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Memoria Activa discute sobre si
Alberto Zuppi hizo bien en asumir

Laura Ginsberg cuestionó a Zuppi por haber aceptado la Secretaría de Justicia. La entidad no fijó posición. �Quien diga que me voy a doblegar, no me conoce�, dijo el flamante secretario.

Laura Ginsberg, que habló en el acto
de Memoria Activa a título personal.

Por Raúl Kollmann

Un intenso debate comenzó en Memoria Activa a raíz de la designación como secretario de Justicia –virtual ministro– de Alberto Zuppi, el jurista que justamente era uno de los letrados de la entidad en el juicio por el atentado contra la AMIA.
En el acto del lunes, en forma personal, Laura Ginsberg pidió la palabra y sostuvo que “me causa dolor que Zuppi, en lugar de ser abogado de una querella independiente, represente ahora al Estado que fue cómplice en el atentado”. El resto de los dirigentes de Memoria Activa decidió tomarse unos días para evaluar la situación: consideran que Zuppi es un hombre intachable, con una trayectoria al servicio de los derechos humanos y con una conducta indomable en el cuestionamiento a la investigación oficial realizada por el juez Juan José Galeano.
El flamante secretario de Justicia recibirá hoy a Memoria Activa, pero anoche le dijo a Página/12: “Los hechos van a demostrar lo gratuito y lo injusto de los ataques. Quien diga que me voy a doblegar, no me conoce. Hay principios en los que el Presidente me transmitió su preocupación: transparencia, que no haya impunidad y que trabajemos en la mayor austeridad. Al final de mi corta gestión habrá resultados que nadie va a poder creer”.
Como era de esperar, la llegada de Zuppi al gobierno abre un debate que tiene, inicialmente, dos ópticas:
u Los que están en contra dicen que es muy malo que el jurista haya entrado al Ejecutivo porque –por sus funciones– en el caso del atentado debe defender a un Estado que realizó, según la óptica de Memoria Activa, una investigación deplorable y encubrió a los culpables. Además, participa de una administración en la que hay muchos funcionarios cuestionados: Carlos Grosso, Hugo Franco, José Luis Manzano, que aparece como operador de Rodríguez Saá, o José María Vernet.
u Los que no ven con malos ojos la asunción de Zuppi sostienen que habrá un funcionario que justamente ayudará desde su puesto a dejar aún más en claro lo que fue la investigación de la AMIA y que hará respetar sus principios tanto en lo que se refiere a la causa del atentado como a todo lo que tenga que ver con la justicia y los derechos humanos. “Es cierto que hay impresentables en el Gobierno, pero hay que evaluar lo que haga Zuppi por sus actos”, sería el resumen de esta línea.
Más allá de estas dos posturas, hay algunas intermedias o que utilizan otros argumentos.
En el acto del lunes, Ginsberg manifestó su “dolor e indignación” porque “el nuevo gobierno buscó un par de progres para legitimar su acción y por eso designó a Zuppi. ¿Dejó de ser cierto que el Estado es la conexión local del atentado contra la AMIA? ¿No es cierto que los funcionarios argentinos incumplieron sus deberes?”. Ginsberg no estaba prevista en la lista de oradores, pero pidió la palabra a título personal para expresar su rechazo a la designación de Zuppi, de la que, según explicó, se enteró por los diarios.
La mayoría en la conducción de Memoria Activa resolvió tomar las cosas con cautela y abrir una instancia de reflexión y debate. Zuppi ha sido el letrado de los familiares de las víctimas del atentado agrupados en Memoria Activa desde hace varios años, es una de las personas que más conoce la causa AMIA y peleó judicialmente, muchas veces casi en soledad. Los dirigentes de Memoria le tienen absoluta confianza y ahora afrontan un nuevo cuadro de situación.
Anoche, en un breve diálogo con este diario, Zuppi aclaró que ya pidió la suspensión de su matrícula como abogado ya que obviamente no seguirá con su estudio mientras esté de funcionario. Pablo Jacoby, co-equiper de Zuppi, seguirá representando a Memoria Activa en el juicio y se sumará Pablo Slominsqui, que ya estaba designado. “En esta hora gravísima de la Patria, no nos podemos permitir revanchismos ni actitudes personales de ningún tipo. Pero hay principios que yo no modificaré jamás, porque así ha sido mi trayectoria. Pido prudencia y paciencia. En unas horas hemos tomado más resoluciones de las que se han tomado en años y estoy convencido que los resultados serán extraordinarios, nadie los va a poder creer”, dijo.
–Hay quien confía en usted y no en este gobierno –le señaló este diario.
–Creo que a través de la confianza en mí, van a confiar en el gobierno –respondió el secretario.
Esta mañana, Zuppi recibirá a Memoria Activa, ya como flamante secretario de Justicia.

