Por W. U.
El sacerdote Osvaldo Musto,
un hombre de la Iglesia Católica que siempre ha mantenido estrechos
vínculos con el justicialismo, hizo su aparición ayer en
la Casa Rosada para saludar a un amigo, el ministro del Interior
Rodolfo Gabrielli, y aprovechó la oportunidad para respaldar la
decisión oficial de suspender el pago de la deuda externa. El cura,
párroco de Balvanera en la Capital Federal y vicepresidente de
Cáritas de la arquidiócesis porteña, dijo también
que le he señalado como una inquietud (a Gabrielli) que hay
que tener mucho cuidado en que la transparencia se manifieste (...) y
en que no haya personas cuestionadas. Sin embargo, no hizo alusión
a ninguna persona en particular.
Musto, considerado dentro de la Iglesia Católica como un experto
en doctrina social, ha sido uno de los religiosos que con más fuerza
sostuvo la necesidad de discutir sobre el tema de la deuda externa y renegociar
los términos del pago de la misma.
Recordando a Juan Pablo II, Musto dijo que es necesaria una consideración
ética sobre la deuda tomando en cuenta no sólo la culpabilidad
de los deudores, sino también de los acreedores, por la fluctuación
inconsulta del tipo de interés, del tipo de cambio, el deterioro
de los términos de intercambio y los proteccionismos de países
altamente industrializados contra nuestros productos.
El sacerdote Musto es el primer representante de la Iglesia que se entrevistó
oficialmente con funcionarios del nuevo gobierno, aunque se sabe que existen
contactos entre autoridades eclesiásticas y dirigentes políticos
del justicialismo. Para el cura no hay margen para equivocarse
después de lo ocurrido la semana anterior porque de lo contrario
se van a acentuar las desesperanzas y por lo tanto los estallidos.
Respecto del nuevo gobierno, Musto dijo que tengo esperanza, pero
también hay que señalar a la gente que los que asumieron
no son Mandrake. Hace tiempo que estamos en crisis y hay que renovar la
conciencia de los políticos para que los partidos políticos
no sean meras empresas electoralistas, sino que estén al servicio
del bien común. Agregó el sacerdote que en este
momento todavía se ve mucha apetencia por el poder en algunos grupos
políticos.
Por su parte, el obispo emérito de Viedma, Miguel Hesayne, dio
a conocer un mensaje autocrítico diciendo que la Iglesia argentina
no ha sido suficientemente lúcida para iluminar las tinieblas
del pecado de corrupción que oscurece hasta el sentido de la Nación.
Para Hesayne está faltando la opción preferencial
por los pobres como dirección fundamental en una nueva evangelización
y está faltando una catequesis política que forme
la conciencia de los dirigentes del país.
En su saludo navideño, el obispo de Chascomús, Carlos Malfa,
hizo un llamado para cuidar las estructuras de la auténtica
democracia y vivir las virtudes morales de justicia y solidaridad,
asegurando que hoy es posible para los dirigentes políticos
y sociales tener la grandeza de espíritu que les exige su vocación
y la gravedad del momento con la sabiduría y la renuncia, la fortaleza
y la templanza, la prudencia y la sensatez que se imponen para salvar
la Nación.
Los obispos católicos de la provincia de Entre Ríos, entre
quienes se cuenta el presidente de la Conferencia Episcopal, Estanislao
Karlic, emitieron una declaración en la que señalan que
son horas en que todos, dirigentes y ciudadanos, en nuestro país,
debemos asumir actitudes de heroica generosidad; saber ser responsables,
ahí donde estamos, cumpliendo cabalmente con nuestros compromisos
y deberes, sabiendo hacer los renunciamientos necesarios para servir mejor
a los demás. Agregaron los obispos que nuestra Patria
debe asentarse sobre cimientos sólidos, firmes, que perduren: verdad,
amor, justicia y solidaridad, sentido de fraternidad.
OPINION
Por Washington Uranga
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A la expectativa
La renuncia de Fernando de la Rúa y la asunción de
Adolfo Rodríguez Saá no modificaron sustancialmente
el grado de preocupación existente en gran parte del Episcopado
católico respecto de la situación del país,
de la gravedad de la realidad social y acerca de las cuestiones
de fondo, que consideran de orden moral, que denunciaron en sus
últimos documentos. Es cierto que los obispos, como la mayoría
de la población, abrieron un compás de espera y aguardan
el desarrollo de los acontecimientos que genere el equipo encabezado
por el presidente provisional. Sin embargo, en la mayoría
del Episcopado persiste la convicción de que la salida de
la difícil coyuntura exige una gran concertación nacional
que sume todas las fuerzas y las voluntades, involucrando en ello
a todos los sectores, más allá de identificaciones
políticas, intereses económicos, grupos u organizaciones.
Esta fue la tarea en la que estuvieron embarcados los máximos
dirigentes eclesiásticos en las semanas previas a la renuncia
de De la Rúa. En esa ocasión las máximas autoridades
del Episcopado hablaron con todos o con casi todos los interlocutores
posibles y a todos ellos les reclamaron magnanimidad
para deponer intereses sectoriales y generosidad para
buscar alternativas comunes. Varios señalan hoy que, si bien
se habían dado pasos, la falta de actitud y de iniciativa
política del propio presidente renunciante se convirtió
en el más serio obstáculo para llegar a buen puerto.
Pero también la negativa de varios de los entrevistados a
resignar intereses o beneficios. Todavía hoy los obispos
siguen considerando que no hay soluciones a los graves problemas
del país si no se parte de un acuerdo que involucre a todos
los sectores.
De esto no se sale con el aporte de un solo partido o de un
solo grupo se ha escuchado decir a más de un hombre
de la Iglesia. La idea de alimentar la concertación sigue
vigente. Quienes la impulsan saben, por una parte, que hoy la dinámica
política es totalmente distinta y que, por lo tanto, las
reglas de juego son también otras. Pero al mismo tiempo,
las razones de fondo en lo social, sostienen, siguen tan presentes
como antes y pueden derivar todavía en consecuencias tan
desagradables como inesperadas. Mientras aguardan que se reacomoden
las piezas, los obispos siguen atentos al desarrollo de los acontecimientos
y han reiterado su disposición a colaborar como facilitadores
y garantes en cualquier iniciativa de diálogo y concertación.
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