Por Alejandra Dandan
Los primeros pasos de la investigación
parecen la secuencia de una película de James Bond. Ayer a la madrugada
en pleno barrio de Boedo hubo un crimen con las marcas de la mafia china.
Página/12 pudo saber que ésta es la hipótesis más
fuerte de la investigación que estudia la muerte en una explosión
de un hombre chino, dueño de un pequeño cibercafé
de la avenida San Juan al 3200. Fue una venganza o una advertencia:
un clásico ajuste de cuentas de las Thong, las organizaciones vinculadas
a las tríadas chinas que funcionan en el país, sostuvo
ante este diario una calificadísima fuente de la investigación.
Hasta el miércoles a la tarde, en la avenida San Juan 3235 funcionaba
sólo una de las populares salas porteñas para adictos a
Internet. Nada más. Hasta ahí lo único que unía
el ciberbar con la cultura asiática era su dueño: un chino
que poco tiempo antes de montar esta sala llamada Origen Internet, tenía
un tenedor libre menos popular. Toda la historia de misterio apareció
después, exactamente cuando en Buenos Aires daba la una y media
de la madrugada y el SAME oía en el teléfono la voz alterada
de un vecino de Boedo, pidiendo una ambulancia urgente por una emergencia.
Marcelo Muro, el director del SAME, corrió hacia el lugar apenas
le pasaron la denuncia. No era un llamado cualquiera, el vecino había
mencionado la palabra explosión en su llamado. Aunque pocos lo
saben, desde el 11 de septiembre cada vez que en Buenos Aires se hacen
denuncias de este tipo, el SAME y las fuerzas de seguridad montan todo
un operativo de película alrededor de la zona afectada. Eso hicieron
esta vez. Mientras una ambulancia especial llegaba hasta la puerta del
bar para dedicarse a quienes necesitaban ser evacuados, otros equipos
montaban un operativo de control en 200 metros a la redonda.
Pocos minutos después todos los movimientos quedaron reducidos
a un sólo punto: la puerta del ciberbar. El único lugar
que exhibía la devastación la explosión era el salón.
Sobre el frente del local, el director del SAME encontró a tres
cibernautas confundidos: Tenían heridas de gravedad: politraumatismos
y quemaduras, explicó el director del SAME sobre los dos
hombres y la mujer que derivó al Instituto del Quemado y al Hospital
Ramos Mejía y que hasta anoche permanecían internados con
parte reservado.
El hombre chino no estaba en el salón principal sino al fondo del
local, y con el cuerpo abierto en dos y destrozado. La forma del crimen
y las de su cuerpo fueron las primeras signos sobre la posible intervención
mortal de sus coterráneos. Le habrían colocado el
artefacto explosivo sobre el tronco, pero antes lo desmayaron o lo mataron
para ponerlo en forma horizontal, asegura una de las fuentes de
la investigación después de haber observado el cuerpo con
el tronco reventado, abierto en dos: desde la ingle hasta el cuello.
La evisceración, tal el nombre técnico del estado en el
que quedó el cuerpo, fue completa. Sólo sus manos quedaron
en buen estado, dato que parece cerrar con el tipo de crímenes
de los misteriosos comandos asiáticos. Con la destrucción
del cuerpo, los asesinos buscarían eliminar también las
marcas de los símbolos tatuados que podrían vincular al
muerto con alguna organización local. Este tipo de destrozos
que pretende borrar marcas dice la fuente supone dos hipótesis:
que sea una advertencia o un clásico ajuste de cuentas.
La cocina donde apareció el chino estaba complemente destruía.
La fórmula usada en el explosivo fue tan poderosa que logró
derribar una medianera de 15 centímetros. La estampida no la habría
provocado ni el uso de pólvora común, ni de gas porque no
hubo, dicen, incendio seguido de explosión. Los expertos evalúan
como posible el uso de un explosivo plástico de alta velocidad
de detonación: Semtex o C4, el primero de fabricación norteamericana
y el segundo producido por Checoslovaquia. Sólo es posible obtenerlos
en los andariveles del mercado negro: Suelen usarse en actos terroristas,
en el país sólo pueden usarlo lícitamente los militares
y estos productos acá no se usan. Con la hipótesis
del investigador conviven aún otras. El cuerpo de bomberos del
cuartel 2 que intervino aún asegura, por ejemplo, que en la casa
del chino sólo hubo una explosión de gas. Ahora mismo todo
esto aún deberá ser investigado en detalle por la justicia.
De todos modos, las fuentes consultadas aseguran que será difícil
conocer qué es lo que sucedió en Boedo sin la ayuda de los
chinos, los únicos especialistas en el tema.
EL
CASO DE LOS ADOLESCENTES FUSILADOS POR POLICIAS
Otro detenido por la muerte de dos chicos
Otro más. Uno de los
policías involucrados en las muertes de los dos adolescentes que
aparecieron baleados y maniatados en José León Suárez
en abril pasado quedó detenido ayer cuando se presentó en
la fiscalía de San Martín. Además, otros dos efectivos
que permanecían prófugos se entregaron a la Justicia pero
fueron excarcelados.
El suboficial inspector Marcos Bressán quedó preso, acusado
de la privación ilegítima de la libertad de Gastón
Monito Galván, de 14 años, y Miguel Piti
Burgos, de 16 años. Los investigadores lo consideran también
como partícipe del doble homicidio, junto a Carlos Icardo y el
prófugo Martín Ferreyra.
Con Bressán son cinco los policías detenidos por este mismo
caso, investigado por Página/12, que evidencia la existencia de
escuadrones destinados a eliminar rateros. El sargento Oscar
Casco y el cabo primero Mauricio Entivero quedaron eximidos de prisión
debido a un pedido de sus abogados, pero están imputados por privación
ilegítima de libertad.
El viernes pasado habían sido apresados, por orden del fiscal Héctor
Scebba, cuatro policías implicados en estos crímenes. La
historia del Monito y el Piti fue una de las que tomó en cuenta
la Suprema Corte bonaerense en su acordada acerca de las muertes de niños
y jóvenes en supuestos enfrentamientos policiales.
Los abogados de la Coordinadora contra la Represión Policial e
Institucional (Correpi) que patrocinan a Zunilda Ayala, la mamá
del Monito se presentarán hoy para ver el expediente al que
hasta ahora no tuvieron acceso.
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