 


 

RECHAZO A LA ELIMINACION DE LA CARTERA EDUCATIVA
“Hay que abrazar el ministerio”

“Si entienden la reforma del Estado como el cierre de ministerios, no vale la pena discutir, es tan irracional que hay que actuar: hay que ir a tomar, a abrazar, el ministerio. Esta Nación se construyó desde las políticas educativas.” De esta manera, la ex ministra de Educación del gobierno de Carlos Menem, Susana Decibe, reaccionó ante la decisión del gobierno de Adolfo Rodríguez Saá de suprimir esa cartera. El saliente ministro de la Alianza, Andrés Delich, recordó que “siempre defendí la existencia del ministerio y sus tareas, pero el momento político no es propicio para que hable sobre una medida del gobierno provisorio”. La Federación de Trabajadores de la Educación (CTERA) ya planteó su rechazo a la medida.
En rigor, los gobernadores peronistas vienen planteando la eliminación de la cartera educativa con el argumento de “ahorrar” recursos públicos y eliminar una estructura sin sentido por la inexistencia de escuelas. El primer argumento es refutado por los aliancistas que detallan que de los “3400 millones presupuestados para el 2002, sólo 68 millones están destinados al funcionamiento del ministerio. El 98 por ciento del presupuesto se distribuye entre las provincias y las universidades. Los planes compensatorios, los programas de equidad y formación, infraestructura y los institutos de formación docente”.
El segundo razonamiento dispara la crítica de Decibe, quien recuerda que “cuando sancionamos la Ley Federal de Educación desde el mismo peronismo dijimos que era un ministerio sin escuelas, para las escuelas. Desde allí se tendrían que garantizar las políticas de Estado para evaluar, compensar y asegurar la calidad de los aprendizajes”. La ex ministra remarcó que “son estos mismos gobernadores los se beneficiaron con las políticas del Ministerio de capacitación y compensación, con la entrega de equipamientos”. Agregó que “ningún país del Primer Mundo se plantea reemplazar un ministerio de Educación por una coordinación”.

 

OPINION
Por Herman Schiller

Laura y Zuppi

Sinceramente no estoy en condiciones jurídicas de opinar si el doctor Alberto Zuppi estaba o no cumpliendo correctamente sus funciones como abogado de Memoria Activa y si apuntaba o no hacia la maraña real de encubrimientos y desvío de pistas organizado por policías, “servicios” y otros buchones de distinta laya en la causa de la masacre de la AMIA, pero lo que sí me resulta claro (y una imponente lección de ética y reflejos) es que Laura Ginsberg (la principal referente de las concentraciones de los lunes en Plaza Lavalle) no tuvo pelos en la lengua para expresar anteayer, desde esa tribuna, su dolor y su repudio por la decisión de Zuppi de integrar el gabinete del nuevo Presidente.
Zuppi, que cobraba un sueldo muy alto por su tarea profesional en Memoria Activa (que debía hacer esfuerzos enormes para conseguir ese dinero en colectas, festivales y mangueos a particulares), era a la vez asesor de un diputado nacional, casualmente hermano de Rodríguez Saá.
Zuppi representaba a Memoria Activa en la querella y en la denuncia internacional que esta organización le había entablado al Estado por su responsabilidad en la matanza de la calle Pasteur (“La conexión local es el Estado argentino”, había dicho Diana Malamud, otra de las integrantes de la entidad, en un discurso pronunciado hace unos cuatro años) y ahora, al cambiar de bando, Zuppi ha pasado a tener un papel protagónico justamente en ese mismo Estado que él había cuestionado.
“Este es el Estado criminal de Menem, De la Rúa y Rodríguez Saá”, subrayó Laura el lunes último con lágrimas en los ojos, mientras todos los que estábamos ahí irrumpíamos en una espontánea ovación.
Alguien ha calificado lo de Zuppi como “voltereta”. ¿Voltereta? ¿No habrá sido siempre así? ¿No habrá sido uno de los tantos personajes de esta historia con doble discurso?
En medio de una confusa ola de oportunismo y pleitesía a las nuevas autoridades (que, salvando las distancias, me hizo recordar la chupada de medias que algunas víctimas de la represión desatada por los militares el 30 de marzo de 1982 le rindieron a los represores apenas tres días después por su cruzada anticolonialista), las palabras de Laura Ginsberg, sin claudicaciones ni perdones, suenan distintas a muchas de las tonterías que vienen generando tantas figuras públicas desde que el ex gobernador puntano se hizo cargo del gobierno.
Y, a pesar de que mis desencuentros y debates con ella no han sido pocos, en las últimas horas nadie me ha representado mejor.

 

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