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Cuando el fantasma de Bin Laden viene en zapatos

Ya comenzaron a circular las dudas sobre el atentado fallido de un hombre que quiso hacer explotar sus zapatos cuando un avión de American Airlines aterrizaba en la ciudad de Boston.

Richard Reid, o Tariq Raja, o
Abdel Rahim, en la cárcel de Boston.
Algunos expertos dicen que no pudo
haber actuado en soledad.

Como el 11 de setiembre, se trató de un avión. Como en los tiempos cercanos de la fiebre del ántrax, la pregunta es si se trata de un “loco” o hay una organización detrás. Las dudas sobre el incidente del sábado pasado en el aeropuerto de Logan (Boston) persisten. Richard Reid, el individuo que intentó un ataque suicida al intentar detonar explosivos plásticos en sus zapatos, cuando el avión de American Airlines aterrizaba en Boston proveniente de París, compareció anteayer ante un tribunal de la ciudad para escuchar los cargos que le imputan: “obstaculización contra miembros de la tripulación mediante agresión e intimidación” e “intimidación contra un pasajero”. Esto le puede costar una pena de 20 años y una multa de 250.000 dólares. Reid debe volver ante la corte el viernes; el fiscal no descarta presentar nuevas acusaciones. En Alemania todos los zapatos de los pasajeros que vuelen en compañías norteamericanas serán sistemáticamente controlados, indicó el Ministerio alemán de Interior. También deberán enseñar lo que llevan dentro del equipaje de mano.
Un comunicado del Departamento de Justicia confirmó que los “análisis preliminares, realizados en el laboratorio del FBI en Washington, han encontrado dos artefactos explosivos caseros en las zapatillas de deporte de Reid”. En el tacón tenía dos agujeros y algo que parecía un alambre detonador. No se ha especificado el tipo de artefacto, pero la prensa cita fuentes oficiales y habla del C-4, un explosivo militar muy maleable y potente. Los expertos se dividen sobre el alcance de una posible explosión. Unos dicen que sólo habría matado a los vecinos de Reid. Otros afirman que habría provocado cuantiosos daños al aparato.
La identidad del sospechoso no se ha establecido con seguridad. Viajaba con un pasaporte británico, emitido hace unas semanas en Bruselas, con el nombre de Richard Colvin Reid. Las autoridades del Reino Unido han confirmado la autenticidad del documento, pero las francesas insisten en que se trata de un sujeto de Sri Lanka llamado Tariq Raja, que también responde al nombre de Abdel Rahim. El periódico Washington Post señaló que las autoridades estadounidenses no descartaron que se podría tratar del cumplimiento de una orden de comando en conexión con algún grupo extremista e incluso Al-Qaida. En Sri Lanka viven “1,4 millones de musulmanes que podrían haber decidido pasar a la acción de una manera u otra contra Estados Unidos tras los ataques contra Afganistán”, destacó Jack Jacobs, ex coronel del Ejército estadounidense y analista militar de la cadena NBC. Según el diario Boston Globe, el FBI parece convencido de que Reid no pudo confeccionar por sí mismo un explosivo tan complejo y que por lo menos habría un cómplice.
Dos de las incógnitas que debe resolver la investigación es cómo Reid, con los explosivos disimulados en sus zapatillas, pudo eludir los controles de seguridad del aeropuerto parisino y cómo pudo embarcar en un vuelo en el que ya trató de subir el día anterior y fue rechazado por el personal de tierra por su “apariencia sospechosa”. Todo ocurrió el pasado sábado. Reid trató de encender una de sus zapatillas en un Boeing 767 de American Airlines, con 185 pasajeros y 12 miembros de la tripulación. El avión volaba hacia Miami y estaba a punto de entrar en el espacio aéreo de Estados Unidos. Una azafata olió algo sospechoso y pidió ayuda a los pasajeros, que, tras una violenta pelea, pudieron neutralizar al sospechoso y lo ataron al asiento.
Dos “cazas” F-15 escoltaron el avión hasta aterrizar en Boston, donde entregaron a Reid a las autoridades. Al ser detenido, Reid profirió amenazas en inglés y advirtió de futuros atentados. El 11 de diciembre, las autoridades de Aviación Civil estadounidenses advirtieron a las líneas aéreas de que terroristas podían ocultar armas en sus zapatos. Ahora se han incrementado las medidas de seguridad en todos los aeropuertos del país. La jueza Judith Dein ordenó el arresto de Reid sin posibilidad de fianza y la asignación de un abogado de oficio para el caso.

 


 

BIN LADEN, CASI EL HOMBRE DEL AÑO DE “TIME”
Giuliani, el gran comodín

Por Michael Ellison
Desde Nueva York

El criterio normal para determinar la identidad de la persona del año de la revista Time fue abandonado el domingo para evitar que la distinción recayera en Osama bin Laden. De acuerdo con las reglas del ritual, en el que la selección la hacen los editores de la revista, la elección debería hacerse sobre la siguiente base: “La persona que más haya afectado al mundo durante el año, para bien o para mal”. En el pasado, esto colocó en las tapas a figuras como Stalin, el ayatolá Jomeini y a Hitler. El ganador de este año fue el alcalde saliente de Nueva York, Rudolph Giuliani, cuando el candidato número uno era nada menos que el terrorista saudita.
“Aunque nos pasamos horas debatiendo los pros y contras de elegir a Osama bin Laden, finalmente fue fácil descartarlo”, dijo un director editorial de Time, Jim Kelly. “No es una figura con una amplia envergadura histórica amplia. Tal como lo muestran los videos, es más insignificante de lo que se cree, un terrorista de jardín cuyo plan maldito tuvo más éxito de que lo que él esperaba y que ahora está muerto o huyendo para salvar su vida”. Giuliani, de 57 años, deja su función dentro de una semana, después de haber cumplido dos períodos de cuatro años. Fue elegido, dijo Kelly, “por su coraje el 11 de setiembre y después, cuando un hombre muy humano demostró una fortaleza sobrehumana en un momento en que todo el país estaba siendo puesto a prueba”.
Una encuesta de Time/CNN demuestra que al 60 por ciento de aquellos que tomaron parte de la votación para “la figura del año” les gustaría ver a Giuliani en el Senado de Estados Unidos o como gobernador del estado de Nueva York, aunque los cifras bajan a un 25 por ciento cuando se discute la vicepresidencia. En el futuro inmediato se espera que dirija su propia empresa bajo el paraguas de la firma contable Ernst y Young. Antes del 11 de setiembre, el legado de Giuliani era el de un hombre que había convertido a Nueva York en una ciudad segura (la tasa del crimen bajo ahora a más del 70 por ciento) pero cuya administración degeneró en una telenovela.
Habiendo derrotado a sus enemigos originales (sus opositores políticos, la industria del entretenimiento de adultos, los choferes de taxis, los vendedores callejeros, los medios), se hizo de dos nuevos enemigos: un cáncer de próstata y su segunda esposa, Donna Hanover, una actriz. Al cáncer, aparentemente lo derrotó; la esposa, sin embargo, es más tenaz y el debió mudarse de su hogar en junio a una habitación en el departamento de un amigo, un comerciante de automóviles gay. Las noches las pasa con su “amiga especial”, la nueva mujer en su vida.
Lord Jenkins, el autor y político británico cuya biografía de Churchill sirvió de apoyo a Giuliani en los días posteriores a los ataques terroristas, dijo: “Lo que Giuliani logró hacer es lo que Churchill logró hacer en el terrible verano de 1940. Logró crear la ilusión de que estamos destinados a ganar”.

* The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

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