Por
F. Y.
La
consagración de Adolfo Rodríguez Saá como el sucesor
del renunciado Fernando de la Rúa se logró tras una extenuante
Asamblea Legislativa de 12 horas. Pero todavía más intensas
y extensas fueron las negociaciones para conseguir las voluntades necesarias
para aprobar el paquete que impulsó el PJ y que incluía
el llamado a elecciones con el sistema de lemas.
La sesión encontró al PJ con serios problemas internos para
ordenar la tropa detrás del paquete que habían acordado
el viernes por la noche los gobernadores justicialistas. Ese paquete incluía
el llamado a elecciones presidenciales en marzo próximo con ley
de lemas.
Mientras los representantes del radicalismo, el ARI, el Frepaso y algunos
provinciales desgranaban todo tipo de argumentos para cuestionar las facultades
de la Asamblea Legislativa para avanzar más allá de la elección
del presidente. En los pasillos, en los despachos, las negociaciones eran
febriles debido a que el PJ tenía un as para contrarrestar la embestida
opositora (ver recuadro).
El jefe del bloque de senadores, José Luis Gioja, y el presidente
de la Cámara baja, Eduardo Camaño, encabezaron las negociaciones.
El alineamiento de la propia tropa fue medianamente sencillo. La incorporación
de menemistas en el gabinete alcanzó para serenar los ánimos
de los seguidores del ex presidente.
El segundo objetivo fue quebrar el bloque provincial. No les fue difícil,
aunque este grupo había anunciado estar unido en contra de la intención
oficialista. Los operadores del PJ lograron introducir una cuña
en este bloque al tentar al bussismo. Fuentes parlamentarias aseguraron
que Ricardo Bussi, el hijo del genocida Antonio Bussi, ocupará
a cambio del explícito apoyo al paquete del PJ un puesto
en el Consejo de la Magistratura. Enterada, Elisa Carrió avisó
que lo denunciaría por vender su voto a cambio de una prebenda.
Los cavallistas, en cambio, fueron menos pretenciosos. Sólo pidieron
protección para Domingo Cavallo. Y el PJ cumplió.
Durante la extensa sesión ninguno de los oradores del oficialismo
pronunció siquiera el nombre del padre de la convertibilidad. Nobleza
obliga, cuando se aprobó la postulación de Rodríguez
Saá, el diputado cavallista Guillermo Alchourón se desplazó
veloz entre los estrechísimos pasillos de las bancas para terminar
fundiéndose en un abrazo con Roggero.
Las operaciones fueron seguidas de cerca por el gobernador puntano, quien
permaneció buena parte de la noche en el amplísimo despacho
de Gioja en el Congreso, acompañado del gobernador y vice fueguinos,
Carlos Manfredotti y Eduardo Gallo. Los mensajeros fueron y vinieron durante
toda la noche con mejores y peores noticias. A las siete de la mañana,
el PJ ya tenía los votos necesarios, que incluyeron al bloque de
Unidad Bonaerense de Luis Patti, el bloquismo sanjuanino y el Partido
Nuevo correntino.
Entonces, el senador cordobés Juan Carlos Maqueda recibió
la señal para terminar la sesión y pasar a votar. A las
8.30 ya estaba todo listo para el llamado. Los miembros de la guardia
de honor policial, que durmieron amontonados en los pocos sillones del
Congreso, intentaban parecer frescos y se ubicaban lado a lado en la larga
alfombra roja. Uno a uno los legisladores fueron votando. La oposición
intentó que el PJ abriera el paquete que a esta altura de
la mañana ya denominaban núcleo de coincidencias
básicas, como aquel que se votó en la constituyente
de 1994. Pretendían dividirlo en tres puntos para votarlos por
separado. Es decir, presidente, convocatoria electoral y, por último,
ley de lemas.
Carrió se opuso al paquete impulsado por el PJ porque consideró
que el candidato carece de idoneidad moral y calificó
al sistema de lemas de inconstitucional. El radicalismo reconoció
el derecho del PJ a designar al sucesor, pero advirtieron que se oponían
a convocar nuevamente a elecciones porque sería introducir
un nuevo elemento conflictivo en medio de la crisis, dijo el radical
Horacio Pernaseti. Humberto Roggero cerró la lista de oradores.
Con un vibrante discurso advirtió que el PJ no se siente
contento por la responsabilidad que debe asumir y si hay otra
fuerza que quiera hacerse cargo del gobierno, el peronismo le cede el
lugar.
