Por
Laura Vales
La
decisión de suprimir el Ministerio de Educación (y su reemplazo
por un área de coordinación con las gobernaciones)
generó el rechazo unánime de los principales gremios docentes.
Sin ministerio la desigualdad educativa que existe en las provincias
va a profundizarse aún más, advirtió ayer el
secretario adjunto de la Ctera, Hugo Yasky. El dirigente anticipó
que los maestros solicitarán una entrevista con Adolfo Rodríguez
Saá para pedirle que revea la medida.
¿Lo sorprendió?
Es una decisión que se contradice con el espíritu
de la mayoría de los anuncios que hizo el Gobierno; consideramos
que así se está renunciando a tener una política
de Estado que asegure la igualdad educativa. El Estado se desresponsabiliza
como garante de la igualdad de oportunidades y del derecho a la educación.
¿Cómo se fue dando en los últimos años
este proceso en el que el Estado se desentiende cada vez más de
la educación?
Es un camino que se inició durante la dictadura, en 1978,
cuando transfirieron las escuelas primarias de la Nación a las
provincias; José Alfredo Martínez de Hoz firmó el
decreto. Después, entre el 91 y el 92, Domingo Cavallo
provincializó las escuelas secundarias. Y ahora en Buenos Aires
está el proyecto de Ruckauf para municipalizar la educación.
Fíjese que con el mismo criterio con que hoy se descubre
que el Ministerio de Educación está de más porque
el sistema está provincializado, podría pasar que dentro
de dos años se descubra que el Ministerio de Educación
de cada provincia sobra porque el sistema está municipalizado.
¿Cuál cree que es el motor de estos cambios?
Si uno lee los documentos del Banco Mundial, está claro que
desde allí se vienen propiciando para los países deudores
políticas de descentralización, con las que progresivamente
tanto el Estado nacional como los provinciales se desentienden de la obligación
de brindar educación. Esa presión lleva más de una
década; el punto de máxima del neoliberalismo es que la
educación es responsabilidad de cada familia.
¿Recuerda qué fueron argumentado los distintos gobiernos
en cada escalón de ese camino?
Todos los traspasos estuvieron vinculados a recortes en el presupuesto
educativo, siempre se dieron razones economicistas y les tocó a
los ministros de Educación ponerle un barniz al asunto. Y en general
lo hicieron diciendo que de esa manera la escuela se haría cargo
de las realidades de cada región, o que habría menos burocracia.
¿Cuál es el temor de los docentes? ¿Qué
podría pasar en el corto plazo con la desaparición del ministerio?
En principio implicaría que los vagones de la educación
se desenganchen y desaparezca la locomotora, aquello que por lo menos
tracciona hacia un piso de igualdad. Se profundizaría la desigualdad
entre las provincias y se fragmentaría el sistema educativo; en
realidad el sistema ya está fragmentado, pero llegaríamos
a un punto de no retorno, porque todavía podemos pugnar para que
el Ministerio de Educación de la Nación recupere parte del
papel que tuvo en otros tiempos, pero una vez que sea eliminado la batalla
va a estar perdida.
¿Qué va a hacer la Ctera?
Pedir una entrevista con el Presidente de la Nación. Esta
decisión está siendo tomada por un gobierno de transición
que tiene un lapso muy acotado y nos parece absolutamente desproporcionada.
¿Qué va a pasar con la Carpa Blanca?
La Carpa Blanca no se volvió a instalar porque toda esta
tormenta que arrasó con lo quedaba del gobierno de la Alianza se
veía venir. De todas maneras estamos ante un escenario muy distinto:
la Carpa pertenece a otro siglo y la decisión para reinstalarla
es parte de otro país. Creo que los docentes no podemos ni quedarnos
en piñón fijo ni obnubilarnos con eltenor progresista que
tienen varios de los anuncios, porque evidentemente la decisión
de eliminar el ministerio tiene toda la impronta de las recetas neoliberales.
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