Por José
Natanson
¿Cómo esconder
el sello de la UCR? ¿Cómo hacer para que no se note que
el candidato pertenece, en realidad, al mismo partido que Fernando de
la Rúa? Los pocos radicales que superaron el aturdimiento posterior
al colapso del Gobierno comenzarán, dificultosamente, a plantearse
estos y otros interrogantes. Se reunirán hoy en el Comité
Nacional para decidir sus próximos pasos, en medio de una situación
interna insólita: Raúl Alfonsín quiere un candidato
único; otros proponen presentar varios lemas, y algunos tratan
infructuosamente de cooptar a Elisa Carrió. Una de las figuras
más fuertes Rodolfo Terragno no quiere saber nada con
su candidatura y buscó frenar las presiones con unas vacaciones
sorpresivas. Para sumar un poco de confusión, algunos sugieren
la expulsión de Fernando de la Rúa y hasta hay quien cree
que radicalismo directamente no deberá presentar candidatos.
El colapso de la gestión delarruista dejó a los radicales
perplejos y asustados. Para colmo, apenas empezaban a recuperarse, el
peronismo, rápido como un rayo, los descolocó con una serie
de decisiones que los dejaron en el peor lugar posible: el radicalismo
deberá enfrentar una elección presidencial en dos meses
bajo un sistema (la ley de lemas) que los perjudica notablemente.
Recién hoy los referentes radicales comenzarán hoy a discutir
la mejor forma de salvar la ropa (es decir el partido). El problema, claro,
es que deberán postular a un hombre con los colores de la UCR:
si hasta hace poco no ayudaban, ahora sólo sirven para restar votos.
Lo máximo que podemos hacer es presentar candidatos que hayan
marcado diferencias públicas con De la Rúa, apelar al voto
radical histórico y esperar a que pase la elección,
admitía un importante dirigente radical. Estamos peor que
en el 95, reconocía otro, recordando los comicios en
los que la UCR terminó tercera, con el 17 por ciento de los votos.
En este contexto de desconcierto y dispersión, cada uno tiene sus
propios planes:
Después de varios días
en los que apenas lograba salir de su asombro, los primeros movimientos
de Raúl Alfonsín apuntaron a preservar el partido. La idea
del ex Presidente (y de otros referentes importantes, como el vice de
la UCR, Juan Manuel Casella) es que el radicalismo presente un sólo
candidato.
Según dicen, sería una forma de dar pelea y, al mismo tiempo,
repudiar simbólicamente la ley de lemas. El elegido sería
Angel Rozas, que recién asumió como jefe del radicalismo,
tiene buena imagen y es uno de los pocos dirigentes dispuesto a inmolarse
en una elección perdida de antemano. Lo haría como
servicio al partido y para dar una cobertura a los gobernadores, los legisladores
y los intendentes radicales, comentaba ayer un diputado cercano
al gobernador chaqueño.
Si se concreta el plan de la fórmula única, Rozas podría
presentarse junto a algún gobernador radical joven, como el mendocino
Roberto Iglesias, o a un legislador reputado, como el chubutense Carlos
Maestro.
Los sectores autodefinidos
progresistas, con base en la provincia y la Capital, empujan un candidato
propio: Rodolfo Terragno, que no quiere saber nada con su postulación
y que decidió viajar al exterior para escapar de los reclamos.
Habrá que ver si el senador (el único aliancista que en
octubre pasado triunfó en un distrito importante) puede esquivar
las presiones y, también, cómo afectará una eventual
negativa a su proyecto para el 2003.
Una variante de esta estrategia
es presentar una larga lista de candidatos que incluya a todos los gobernadores
radicales, para que traccionen votos en sus distritos y sumen al total
nacional. La propuesta la formuló Leopoldo Moreau, que obviamente
no es gobernador.
Algunos dirigentes Federico
Storani y el terragnista Cristian Caram, entre otros proponen aprovechar
la ley de lemas para armar un gran frente para disputar con el peronismo.
En los planes, esta especie deUnión Democrática último
modelo incluiría a Rozas, Terragno y quizás el Polo Social
de Luis Farinello. Pero el objetivo, en realidad, es incorporar a Carrió,
la dirigente no peronista más taquillera del país. Esto
les permitiría, también, sumar el apoyo del Frepaso, que
se prepara para respaldar a Carrió. El inconveniente no es menor:
la chaqueña no quiere saber de nada con los radicales, con los
que ya no se habla.
La última opción
defendida por algunos dirigentes alfonsinistas es la más
descabellada: apelar a la tradición del centenario partido y abstenerse,
como hicieron los radicales desde fines del siglo XIX hasta 1912, cuando
se sancionó la Ley Sáenz Peña. Desde luego, se trataba
de una lucha por el sufragio universal y no era (como ahora) resultado
de la escasez de candidatos y del rechazo a la ley de lemas.
