Por Claudio Zlotnik
Frente a los micrófonos,
los flamantes funcionarios no dejan lugar a dudas: El argentino
cotizará uno a uno frente al peso y al dólar, aseguran.
Sin embargo, en estricto off the record, el deliberado optimismo le cede
espacio a una visión más realista. Esos mismos funcionarios
conceden que la tercera moneda se depreciará y estiman que para
comprar un peso habrá que poner entre 1,30 y 1,40 argentinos. Como
La Casa de Moneda no dará abasto, la nueva moneda se imprimirá
también en Chile y Brasil. Pero habrá que esperar un mes
para contar con los nuevos billetes. Un proceso demasiado prolongado para
las urgencias políticas de Adolfo Rodríguez Saá,
por lo que mientras tanto se seguirán imprimiendo Lecop.
El flamante jefe de Estado prometió la creación de un millón
de puestos de trabajo en un tiempo record. Cada puesto estará financiado
con la emisión de la cuasimoneda. Pero una cuestión operativa
pondría en serios riesgos el ambicioso plan: sin argentinos en
la calle no habría fondos para pagar los puestos de trabajo. Fuentes
oficiales manifestaron a este diario que el retraso en la impresión
de la tercera moneda será compensado con nuevas emisiones de Lecop.
Para solventar los gastos de diciembre y los primeros días de enero,
la maquinita de la Casa de Moneda imprimirá 2000 millones.
Técnicos del Gobierno estimaron a Página/12 que la emisión
de nueva moneda treparía como máximo a 8200 millones de
dólares, un monto equivalente al circulante de pesos. Con el tiempo,
los argentinos también reemplazarán todos los bonos lanzados
en las provincias. Según cálculos oficiales, el monto total
de lo que se emitirá de la nueva moneda dependerá de las
necesidades fiscales (pago de salarios y aguinaldos de la administración
pública) y de si, finalmente, se decide descongelar las cuentas
sueldos de los bancos.
El Gobierno piensa distribuir los argentinos a través de los empleados
públicos de la administración nacional, provincias y municipios.
En tanto que también pagarán los nuevos subsidios de empleo
para desocupados que realicen planes de forestación, obras públicas
y tareas sencillas, como la limpieza de hospitales y escuelas. Los argentinos
se entregarán en paridad con el peso. Sin embargo, y pese a que
el gobierno busca que, al igual que Lecop y patacones, sean aceptados
para la mayor cantidad de transacciones privadas, los propios funcionarios
admiten que en el actual contexto lo más probable es que empiecen
cotizando a razón de 1,30 o 1,40 argentinos por peso. En tanto
que la depreciación frente al dólar podría ser todavía
mayor.
Cerca del secretario de Hacienda, Rodolfo Frigeri, aseguran que el rojo
fiscal del año cerrará en torno a los 10.000 millones. Y
que la recaudación impositiva de este mes cae en 800 millones con
respecto a la de diciembre de 2000, cuando la economía ya estaba
en medio de una fuerte caída. La baja estimada del 20 por ciento
en la recaudación podría ser incluso más importante
debido al extendido feriado bancario que pone freno a la actividad económica.
Frente a este panorama muy complicado, Frigeri podría necesitar
de sumas adicionales de bonos para cumplir con los sueldos, aguinaldos
y jubilaciones del Estado ya que no contaría con los recursos suficientes.
Esta mañana, en una reunión que mantendrán directores
del Banco Central, quedará definido cómo se llevará
a cabo la emisión de argentinos. Ya se presupone que
el cambio chico de imprimirá en Chile, y que también se
ordenarán partidas a Brasil. Uno de los principales problemas es
que existe un stock muy pequeño de papel moneda, y que sería
necesario importar desde Europa lo antes posible.
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