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El temor a salir cuartos aviva el ingenio radical

Todos temen un desastre peor al del �95. Surge un debate que parece surrealista: va desde presentar un solo candidato, hasta postular muchos lemas, pasando por aliarse a Carrió. O abstenerse.

Rozas sería el candidato de unidad.
El mendocino Iglesias iría de vice. Terragno no quiere saber de nada.

Por José Natanson

¿Cómo esconder el sello de la UCR? ¿Cómo hacer para que no se note que el candidato pertenece, en realidad, al mismo partido que Fernando de la Rúa? Los pocos radicales que superaron el aturdimiento posterior al colapso del Gobierno comenzarán, dificultosamente, a plantearse estos y otros interrogantes. Se reunirán hoy en el Comité Nacional para decidir sus próximos pasos, en medio de una situación interna insólita: Raúl Alfonsín quiere un candidato único; otros proponen presentar varios lemas, y algunos tratan infructuosamente de cooptar a Elisa Carrió. Una de las figuras más fuertes –Rodolfo Terragno– no quiere saber nada con su candidatura y buscó frenar las presiones con unas vacaciones sorpresivas. Para sumar un poco de confusión, algunos sugieren la expulsión de Fernando de la Rúa y hasta hay quien cree que radicalismo directamente no deberá presentar candidatos.
El colapso de la gestión delarruista dejó a los radicales perplejos y asustados. Para colmo, apenas empezaban a recuperarse, el peronismo, rápido como un rayo, los descolocó con una serie de decisiones que los dejaron en el peor lugar posible: el radicalismo deberá enfrentar una elección presidencial en dos meses bajo un sistema (la ley de lemas) que los perjudica notablemente.
Recién hoy los referentes radicales comenzarán hoy a discutir la mejor forma de salvar la ropa (es decir el partido). El problema, claro, es que deberán postular a un hombre con los colores de la UCR: si hasta hace poco no ayudaban, ahora sólo sirven para restar votos. “Lo máximo que podemos hacer es presentar candidatos que hayan marcado diferencias públicas con De la Rúa, apelar al voto radical histórico y esperar a que pase la elección”, admitía un importante dirigente radical. “Estamos peor que en el ‘95”, reconocía otro, recordando los comicios en los que la UCR terminó tercera, con el 17 por ciento de los votos.
En este contexto de desconcierto y dispersión, cada uno tiene sus propios planes:
Después de varios días en los que apenas lograba salir de su asombro, los primeros movimientos de Raúl Alfonsín apuntaron a preservar el partido. La idea del ex Presidente (y de otros referentes importantes, como el vice de la UCR, Juan Manuel Casella) es que el radicalismo presente un sólo candidato.
Según dicen, sería una forma de dar pelea y, al mismo tiempo, repudiar simbólicamente la ley de lemas. El elegido sería Angel Rozas, que recién asumió como jefe del radicalismo, tiene buena imagen y es uno de los pocos dirigentes dispuesto a inmolarse en una elección perdida de antemano. “Lo haría como servicio al partido y para dar una cobertura a los gobernadores, los legisladores y los intendentes radicales”, comentaba ayer un diputado cercano al gobernador chaqueño.
Si se concreta el plan de la fórmula única, Rozas podría presentarse junto a algún gobernador radical joven, como el mendocino Roberto Iglesias, o a un legislador reputado, como el chubutense Carlos Maestro.
Los sectores autodefinidos progresistas, con base en la provincia y la Capital, empujan un candidato propio: Rodolfo Terragno, que no quiere saber nada con su postulación y que decidió viajar al exterior para escapar de los reclamos. Habrá que ver si el senador (el único aliancista que en octubre pasado triunfó en un distrito importante) puede esquivar las presiones y, también, cómo afectará una eventual negativa a su proyecto para el 2003.
Una variante de esta estrategia es presentar una larga lista de candidatos que incluya a todos los gobernadores radicales, para que traccionen votos en sus distritos y sumen al total nacional. La propuesta la formuló Leopoldo Moreau, que obviamente no es gobernador.
Algunos dirigentes –Federico Storani y el terragnista Cristian Caram, entre otros– proponen aprovechar la ley de lemas para armar un gran frente para disputar con el peronismo. En los planes, esta especie deUnión Democrática último modelo incluiría a Rozas, Terragno y quizás el Polo Social de Luis Farinello. Pero el objetivo, en realidad, es incorporar a Carrió, la dirigente no peronista más taquillera del país. Esto les permitiría, también, sumar el apoyo del Frepaso, que se prepara para respaldar a Carrió. El inconveniente no es menor: la chaqueña no quiere saber de nada con los radicales, con los que ya no se habla.
La última opción –defendida por algunos dirigentes alfonsinistas– es la más descabellada: apelar a la tradición del centenario partido y abstenerse, como hicieron los radicales desde fines del siglo XIX hasta 1912, cuando se sancionó la Ley Sáenz Peña. Desde luego, se trataba de una lucha por el sufragio universal y no era (como ahora) resultado de la escasez de candidatos y del rechazo a la ley de lemas.
Cualquiera sea la opción, las elecciones de marzo no auguran nada bueno para los radicales. Después de dos gestiones inconclusas, hasta los afiliados más fanáticos admiten que el partido se encuentra al borde de la extinción. No sorprende, entonces, que algunos dirigentes –como el bonaerense Mario Espada– hablen en público sobre la expulsión de De la Rúa, una medida para la que no encuentra mucho consenso (al menos hasta ahora).
En este contexto, la única posibilidad de cambiar la perspectiva sería que las elecciones del 3 de marzo se pospongan, una alternativa que los radicales están dispuestos a impulsar con todas sus fuerzas. Pero por ahora parece difícil, y todo indica que la UCR deberá enfrentar los comicios más difíciles de su historia. “En realidad nuestra máxima aspiración es hacer una elección digna”, razonaba ayer un legislador radical. “Nuestras perspectivas son pésimas. Hay muchas probabilidades de que quedemos detrás del PJ, de Carrió y de un frente de izquierda que capte el voto bronca. Podemos salir cuartos”, completaba un alta autoridad partidaria.

