Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


Del mundo De la Guarda al universo folklórico

Gabriel Kerpel, responsable del sonido del grupo que revolucionó el mundo del espectáculo argentino, editó su primer CD solista, en que explora las posibilidades del folklore desde la cultura sampler.

Por Pablo Plotkin

La interacción de un hombre y su sampler, el sonido del norte argentino y el ingenio de un compositor entrenado. Los factores que generaron Carnabailito, primer disco solista de Gaby Kerpel, parecen piezas discordantes de un sintético producto de laboratorio. Pero el cerebro musical de De La Guarda tuvo que tener algo más que vocación experimental para hacer un disco de folklore cibernético tan poco solemne. Recortando y pegando fragmentos de sus propias composiciones, Kerpel articuló una colección de bagualas, carnavalitos y música periférica (africana, hindú) sobre bases electrónicas, las cargó de textos de un desamor minimalista casi absurdo y creó un disco que es a la vez sátira y homenaje, desplante y culto a la tradición folklórica nacional. “Sí, hay un humor bastante sutil”, concede Gaby en entrevista con Página/12. “Es un ingrediente que me pareció interesante agregar. También hay cierto fatalismo romántico, que tiene que ver con un período de mi vida que me llevó a escribir ese tipo de letras y decirlo de una manera folklórica. Claro, no es purista. No respeta las reglas”.
–¿Por qué canta con esa especie de acento indígena?
–Yo soy de la cultura del sampler y muchas veces la célula rítmica o musical de lo que compongo es una frase que puedo manipular de una manera específica. Se trata de aislar un fragmento y tocarlo a diferentes velocidades, editarlos cuidadosamente. Trabajar la voz de esa manera me llevó a poder aplicar ese método. Empezaba a cantar sobre una base y después me encontraba con que, de todo lo que había dicho, había frases y palabras que me interesaban. Empecé a copiarme a mí mismo. Y me dije que la cuestión folklórica podía aparecer por ese lado, por el lado estético. Me sonaba que esa manera de decir las cosas era intrínseca a la naturaleza musical de la baguala.
–¿Cree que el acento porteño hubiera quedado fuera de registro?
–Sí, y no me parecía interesante. El tango no me atrae mucho, tampoco. Lo que me gusta de lo folklórico es lo indígena, también. Y me gusta la idea de que si no entendés el idioma, te puede sonar africano, por la manera en que está cantado. Después vas perdiendo la pista, porque te gusta cómo suena, a la gente le parece atractivo, y creo que la poesía del folklore está metida ahí de una manera bastante simple.
–¿Recibió comentarios de los círculos de folklore tradicional?
–La verdad que no. De todas maneras, creo que hoy esas fronteras se están borrando. La referencia más clara sería el Chango Spasiuk. No lo conozco, pero creo que a él le resultaría atractivo el disco, más allá que no respete determinadas reglas. A esta altura se está lavando lo tradicional, por suerte. No le hace bien a la evolución musical argentina el hecho de preservar ciertas reglas nacionalistas.
–¿Hizo algún tipo de investigación folklórica antes de hacer el disco?
–No. Yo hago mucho hincapié en lo folklórico argentino, pero el disco tiene elementos de otros folklores. Como siempre compré discos de música étnica, encuentro que hay cosas de Africa con sonoridades muy parecidas a las de acá. En todo caso, Sixto Palaveccino me parece muy autóctono y puro, superindígena, y podría ser una referencia. Atahualpa también, sobre todo en la parte lírica. Pero no hice una investigación seria. No soy muy catedrático. Prefiero probar y elegir.
–¿Cuánto del trabajo con De La Guarda aparece en Carnabailito?
–Muchas cosas las compuse en giras. Es la vida que llevé en los últimos cinco años, así que es imposible que no me influya. Y el hecho de hacer un show como Villa Villa hizo que me involucrara mucho con la gente con la que trabajaba y con el público de las diferentes ciudades, y todo eso es muy enriquecedor, humana y artísticamente. Y ahora estamos haciendo el espectáculo DJ Connection, de manera que me fui involucrando en el mundo de los DJ, que hasta ahora miraba de lejos.
–¿Y cómo resultó?
–Como soy muy exigente respecto de hacer algo personal, me cuesta meterme en ese mundo tan anarco como es el del DJ. Existe la creatividad, pero está en otro lugar, no es un factor fundamental. El factor fundamental es que la gente baile. Tiene más código que cualquier otra música. Es un lenguaje en el que la calidad es más sutil. Existe, pero la gente no lo advierte tan fácilmente. Desde el lugar del músico, entonces, me resulta un camino difícil de transitar. Creo más en el hecho de tener toda la tecnología como instrumento de creación, eso es lo que genera gran parte de la buena música que escuchamos actualmente. En buena medida, yo me siento parte de esa generación.
–Con Carnabailito como primer disco, es difícil imaginar el futuro próximo de su carrera solista. ¿Para qué lado puede disparar?
–No soy hacedor de discos, no me propongo grabar un disco por año, entonces no sé. No creo que haga otro disco igual. Sería raro. Sería como Manu Chao, que hizo dos discos iguales: el primero era supercreativo y el segundo era simplemente igual. Pero para eso tendría que transformarme en un cantautor, y no creo que lo sea. La verdad es que me veo más como un personaje de laboratorio.

 

 

PRINCIPAL