Los empresarios nucleados en
el Grupo Productivo, que lidera la Unión Industrial Argentina,
le solicitaron ayer al Gobierno que incorporara el real brasileño
al factor empalme, que hasta ahora está compuesto por el dólar
y el euro. Así, los empresarios quieren conseguir un tipo de cambio
comercial más alto para las exportaciones y más caro para
las importaciones, de modo de proteger a la producción local. De
prosperar la iniciativa, el tipo de cambio comercial para las exportaciones
se ubicaría hoy en 1,48 pesos por dólar. Si la cuestión
es adoptar medidas generales, es preferible reemplazar los planes de competitividad
por un nuevo factor de empalme, afirmó José Ignacio
de Mendiguren, presidente de la UIA.
Mendiguren se reunión ayer por la tarde en Casa de Gobierna con
Carlos Grosso, en su flamante rol de asesor de la Jefatura de Gabinete.
Por la noche, el titular de la Unión se dirigió a la quinta
de Olivos, donde cenó con el presidente Adolfo Rodríguez
Saá. Desde el domingo, el jefe de la UIA se reunión por
lo menos tres veces con el Presidente y mantuvo otros tantos encuentros
con funcionarios del nuevo gobierno. Estos contactos confirman que Rodríguez
Saá pretende tejer otra alianza con el establishment económico,
muy distinta de la que en su momento cultivaron Carlos Menem y Fernando
de la Rúa. Tanto Menem como De la Rúa, se desvivieron en
los últimos años por complacer al establishment financiero,
corporizado por los representantes locales de los grandes bancos de inversión
extranjero.
Agotado el financiamiento externo y después de formalizada la cesación
de pagos de la deuda, en cambio, Rodríguez Saá parece lanzado
a privilegiar su alianza con los representantes de los sectores productivos,
ya sean de la industria, el agro o la construcción, postergados
durante la última década. El motivo es que sobre estos sectores
recaerá la responsabilidad en los próximos meses de motorizar
el plan de creación de empleos anunciado por el Gobierno. Además,
serían los interlocutores obligados en caso de que en el futuro
se necesite, pasado una primera etapa de liquidación de stocks,
algún esquema de acuerdo de precios para evitar un rebrote de la
inflación como respuesta a una disparada del dólar. Como
se recordará, el Grupo Productivo, integrado por la UIA, Confederaciones
Rurales Argentinas y la Cámara de la Construcción, es un
nucleamiento empresario que desde el año pasado se enfrentó
duramente con la Asociación de Bancos de la Argentina, liderada
por las principales entidades extranjeras que operan en el país.
Yo soy optimista respecto de nuestras propuestas. Veo que éste
es un gobierno en el que hay mucha voluntad, sostuvo Mendiguren
ayer, endulzando los oídos oficiales. En la misma línea
se manifestó Osvaldo Rial, titular de la Unión Industrial
de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA): Es importante crear las
condiciones para reactivar muy fuertemente la industria y revalorizar
el poder adquisitivo de la población. Por eso creo que los anuncios
que se hicieron en materia social son necesarios para recuperar la dignidad
y cubrir las necesidad básicas, afirmó.
Para Mendiguren, la generalización del uso del argentino (ver página
4), solucionaría problemas de liquidez, los problemas de
generación de demanda, pero falta resolver el alto costo argentino,
las tarifas de servicios públicos, las tasas de interés
y la presión tributaria, que por esta vía no se soluciona,
señaló.
Nos hace falta en forma urgente medidas para recuperar la competitividad,
porque de lo contrario corremos el riesgo del incremento de la demanda
se vaya a la importación. Si no, vamos a estar reactivando el mercado
de Brasil, repitió una y otra vez el titular de la UIA.
Por la noche, el empresario acercó al presidente una voluminosa
carpeta en la que se detallan los principales puntos del programa que
impulsa el Grupo Productivo. Los puntos centrales son los siguientes:
Para mejorar la competitividad
de la producción local, se propone incorporar el real, que se devaluó
un 50 por ciento desde enero del 99,al llamado factor empalme,
que creó Cavallo para beneficiar con un tipo de cambio diferencial
a las exportaciones y encarecer las importaciones. Hasta ahora, el factor
empalme está integrado por el dólar y el euro y la incorporación
del real a esta canasta de monedas, implicaría una fuerte devaluación
del peso para el comercio exterior: a las cotizaciones actuales, significaría
un tipo de cambio comercial de 1,48 pesos por dólar. Este tipo
de cambio comercial serviría para alentar las exportaciones y proteger
a la industria nacional de las importaciones, especialmente, brasileñas.
La fijación de un tope
a las tasas de interés de los créditos otorgados por el
sistema financiero, ya sean para empresas o para familia, a través
de préstamos hipotecarios y personales. El argumento es que, después
de haberse bajado fuertemente las tasas de interés pagadas a los
depósitos cautivos en el corralito financiero, se deberían
bajar las tasas activas para evitar una transferencia extraordinaria de
fondos a los bancos. En el cálculo de los economistas de la UIA,
si se alinearan las tasas activas con las nuevas tasas que
pagan los bancos por los depósitos, podría beneficiarse
a las familias con unos 2500 millones de pesos anuales y a las empresas
por un monto incluso superior.
Justo el día anterior a la renuncia de De la Rúa, el Grupo
Productivo había presentado un proyecto de salida de la Convertibilidad
con pesificación de todos los contratos en dólares
de la economía. La propuesta beneficiaba a los endeudados en detrimento
de los ahorristas atrapados en los bancos. Por ejemplo, un depósito
en dólares sería convertido a pesos antes de la devaluación,
que lo licuaría convenientemente. En tanto, las deudas en dólares
también serían traducidas a pesos antes de la devaluación.
Así, se evitaría la quiebra de los endeudados en dólares
y de los propios bancos, que de otro modo no podrían recuperar
sus préstamos ni devolver los depósitos. El problema es
que esa alternativa licuaría también las deudas de los grandes
grupos económicos a costa de los pequeños y medianos ahorristas
de clase media.
Desde el domingo, en sintonía con el discurso oficial, los dirigentes
de la UIA prefieren no hablar más de devaluación. E incluso,
hay quienes empiezan a hablar, en caso de que la devaluación sea
inexorable, de diferenciar situaciones a la hora de pesificar. En
realidad, lo que se debería instrumentar técnicamente un
esquema de tipo de cambio que preserve el poder adquisitivo del salario,
proteger las deudas de las pymes, de los tenedores de crédito para
vivienda única y de las empresas nacionales, dijo ayer Rial.
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