Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


EL CURA OSVALDO MUSTO VISITO AL MINISTRO DEL INTERIOR
Para que la transparencia se note

El párroco de Balvanera, en la Ciudad de Buenos Aires, visitó a su �amigo�, el ex gobernador de Mendoza Rodolfo Gabrielli.

El sacerdote Osvaldo Musto fue para escuchar y hacerse escuchar a la Casa Rosada.

Por W. U.

El sacerdote Osvaldo Musto, un hombre de la Iglesia Católica que siempre ha mantenido estrechos vínculos con el justicialismo, hizo su aparición ayer en la Casa Rosada para “saludar a un amigo”, el ministro del Interior Rodolfo Gabrielli, y aprovechó la oportunidad para respaldar la decisión oficial de suspender el pago de la deuda externa. El cura, párroco de Balvanera en la Capital Federal y vicepresidente de Cáritas de la arquidiócesis porteña, dijo también que “le he señalado como una inquietud (a Gabrielli) que hay que tener mucho cuidado en que la transparencia se manifieste (...) y en que no haya personas cuestionadas”. Sin embargo, no hizo alusión a ninguna persona en particular.
Musto, considerado dentro de la Iglesia Católica como un experto en doctrina social, ha sido uno de los religiosos que con más fuerza sostuvo la necesidad de discutir sobre el tema de la deuda externa y renegociar los términos del pago de la misma.
Recordando a Juan Pablo II, Musto dijo que es necesaria una “consideración ética sobre la deuda tomando en cuenta no sólo la culpabilidad de los deudores, sino también de los acreedores, por la fluctuación inconsulta del tipo de interés, del tipo de cambio, el deterioro de los términos de intercambio y los proteccionismos de países altamente industrializados contra nuestros productos”.
El sacerdote Musto es el primer representante de la Iglesia que se entrevistó oficialmente con funcionarios del nuevo gobierno, aunque se sabe que existen contactos entre autoridades eclesiásticas y dirigentes políticos del justicialismo. Para el cura “no hay margen para equivocarse” después de lo ocurrido la semana anterior porque “de lo contrario se van a acentuar las desesperanzas y por lo tanto los estallidos”.
Respecto del nuevo gobierno, Musto dijo que “tengo esperanza, pero también hay que señalar a la gente que los que asumieron no son Mandrake. Hace tiempo que estamos en crisis y hay que renovar la conciencia de los políticos para que los partidos políticos no sean meras empresas electoralistas, sino que estén al servicio del bien común”. Agregó el sacerdote que “en este momento todavía se ve mucha apetencia por el poder en algunos grupos” políticos.
Por su parte, el obispo emérito de Viedma, Miguel Hesayne, dio a conocer un mensaje autocrítico diciendo que la Iglesia argentina “no ha sido suficientemente lúcida para iluminar las tinieblas del pecado de corrupción que oscurece hasta el sentido de la Nación”. Para Hesayne está faltando “la opción preferencial por los pobres como dirección fundamental en una nueva evangelización” y “está faltando una catequesis política que forme la conciencia de los dirigentes del país”.
En su saludo navideño, el obispo de Chascomús, Carlos Malfa, hizo un llamado para “cuidar las estructuras de la auténtica democracia y vivir las virtudes morales de justicia y solidaridad”, asegurando que hoy “es posible para los dirigentes políticos y sociales tener la grandeza de espíritu que les exige su vocación y la gravedad del momento con la sabiduría y la renuncia, la fortaleza y la templanza, la prudencia y la sensatez que se imponen para salvar la Nación”.
Los obispos católicos de la provincia de Entre Ríos, entre quienes se cuenta el presidente de la Conferencia Episcopal, Estanislao Karlic, emitieron una declaración en la que señalan que “son horas en que todos, dirigentes y ciudadanos, en nuestro país, debemos asumir actitudes de heroica generosidad; saber ser responsables, ahí donde estamos, cumpliendo cabalmente con nuestros compromisos y deberes, sabiendo hacer los renunciamientos necesarios para servir mejor a los demás”. Agregaron los obispos que “nuestra Patria debe asentarse sobre cimientos sólidos, firmes, que perduren: verdad, amor, justicia y solidaridad, sentido de fraternidad”.

 

OPINION
Por Washington Uranga

A la expectativa

La renuncia de Fernando de la Rúa y la asunción de Adolfo Rodríguez Saá no modificaron sustancialmente el grado de preocupación existente en gran parte del Episcopado católico respecto de la situación del país, de la gravedad de la realidad social y acerca de las cuestiones de fondo, que consideran de orden moral, que denunciaron en sus últimos documentos. Es cierto que los obispos, como la mayoría de la población, abrieron un compás de espera y aguardan el desarrollo de los acontecimientos que genere el equipo encabezado por el presidente provisional. Sin embargo, en la mayoría del Episcopado persiste la convicción de que la salida de la difícil coyuntura exige una gran concertación nacional que sume todas las fuerzas y las voluntades, involucrando en ello a todos los sectores, más allá de identificaciones políticas, intereses económicos, grupos u organizaciones. Esta fue la tarea en la que estuvieron embarcados los máximos dirigentes eclesiásticos en las semanas previas a la renuncia de De la Rúa. En esa ocasión las máximas autoridades del Episcopado hablaron con todos o con casi todos los interlocutores posibles y a todos ellos les reclamaron “magnanimidad” para deponer intereses sectoriales y “generosidad” para buscar alternativas comunes. Varios señalan hoy que, si bien se habían dado pasos, la falta de actitud y de iniciativa política del propio presidente renunciante se convirtió en el más serio obstáculo para llegar a buen puerto. Pero también la negativa de varios de los entrevistados a resignar intereses o beneficios. Todavía hoy los obispos siguen considerando que no hay soluciones a los graves problemas del país si no se parte de un acuerdo que involucre a todos los sectores.
“De esto no se sale con el aporte de un solo partido o de un solo grupo” se ha escuchado decir a más de un hombre de la Iglesia. La idea de alimentar la concertación sigue vigente. Quienes la impulsan saben, por una parte, que hoy la dinámica política es totalmente distinta y que, por lo tanto, las reglas de juego son también otras. Pero al mismo tiempo, las razones de fondo en lo social, sostienen, siguen tan presentes como antes y pueden derivar todavía en consecuencias tan desagradables como inesperadas. Mientras aguardan que se reacomoden las piezas, los obispos siguen atentos al desarrollo de los acontecimientos y han reiterado su disposición a colaborar como facilitadores y garantes en cualquier iniciativa de diálogo y concertación.

 

PRINCIPAL