por cada uno) y otros 65 corresponden a las distintas agrupaciones,
según la cantidad de votos cosechados. Para sesionar, es necesario
un quórum mínimo de 66 delegados. Si bien el dato no se
conoce hasta después de la acreditación de los delegados
el mismo día del congreso, los cálculos preliminares
indican que Franja reunirá entre 30 y 40. Los independientes y
la izquierda tendrán poco más de 30 delegados por sector.
Además, el MNR (PSP) tendrá unos 12 y, entre agrupaciones
como la JUP, el LAI, EUBA y el PTS habrá otros 12 o 13 votos.
El bloque opositor a la Franja está dividido en dos. Por un lado,
trabaja en conjunto el sector hegemonizado por las agrupaciones independientes:
TNT, FANA, EVET, El Mate, CEUP (la Mariátegui y la Cooke), NBI,
Punta del Iceberg, SLM!, El Colectivo (Alternativa Agronómica,
El Gradiente, Frente de los Estudiantes, LEI), La Grieta, la Venceremos,
Pyre, La Revuelta, La Red, AMBO, GES. El otro bloque está integrado
por la CEPA, el MST, el PO y el Frente Amplio de Estudiantes Populares
(Felipe Vallese, El Agite y la Kusch). Los mismos grupos lograron un acuerdo
el año pasado que les permitió obtener la secretaría
general de la federación.
La oposición va a acordar estimó Hernán
Ons, de El Colectivo. Estamos armando un acuerdo programático
para dejar de pensar a la FUBA como una espacio manejado por una agrupación.
Como ninguna va a tener hegemonía, apostamos a armar un frente
sólido para que la federación sea manejada por una mesa
política integrada por todas las agrupaciones. La pretensión
de este sector es que la presidencia de la FUBA quede para un militante
del TNT y la vice, para la un dirigente de izquierda, seguramente de la
CEPA. Rodolfo Kempf, de esa última agrupación, destacó
que dentro de la oposición hay un consenso global para defender
la educación pública y gratuita, reclamar más presupuesto
para becas y sueldos docentes, entre otras cosas. Lo que no
está cerrando es el tema de las listas admitió.
Nosotros impulsamos la presidencia compartida para construir una nueva
forma de conducir, buscando una verdadera síntesis entre las diferentes
fuerzas. Las negociaciones seguirán hasta el mismo sábado.
Paralelamente, los universitarios radicales no se dan por derrotados y
creen que podrán conservar la federación que conducen ininterrumpidamente
desde 1983. Franja Morada sigue siendo claramente la primera minoría.
Dejamos de ser hegemonía, pero conducimos cinco centros de estudiantes.
El resto de las fuerzas no forma un bloque único y, por separado,
tienen la mitad de los delegados de Franja, dijo Oscar Zoppi (Franja),
actual presidente de la FUBA. Estamos bien posicionados siguió.
Estamos hablando con las agrupaciones que estaban en la Alianza para armar
unfrente que combata los ajustes y los ataques a la universidad.
Pese a esas expectativas, el MNR, la única agrupación que
podría equilibrar la balanza, se presentaría por separado,
sin aliarse con nadie.
OPINION
Por Alberto Kornblihtt *
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¿Universidad o enseñadero?
La universidad debe cumplir el papel de producir conocimiento,
como una de las actividades esenciales. Esto implica no sólo
una gran actividad en investigación, sino el desarrollo de
la educación basada en el pensamiento crítico, el
lugar desde donde se piensa la autonomía política
y cultural de una sociedad. A una institución educativa que
no cumpla estos requisitos, que carezca de investigación
científica, que no tenga infraestructura, becas y subsidios
para la investigación, no puede aplicársele más
término que el de enseñadero. Otra característica
de la universidad pública, y que está vedada a los
enseñaderos privados, es la de ser un centro de discusión
de ideas y de cuestionamiento constante del sistema, no importa
cuál sea éste; implica promover el debate ideológico,
desestabilizador, motor esencial de toda transformación social.
La educación superior es un gran negocio en el modelo económico
neoliberal: sus dueños no tienen más armas para luchar
contra la universidad pública que el ataque y el incesante
intento por desprestigiarla. Ella compite con garra: es buena y
es gratuita. Y es, por eso mismo, mucho mejor que los enseñaderos
privados. Al fin y al cabo, en la Argentina, las únicas
universidades son las públicas. A pesar de ello, en
los últimos 10 años avanzó enormemente la idea
de que la universidad debe prestar servicios, ser un sujeto entre
la oferta y la demanda. La universidad debe seguir siendo
gratuita porque es un lugar que la sociedad debe mantener apartado
de las transacciones, de los contratos de utilidad. La gratuidad
expresa la voluntad, social y colectiva, de mantener ese lugar fuera
del pago de servicios, dice Horacio González. Pensar
a la universidad como una entidad pública parece ser, hoy,
un razonamiento utópico: la universidad está siempre
en la mira, como un lugar parasitario, quizá porque para
la dirigencia político-económica del país la
producción de saberes y sentidos no tenga, precisamente,
sentido. Los argumentos utilitarios sobre la capacidad de la universidad
para generar sus propios recursos y autofinanciarse muestran cómo
la educación pública es, para el Estado, un gasto
innecesario. Con todo, la universidad es un lugar que congrega,
año tras año, a muchos miles de estudiantes y es,
por lo tanto, un lugar de poder, un lugar de control y, en tanto
multitudinario, un espacio de libertad. Suficientes razones el
conocimiento, la libertad como para luchar y defender.
* Profesor de la UBA.
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