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APOYO CONDICIONAL DEL GOBIERNO Y EMPRESAS ESPAÑOLES
Respaldo con un ojo en las tarifas

La visita del canciller español se expuso como una muestra de apoyo, pero resultó una gestión en defensa de sus empresas.

Josep Piqué, canciller español, junto
a su par argentino, José María Vernet.
Gestos amables y advertencias veladas
para que no se cambien los contratos de concesión.

Por Cledis Candelaresi

El canciller español Josep Piqué aseguró ayer que su país está dispuesto a “apoyar” a la Argentina en esta situación crítica aunque, al mismo tiempo, subrayó la necesidad de que el Gobierno aplique políticas “serias” y “predecibles” y, fundamentalmente, que “respete la seguridad jurídica”. Antes de plantearle este reclamo al propio presidente Adolfo Rodríguez Saá, el diplomático se reunió con las principales inversoras hispanas en el país, la mayor parte de ellas adjudicatarias de servicios públicos privatizados. Durante ese cónclave quedó expuesta la mayor angustia que aqueja a este núcleo de empresas: la devaluación –directa o por la vía de una tercer moneda depreciable– y la eventual desdolarización de las tarifas, algo que el secretario de Hacienda, Rodolfo Frigeri, sugirió que tiene intenciones de hacer.
España seguirá apoyando a la Argentina, incluso desde su temporal comando de la Unión Europea. Pero según insinuó Piqué, ese respaldo político, que en el caso del blindaje se tradujo también en un apoyo económico, exige como contrapartida que no se vulneren las reglas que ampararon las inversiones españolas en el país. En la última década, de la mano de la Convertibilidad, las firmas de ese origen invirtieron por 41 mil millones de dólares y ocupan 70 mil empleos, el grueso responsabilidad de prestadoras de servicios públicos. Telefónica, Repsol, Edesur y Dycasa, entre otras varias, integran ese grupo.
Antes del encuentro con el presidente y el canciller local, José María Vernet, Piqué escuchó de boca de los principales ejecutivos de catorce compañías ibéricas con intereses en el país su diagnóstico de situación y eventuales demandas al nuevo gobierno argentino durante una reunión en el Hotel Alvear. Uno de los principales desvelos es común a cualquier empresa que opere en el mercado local, al margen de su origen, y está generado por la incertidumbre: en aquel encuentro nadie podía conjeturar con fundamento qué características tendrá la emisión de los argentinos, ni cuánto ni cuán rápido podrá este devaluarse, ni cuándo se flexibilizarán las restricciones para girar divisas o cómo seguir importando insumos.
Pero la mayor angustia empresaria está relacionada con el futuro del tipo de cambio, a pesar de que una eventual corrección impacta de modo diferente según la empresa de la que se trate. Repsol bien puede aprovechar la libre disponibilidad del combustible y un dólar más caro para aumentar sus exportaciones y compensar una mayor caída en el consumo interno. Pero otra es la situación de las telefónicas o las distribuidoras eléctricas, cuyas tarifas están ancladas al dólar y, en algunos casos, al índice de precios de los Estados Unidos.
Una devaluación obligaría a encarecer las tarifas de servicios públicos dolarizadas, en un momento que las empresas consideran social y políticamente inviable aplicar cualquier incremento. “Para que nuestra inversión sea rentable necesitamos tener mercado: consumidores, que puedan pagar el servicio”, advertía ayer el directivo de una privatizada de origen hispano, reconociendo el brete en el que se encuentran.
Según conjeturaban ayer los empresarios en la intimidad de aquella reunión privada, el otro camino para enfrentar una eventual devaluación es la disminución en la calidad de los servicios que prestan. De ese modo, compensarían la presunta pérdida de rentabilidad por desenganchar el precio del servicio del dólar, con una reducción de costos. Aunque en este supuesto caso, analizaron, también habría que reinstaurar la tradicional indexación en base a los precios argentinos.
Todas estas especulaciones cobraron más sentido cuando Frigeri advirtió que habría que “revisar las privatizaciones (...) porque muchas cosas se hicieron mal”, planteando la posibilidad de romper el vínculo de las tarifas con el dólar y el PPI norteamericano y poniendo en guardia a más de una concesionaria.
Puertas afuera, sin embargo, los españoles mostraron una gentileza casi impostada. “Era la crónica de una situación inevitable”, opinó Piqué enrelación a la suspensión del pago de la deuda externa. “Nuestras inversiones son de largo plazo. Hemos venido aquí para quedarnos”, prometía al mismo tiempo el directivo de Repsol José María Rainero, intentando ahuyentar los temores de un éxodo español.

 


 

NUEVO DEBATE SOBRE TARIFAS EN TRENES URBANOS
Aumentos o baja de frecuencia

Los concesionarios de trenes urbanos comenzaron ayer a analizar con el flamante secretario de Transporte, Marcelo Salinas, una nueva fórmula para enfrentar el colapso económico y, al mismo tiempo, salvar las concesiones. Entre las alternativas puestas sobre la mesa de discusión por las empresas está la imposición de una tarifa plana, que fijaría en 75 centavos los boletos de las líneas de pasajeros, sin distinguir secciones. De prosperar esta variante, el subte aumentaría 5 centavos para ubicarse también en aquel valor. Otra opción será disminuir la frecuencia de los trenes.
Hoy los boletos de los trenes cuestan entre 50 y 95 centavos, según los tramos, con lo cual las primeras secciones podrían sufrir un incremento de hasta el 50 por ciento. Como contrapartida, las empresas dejarían de cobrar un aumento de 10 centavos en cada uno de los tramos que debía comenzar a regir a partir del 1º de enero, según la última versión de los contratos de concesión.
Esos contratos reemplazaban el subsidio para obras y operativo con que fueron concesionadas las líneas por una mayor tarifa, que debería permitir a las empresas recaudar los fondos suficientes para hacer nuevas inversiones. Estos proyectos quedaron archivados y ahora las adjudicatarias se conforman con que el gobierno destine planes de empleo para obreros que puedan reparar tramos de vías imprescindibles. En otros términos: que en lugar de subvencionarle la obra íntegra, las libere del costo de la mano de obra.
Como alternativa a la tarifa plana, que entraña un aumento difícil de soportar por los usuarios de trenes, las empresas sugirieron al gobierno disminuir la frecuencia y hasta suspender el servicio nocturno. De esa manera, la tarifa podría quedar como está, pero los adjudicatarios tendrían una disminución de costos operativos.
Quizás hoy mismo quedaría constituida una comisión mixta especial para revisar estos contratos, que incluyen un urticante punto pendiente: las concesionarias reclaman más de 200 millones de pesos al Estado por el subsidio de inversiones que éste no le pagó.
Durante la gestión delarruista, los operadores de líneas urbanas habían conseguido la promesa oficial de cancelar esa deuda con bonos, que estaban dispuestas a aceptar a valor real. Pero el Estado habría honrado sólo parcialmente este compromiso, dando lugar a la actual exigencia empresaria.

 

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