Por Pablo Plotkin
David Lebon, habitante de Chacras
de Coria (Mendoza), sonríe en el lobby del hotel de Belgrano que
eligió para pasar sus días en Buenos Aires. En plena combustión
social, la que provocó la postergación de sus dos shows
en La Trastienda (que finalmente concretará mañana y el
sábado), el ex Pescado Rabioso y Seru Giran percibe las detonaciones
a la distancia, aislado en una cápsula de bienestar espiritual
reforzada por el silencio de este hotel que parece construido en otra
parte. Con un CD doble recopilatorio en la calle Obras cumbres
y la perspectiva de un inminente disco junto a su banda mendocina (que
cuenta en sus filas, entre otros, a Panchi Lebon, uno de sus hijos), el
Ruso habla de este nuevo renacimiento artístico. Uno más
en una historia llena de canciones, moretones y supervivencia. Yo
estaba en Mendoza, no tenía ningún plan de nada, no había
disco en vista, cuenta Lebon. Tenía muchas ganas de
grabar, pero ninguna compañía me lo había ofrecido.
La idea de este doble es que funcione como punto de partida para algo
nuevo. Desde ahora, a olvidarse del pasado. Incluso me ofrecieron grabar
un disco nuevo.
¿Tiene material suficiente?
Tengo 266 temas nuevos. No todos están listos, pero hay como
para un disco. En medio de esta crisis, de pronto a mí se me abrieron
dos puertas muy importantes. Creo que lo mejor que puedo hacer es seguir
tocando, a pesar de todo, porque soy uno de los que pueden dar tranquilidad.
Formo parte del ejército de la bondad, de lo bueno, del amor.
En el librito del CD dice que está atravesando un momento
de mucha comprensión...
Estamos dando un vuelco hacia un lugar que va a ser pacífico,
a pesar de que ahora todo es guerra. Y el arte hace falta. La venta de
entradas para mis shows andan muy bien, pese a todo, lo cual me recuerda
a la época de la guerra de Malvinas, cuando yo grabé El
tiempo es veloz, que fue un disco que se vendió muy bien. Porque
ahí había algo en lo que podías confiar. Y la música
realmente es un bálsamo, te cambia el feeling. Lo que ocurre es
que uno se pega al televisor y eso termina haciéndote mal. Yo me
siento una flor de loto, que vive en el pantano, se alimenta de raíces
podridas y sin embargo está bien arriba. A pesar del lío
que hay, puedo mantener mi felicidad intacta. Mi felicidad y mi sufrimiento
no tienen nada que ver con lo que está pasando.
¿Cómo se hace para que el desastre general no afecte
el interior?
Hay que estar muy fuerte de espíritu. Yo tengo la suerte
de ser como soy, pero además tengo 49 años y ya pasé
por muchas cosas. En el 76 fui secuestrado y torturado. Después
viví la época de Malvinas, la guerra de Vietnam la viví
en Estados Unidos: era muy pequeño y mi vieja enseñaba paracaidismo.
Es increíble que no me haya podrido, que todavía esté
con ganas de hacer cosas. Pero mi misión es ésa, no puedo
escaparme.
¿El aislamiento sirve para componer canciones?
A mí me sirve, porque puedo vivir en mi mundo agradable,
donde no entran las cosas que te pueden sabotear. Puedo inventar y escribir
sobre cosas que son lindas en el medio del caos. El hecho de estar vivo
es fantástico. Siempre repito una frase que me encanta: este mundo
no fue hecho para problemas, por eso no hay soluciones.
¿Qué quedó de aquel proyecto en el que lo acompañaban
Pablo Guerra en guitarra, Federico Gil Solá en batería,
Pablo Memi en bajo?
Ese fue un proyecto de la BMG, de (el productor) Afo Verde, que
de entrada no me gustó. Yo quería que tocara mi banda. Póngase
en mi lugar: tenía que viajar a Mendoza y decirles a mis músicos:
Chicos, ¿saben qué? Este disco y este concierto tengo
que hacerlos con otra gente. Es muy feo, y me duele que un tipo
te proponga eso. Aparte mis músicos son excelentes. Suenan mucho
mejor que toda esa banda que se armó, sin despreciar a nadie. Había
músicos de los que ni me acordaba el nombre. Eso se grabó
en vivo en el Coliseo, pero se nota que yo no estoy al cien porcien. Accedí
a hacerlo porque pensaba que, después de eso, íbamos a poder
hacer un disco nuestro. Y no sucedió nunca más nada. No
volvieron a llamar, yo llamaba y no me contestaban. Pero mi mayor virtud
es la paciencia. Gracias a eso puedo componer, estar claro, cuidarme,
cuidar mi cuerpo, saber hacia dónde ir. Creo que eso es la sabiduría.
Estoy entrando una etapa de señor grande que me acerca bastante
a la sabiduría.
¿Y eso conjuga con el rock?
Absolutamente. Creo que el rock es una de las artes de la vida en
que uno puedo llegar a muy viejo, mientras te den la voz, los dedos y
el cuerpo. El rockero que sufre es por exceso de alcohol y drogas. Pasé
por ahí y a veces me acuerdo de cosas que me dan miedo.
¿En este momento es un asceta total?
Sí, salvo por el cigarrillo. Nada de alcohol, ni nada. A
lo sumo me tomo un Migral si me duele la cabeza. Ya está. Lo probé,
pasé, compuse, tuve fiestas, me divertí. Todo fenómeno.
Ninguna de esas cosas me dañó más de la cuenta, pero
como tipo inteligente supe que si jugás demasiado con un juguete
lo vas a terminar rompiendo. El cuerpo es igual. Si jodés mucho,
algo te va a saltar.
HABRA
CUATRO ELENCOS DIFERENTES
Monólogos veraniegos
En su reinicio de funciones
para 2002, la obra Monólogos de la vagina será representada
por cuatro elencos en las principales plazas turísticas. Durante
este año, la obra de Eve Ensler fue dirigida por Lía Jelín,
en la Sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza. En ese mismo lugar, a partir
del 10 de enero, se producirá el reencuentro del mítico
grupo Gambas al Ajillo: Alejandra Flechner, María José Gabín
y Verónica Llinás se encargarán de los monólogos
los jueves a las 20.30, viernes y sábados 20.30 y 22.30 y domingos
a las 20.30. En Mar del Plata se presentará, a partir de mañana
y en el Teatro Auditorium, el primer trío que llevó a cabo
la pieza, integrado por Betiana Blum, Alicia Bruzzo y Andrea Pietra.
En el Teatro Candilejas de Villa Carlos Paz, en tanto, los monólogos
estarán a cargo de María Leal, Susú Pecoraro y Carolina
Peleritti, quienes estarán en la sala cordobesa de miércoles
a domingos. Finalmente, el Salón Montecarlo del Hotel Conrad de
Punta del Este será el escenario de la puesta uruguaya para la
temporada veraniega, con Cecilia Dopazo, María Fiorentino y Gabriela
Toscano en los roles centrales. Las presentaciones serán entre
el 17 y el 20 de enero, y del 8 al 12 de febrero.
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