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FALLECIO SIR NIGEL HAWTHORNE, FIGURA DEL CINE, TEATRO Y TV
El caballero inglés dijo good bye

Su éxito más resonante fue
el protagónico de una serie televisiva, pero el film �La locura del rey Jorge� casi lo lleva hasta un Oscar.

Hawthorne en �La locura...�, de Nicholas Hytner, un film que en 1994 lo hizo trascender la pantalla chica.

El actor Sir Nigel Hawthorne, protagonista de la película La locura del rey Jorge y de la serie de televisión británica “Sí, ministro”, falleció ayer a los 72 años. Así lo informó por la mañana en Londres quien fue su agente durante 30 años, Ken McReddie, que detalló que el caballero del Imperio, titulo honorífico que le concedieron en 1999, había sufrido un ataque al corazón en su casa. Hawthorne acababa de ser dado de alta en el hospital donde en los últimos días se había sometido a un tratamiento de quimioterapia para tratar de combatir el cáncer detectado hace 18 meses. Según McReddie, el tratamiento contra el cáncer había dado buenos resultados y el infarto se produjo de manera inesperada. “Era un actor brillante y un amigo maravilloso. Me siento muy triste y tengo una gran sensación de pérdida”, afirmó. Hawthorne saltó a la fama como el intrigante Humphrey Appleby en la serie de televisión de la BBC “Sí, ministro”, pero fue su interpretación del soberano Jorge III de Inglaterra en la película La locura del rey Jorge la que le otorgó un reconocimiento internacional instantáneo. El film dirigido en 1994 por Nicholas Hytner le propició una nominación para el Oscar al mejor actor.
Nacido en Coventry (centro de Inglaterra) en 1929, cuando apenas contaba dos años su familia emigró a Sudáfrica, donde él se crió. Comenzó estudios universitarios de periodismo en Ciudad del Cabo, pero los abandonó luego de un año para comenzar su carrera de actor. Tras un intento fallido en los cincuenta, a comienzos de la década de los sesenta regresó definitivamente al Reino Unido. Su comportamiento modesto lo apartó de los grandes papeles, hasta que su interpretación de un indeciso en una puesta londinense de la obra El filántropo, de Christopher Hampton, le reveló que debía mostrarse más seguro de sí mismo. “Llevaba en esto 24 años y todo el tiempo me había estado preguntando qué es lo que hacía mal. Ese papel me enseñó a ser un poco más positivo”, declaró en una ocasión. A partir de entonces, su carrera comenzó a florecer hasta alcanzar el estrellato televisivo en “Sí, ministro”, una serie que comenzó en 1977 y llegó a emitirse en cincuenta países. Hawthorne volvió a meterse en la piel del funcionario Appleby para la continuación, “Sí, primer ministro”, durante los años ochenta.
El éxito televisivo le permitió estabilizarse, y comenzaron a llegar mejores ofertas para el cine, como Shadowlands (1991) y, sobre todo, la convocatoria de Hytner para interpretar a Jorge III en la versión cinematográfica de La locura del Rey Jorge. Fue durante la campaña de los Oscar de ese año cuando la prensa estadounidense reveló su homosexualidad.
El actor, quien desde 1979 vivía en una mansión del siglo XV en la campiña inglesa con su compañero Trevor Bentham, siempre se mostró contrario a llevar adelante una militancia de su homosexualidad, y afirmaba que “hacer gala de la sexualidad de uno ofende a las personas ¿Qué sentido tiene hacer eso si estás intentando ganártelas?”.

 


 

UNA INESPERADA REVELACION DE SU ULTIMA SECRETARIA
“Marlene Dietrich se suicidó”

La actriz Marlene Dietrich, fallecida en 1992 en París a los 90 años de edad y de la que Alemania celebra el jueves el centenario, se habría suicidado: así lo declaró su confidente, Norma Bosquet, de 76 años, que la acompañó en los últimos años de su vida. Según Bosquet, Dietrich se quitó la vida seguramente por miedo a ser hospitalizada. “Es posible que haya muerto de una sobredosis de somníferos”, declaró la mujer, que fue secretaria de la actriz antes de ser su amiga y que la visitaba todos los días en el departamento parisino en el que Dietrich vivió encerrada los últimos doce años de vida, después de sufrir una fractura del fémur.
Marlene Dietrich sufrió una hemorragia cerebral dos días antes de morir, el 6 de mayo de 1992. “A raíz de ello, ya no podía seguir viviendo en su departamento, tendría que haberse ido a un asilo de ancianos, lo que no quería en absoluto”, afirmó Bosquet, agregando que la actriz le pidió que le dejara un frasco de somníferos al alcance de la mano. Bosquet y el nieto de la actriz, Peter Riva, habían iniciado gestiones para obtener una habitación en un establecimiento. “Cuando volví a su departamento de la avenida Montaigne, el paquete de somníferos había desaparecido. Creo que los había ingerido”, afirmó Bosquet. Dietrich fue enterrada en Berlín, su ciudad natal, sin que su cadáver fuera sometido a autopsia.
Norma Bosquet conoció a Dietrich en 1977. Como secretaria, la ayudó a escribir sus memorias en inglés. Alemania celebra desde ayer el centenario del nacimiento de la intérprete, a quien rendirá homenaje oficialmente el presidente Johannes Rau. Y sin embargo, en vida de la estrella, las relaciones con su país natal fueron conflictivas. El presidente alemán decidió honrar a “una artista sin par que se comprometió en favor de la libertad y de la democracia en la época de la dictadura nacional-socialista”, pero numerosos alemanes siguieron considerándola, mucho después de 1945, como una traidora.
Dietrich, que se fue a Hollywood inmediatamente después de ser revelada en El ángel azul de Josef Sternberg (1930), huyendo del nazismo, adquirió la nacionalidad estadounidense e incluso cantó para las tropas norteamericanas en el frente europeo durante la Segunda Guerra Mundial. Diva y sex symbol de toda una generación, Dietrich trabajó con los más grandes cineastas, de Ernst Lubitsch a Fritz Lang, pasando por Orson Welles y Alfred Hitchcock. Hija de un oficial de la policía prusiana, María Magdalena von Losch, su verdadero nombre, ocultaba tras sus ademanes de vamp y su voz sensual un carácter severo forjado por una estricta educación. Pero era también una gran consumidora de alcohol y medicamentos, como las declaraciones de Bosquet parecen ahora confirmar.

 

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