Luego pasaron a votar. El puntano obtuvo 169 votos positivos de los 329
legisladores que componen ambas Cámaras. En contra, se expresaron
138. Con los resultados en sus manos, Maqueda invitó a Rodríguez
Saá a ingresar. Desde los palcos, bajó entonces una fuerte
ovación. Nadie acató el pedido de la diputada del Frente
por el Cambio, Alicia Castro, quien dijo que la designación de
un nuevo presidente se produjo fruto de una rebelión que costó
la vida a 27 argentinos y que por ello, hay muy poco por festejar.
Truquito
cosecha 1868
Por
F. Y.
Un
colegio y una calle fueron las herramientas que utilizó el
justicialismo para conseguir los votos necesarios para modificar
la ley electoral sin la cantidad de voluntades que exige la Constitución
Nacional. Un colegio y una calle fueron los que le permitieron ungir
a Adolfo Rodríguez Saá y la ley de lemas con la que,
en teoría, se elegirá presidente el próximo
3 de marzo.
Mariano Acosta y Valentín Alsina, legisladores en el lejano
1868, firmaron el reglamento con el que funcionó la asamblea
legislativa de ese año. Allí, redactaron un artículo
donde se especificó que la ley que se debatía la
420 y medio se aprobara con la mitad más uno de la
mayoría absoluta de los legisladores presentes en el recinto.
Nadie o casi nadie recuerda cuál fue la razón por
la que se escribió ese artículo. De hecho, casi nadie
sabía que existiera. Pero algún memorioso la recuperó
del archivo y la trajo para salir del atolladero. Pues bien, si
no se conseguían los 164 votos positivos que exige la Constitución
para reformar la ley electoral, la triquiñuela permitiría
puentear el problema.
Pero las intensas negociaciones nocturnas resultaron más
que exitosas y minimizaron los beneficios del centenario reglamento
que ayer funcionó. Tras una extenuante votación nominal,
el PJ consiguió 169 votos positivos, cinco más de
los que necesitaban.
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De
qué se hablaba
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Sensibilidad
social. A las cuatro de la mañana le llegó el turno
para hablar a la diputada por Izquierda Unida, Patricia Walsh. La
legisladora repasó la lista de los muertos que produjo la represión
policial del miércoles y jueves pasado. La enumeración
provocó un silencio casi total. No lo fue porque, unas bancas
más allá, la también diputada Irma Roy le graficaba
a la legisladora Silvia Martínez cuáles habían
sido las operaciones de cirugía estética a las que se
había sometido y los dolores que había sufrido.
Un
médico allí. El senador Juan Carlos Maqueda, quien
condujo la maratónica sesión, nunca imaginó
que utilizaría la frase que supo popularizar Raúl
Alfonsín. Prácticamente hacia el final de la asamblea
y cuando estaban a pocos minutos de votar, la senadora formoseña
del PJ, Azucena Paz se desvaneció. Rápido de reflejos,
el cordobés pasó a un cuarto intermedio pero aclarando
que era en las bancas y, con voz firme, pidió la presencia
de un médico. La duhaldista y médica Silvia Martínez
fue la primera en llegar, a diferencia de Eduardo Duhalde, quien
no quitó sus ojos de la síntesis informativa que le
habían acercado.
Preferencias.
En la reunión de labor parlamentaria se acordó que
el debate sería cerrado por los presidentes de bloques. Estipularon
que sólo se permitirían cinco minutos de exposición.
Maqueda hizo cumplir a rajatabla la disposición. Por caso,
a Luis Zamora, de Autodeterminación y Libertad, le cortó
el micrófono cuando se cumplió el plazo. Tras un largo
ruego del legislador le permitió 30 segundos más.
No fue tan rígido le tocó el turno de Humberto Roggero,
quien habló, sin problemas durante 15 minutos.
Lobbysta
de profesión. La conspicua líder de la amas de casa,
Lita de Lázzari, no se pierde un acto protocolar. El viernes
a la tarde se presentó en la puerta de la Cámara de
Diputados dispuesta a presenciar la asamblea legislativa. Pero no
estaba invitada, peleó, discutió con los empleados
parlamentarios: Tengo que pasar, soy lobbysta, les gritaba.
Pero no hubo caso, los empleados se mantuvieron en sus trece.
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