 

Elogio al cacerolazo

El legislador porteño de la UCR Cristian Caram reivindicó ayer el “cacerolazo” que derrocó a Fernando de la Rúa. “A De la Rúa no lo echaron los acreedores externos ni algunos actores políticos con sus ataques desestabilizadores. Los que lo echaron fueron quienes forman parte de esa mayoría silenciosa que se hartó y dijo basta. El mensaje de las cacerolas fue para todos, no sólo para De la Rúa y Cavallo”, aseguró ayer Caram. “Debemos apoyar al actual gobierno, pero también advertirle que el mensaje de la protesta fue para cualquier clase de abuso, incluso aquel de revivir personajes condenados públicamente que ahora vuelven a rondar por los pasillos del Estado”, concluyó.

 

OPINION
Por Vilma Ripoll *

Más que nunca, unidad

En sólo dos días, el pueblo, trabajadores, sectores medios, jóvenes, desocupados, movilizados, echamos al gobierno. Pero los dirigentes del PJ quieren hacer creer que la rebelión sólo iba por Cavallo y De la Rúa. Como fueron cómplices del gobierno de la UCR y el Frepaso, del estado de sitio, y como no estuvieron en las calles, no escucharon bien algunas de las cosas que se cantaron: “Sin peronistas, ni radicales, vamo’a vivir mejor...”
Por eso Rodríguez Saá, más allá de su sonrisa, asume con la cola entre las piernas. No va a enfrentar al FMI, ni va a asegurar el millón de puestos, ni va a enjuiciar a los represores. Es como el “salariazo” de Menem o los versos de Alfonsín y De la Rúa. Fue la movilización la que obligó al PJ a hablar de lo que nunca habla y van a intentar usurpar el triunfo popular. Conociendo el paño, entonces, hay que seguir movilizados. Para que aparezcan la comida, el trabajo, los sueldos y las jubilaciones. Y en esa pelea, seguir disputándole terreno a la burocracia sindical, cuya borrada fue vergonzosa.
Al precio de 29 vidas, la fuerza desplegada en las calles estos días hizo historia. Mostró cómo tirar a un gobierno... y no será el último. Porque se abrió el período en que está planteado sepultar para siempre a los viejos partidos patronales, la UCR y el PJ, serviles por igual a las multinacionales, los banqueros y los ricos. La pueblada mostró que somos los trabajadores y el pueblo, junto con la izquierda, los que podemos y tenemos que prepararnos para tomar las riendas y gobernar de una vez por todas este país.
En ese camino, y sin bajar la guardia de la lucha ni por un minuto, hay que responder también ante las nuevas elecciones. Nuestra propuesta fue que debían ser no sólo a presidente, sino a una Asamblea Constituyente para debatir toda la reorganización del país. La UCR no las quería y el PJ las llama con ley de lemas, porque saben que el castigo va a ser monumental. Desde ya, la nueva alternativa política que hace falta no pasa por reciclar nuevos Frepasos. No van más las medias tintas, ni las utopías como la de un capitalismo “humano” y “serio”, como proponen Elisa Carrió y el ARI.
En octubre, la izquierda totalizó un millón y medio de votos. Y podríamos sumar mucho de voto-bronca si nos unimos. La gente, los activistas, nos lo reclaman. Por eso, con más convicción que nunca, desde el MST e Izquierda Unida proponemos unir a la izquierda en un frente, en base a un programa, con las candidaturas más representativas. Unidad de toda la izquierda: la que está organizada y la que no, la izquierda política y la social. Con la agrupación de Luis Zamora, con el PO y las otras corrientes de izquierda, y también con los luchadores del movimiento obrero, los piqueteros y demás sectores populares. ¡Es hora de avanzar!

* Diputada porteña (MST-Izquierda Unida).

 

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