Cualquiera sea la opción, las elecciones de marzo no auguran nada
bueno para los radicales. Después de dos gestiones inconclusas,
hasta los afiliados más fanáticos admiten que el partido
se encuentra al borde de la extinción. No sorprende, entonces,
que algunos dirigentes como el bonaerense Mario Espada hablen
en público sobre la expulsión de De la Rúa, una medida
para la que no encuentra mucho consenso (al menos hasta ahora).
En este contexto, la única posibilidad de cambiar la perspectiva
sería que las elecciones del 3 de marzo se pospongan, una alternativa
que los radicales están dispuestos a impulsar con todas sus fuerzas.
Pero por ahora parece difícil, y todo indica que la UCR deberá
enfrentar los comicios más difíciles de su historia. En
realidad nuestra máxima aspiración es hacer una elección
digna, razonaba ayer un legislador radical. Nuestras perspectivas
son pésimas. Hay muchas probabilidades de que quedemos detrás
del PJ, de Carrió y de un frente de izquierda que capte el voto
bronca. Podemos salir cuartos, completaba un alta autoridad partidaria.
Elogio al cacerolazo
El legislador porteño de la UCR Cristian Caram reivindicó
ayer el cacerolazo que derrocó a Fernando de
la Rúa. A De la Rúa no lo echaron los acreedores
externos ni algunos actores políticos con sus ataques desestabilizadores.
Los que lo echaron fueron quienes forman parte de esa mayoría
silenciosa que se hartó y dijo basta. El mensaje de las cacerolas
fue para todos, no sólo para De la Rúa y Cavallo,
aseguró ayer Caram. Debemos apoyar al actual gobierno,
pero también advertirle que el mensaje de la protesta fue
para cualquier clase de abuso, incluso aquel de revivir personajes
condenados públicamente que ahora vuelven a rondar por los
pasillos del Estado, concluyó.
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OPINION
Por Vilma Ripoll *
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Más que nunca, unidad
En sólo dos días, el pueblo, trabajadores, sectores
medios, jóvenes, desocupados, movilizados, echamos al gobierno.
Pero los dirigentes del PJ quieren hacer creer que la rebelión
sólo iba por Cavallo y De la Rúa. Como fueron cómplices
del gobierno de la UCR y el Frepaso, del estado de sitio, y como
no estuvieron en las calles, no escucharon bien algunas de las cosas
que se cantaron: Sin peronistas, ni radicales, vamoa
vivir mejor...
Por eso Rodríguez Saá, más allá de su
sonrisa, asume con la cola entre las piernas. No va a enfrentar
al FMI, ni va a asegurar el millón de puestos, ni va a enjuiciar
a los represores. Es como el salariazo de Menem o los
versos de Alfonsín y De la Rúa. Fue la movilización
la que obligó al PJ a hablar de lo que nunca habla y van
a intentar usurpar el triunfo popular. Conociendo el paño,
entonces, hay que seguir movilizados. Para que aparezcan la comida,
el trabajo, los sueldos y las jubilaciones. Y en esa pelea, seguir
disputándole terreno a la burocracia sindical, cuya borrada
fue vergonzosa.
Al precio de 29 vidas, la fuerza desplegada en las calles estos
días hizo historia. Mostró cómo tirar a un
gobierno... y no será el último. Porque se abrió
el período en que está planteado sepultar para siempre
a los viejos partidos patronales, la UCR y el PJ, serviles por igual
a las multinacionales, los banqueros y los ricos. La pueblada mostró
que somos los trabajadores y el pueblo, junto con la izquierda,
los que podemos y tenemos que prepararnos para tomar las riendas
y gobernar de una vez por todas este país.
En ese camino, y sin bajar la guardia de la lucha ni por un minuto,
hay que responder también ante las nuevas elecciones. Nuestra
propuesta fue que debían ser no sólo a presidente,
sino a una Asamblea Constituyente para debatir toda la reorganización
del país. La UCR no las quería y el PJ las llama con
ley de lemas, porque saben que el castigo va a ser monumental. Desde
ya, la nueva alternativa política que hace falta no pasa
por reciclar nuevos Frepasos. No van más las medias tintas,
ni las utopías como la de un capitalismo humano
y serio, como proponen Elisa Carrió y el ARI.
En octubre, la izquierda totalizó un millón y medio
de votos. Y podríamos sumar mucho de voto-bronca si nos unimos.
La gente, los activistas, nos lo reclaman. Por eso, con más
convicción que nunca, desde el MST e Izquierda Unida proponemos
unir a la izquierda en un frente, en base a un programa, con las
candidaturas más representativas. Unidad de toda la izquierda:
la que está organizada y la que no, la izquierda política
y la social. Con la agrupación de Luis Zamora, con el PO
y las otras corrientes de izquierda, y también con los luchadores
del movimiento obrero, los piqueteros y demás sectores populares.
¡Es hora de avanzar!
* Diputada porteña (MST-Izquierda Unida).
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