Por Martín
Granovsky
La clase media porteña
protagonizó anoche un tercer cacerolazo, ubicado por importancia
entre el primero y el segundo de la semana pasada, igual de espontáneo
por la forma en que ascendió la protesta pero más heterogéneo
por los reclamos. Cada cual salió por un motivo propio, pero tres
elementos unificaron a todos: la crítica a la designación
de políticos corruptos, el corralito para depósitos y salarios
y la irritación que produce la existencia de una Corte Suprema
desacreditada. El Gobierno debió enfrentar la protesta con una
medida concreta, y esta misma madrugada produjo la salida del ex intendente
Carlos Grosso a su puesto de asesor en la Presidencia.
Poco después de la medianoche ya estaba llena media Plaza de Mayo
con familias enteras provistas de cacerolas y tachos, mientras miles de
automovilistas hacían sonar la bocina. No había consignas
organizadas, y menos consignas políticas. La gente descansaba a
medida que iba llegando a la plaza y a veces golpeaba los tachos. Muchos
jóvenes.
Ladrones, ladrones... se escuchó desde un grupo que
portaba una bandera argentina, la única identificación en
el lugar.
Nadie convocó al nuevo cacerolazo, que parece haber comenzado,
igual que los anteriores, en Belgrano, para extenderse a Palermo y luego
ser imitado en toda la ciudad.
Esto es contra Menem, fue una de las frases recogidas por
este diario en Plaza de Mayo.
Un señor parado delante, frente a la Casa Rosada, enarbolaba una
pequeña pancarta: Llevé mi plata al banco para que
me la cuiden, no para que me la roben.
Que se vayan todos, pedía un grupo.
Abajo la Corte Suprema, era otro de los reclamos. Los gritos
contra la Corte ya se habían escuchado en el cacerolazo anterior.
Al consultar por mayores precisiones, este diario recogió varias
explicaciones:
La Corte es la que liberó
a Menem.
No podemos confiar en
la Justicia con una Corte como ésta, y sin confianza en la Justicia
no hay república.
Esta es la Corte que
acaba de tirarse contra los fallos que ordenaban levantar el corralito.
En muchos departamentos bastó que alguien iniciara el golpeteo
de una espumadera para que los vecinos prendieran todas las luces y salieran,
primero a los balcones y después a la calle.
En el Viaducto Carranza, entre Palermo y Belgrano, Marcela, psicoanalista,
contó a Página/12 que salió a la calle porque escuchó
ruido de metales.
Fui a los cacerolazos anteriores porque Cavallo era lo peor dijo
mientras su hijita se divertía golpeando su propia cacerola.
Dijo no estar en contra del gobierno de Adolfo Rodríguez Saá
pero sí de algunas designaciones.
No puede ser que Grosso esté de nuevo. Y no puede ser que
encima haga declaraciones arrogantes sobre su inteligencia dijo,
y contó que en los últimos no solo disminuyeron sus ingresos.
También se quejó de que la mayoría de sus pacientes
le pagan en Lecop o Patacones.
La idea de que la nueva moneda, el Argentino, será como papel
pintado, sobrevoló las críticas de anoche.
En Seguí y República Arabe Siria, los vecinos de un edificio
bajaron a protestar a la calle.
Protesto contra todos, y no quiero a ningún político,
dijo una profesora de chicos discapacitados.
No lo quiero a Grosso, dijo un señor.
Me van a pagar en Argentinos, se anticipó el portero
de uno de los edificios.
Y una señora gritó: Que nos dejen sacar los depósitos.
En Recoleta, frente al departamento que ocupa en Buenos Aires el Presidente
en ejercicio, otra señora recordó:
Yo estuve hoy a la mañana en el HSBC de la Avenida Callao
y la ambulancia del SAME tuvo que aparecer tres veces, porque la gente
se descomponía.
A su lado apareció otra queja:
Estamos pareciéndonos a Cuba, señor dijo uno,
y no explicó por qué. Juan Carlos, 58, taxista, vive en
Palermo Viejo. Cuando estaba saliendo con el taxi, vio que había
un cacerolazo y paró:
Para que sepan los políticos que no pueden hacer lo que quieran
-explicó, luego de informar que casi no levantaba pasajeros y que
en las próximas elecciones no votará.
En Charcas y Coronel Díaz Lidia, 38, maestra, dijo que estaba allí
contra María Julia, contra Matilde Menéndez, contra
Grosso y contra Menem. Explicó que aunque Rodríguez
Saá hizo bien cuando bajó su sueldo a tres mil pesos y anunció
que venderá los autos oficiales, los corruptos volvieron.
Una psicóloga de Barrio Norte escuchó ruidos por Pueyrredón,
dejó a su bebé de 10 meses en la cuna y empezó a
golpear. Automáticamente la acompañó todo el barrio.
¿Por qué?
Por el gabinete lleno de corruptos, porque no nos dejan sacar la
plata, porque hacen internas cuando el país se incendia y porque
hacen internas sin pensar en la gente dijo sintética, tras
señalar que su nombre no importaba en esta historia.
Menem, andate a Chile, lejos, gritaba una señora en
Plaza de Mayo. No tengo trabajo y tengo un hijo discapacitado, que
se vayan todos.
Los ladrones se tienen que retirar. No tienen nada que hacer acá
-gritaba un señor.
En la Casa Rosada había una luz prendida en el balcón superior.
En Economía había cinco o seis oficinas iluminadas en el
quinto piso. En la Plaza, bicicletas, mucha gente en bermuda.
Poco antes de la una, más gente seguía llegando a la plaza.
Esta vez, a diferencia de la anterior, no estaban Fernando de la Rúa
ni Domingo Felipe Cavallo, tampoco se trataba de un fenómeno tan
extendido por el país ni seguía a saqueos en el Gran Buenos
Aires y en Rosario.
La semana pasada el cacerolazo terminó de cocinar a un gobierno.
Ahora, ¿cuál será el menú? ¿La renuncia
de algunos funcionarios como pasó anoche con Grosso? ¿Una
política económica que se desprenda de la ilusión
de una devaluación encubierta? ¿El relevo de la Corte? La
protesta, teñida de a ratos de un tono francamente antipolítico,
es difícil de interpretar en un solo sentido. Pero lo que está
claro es que nadie podrá ignorarla. Ni Rodríguez Saá.
Estallido en Once
La línea Sarmiento fue ayer un verdadero infierno. Un conflicto
gremial derivó en la suspensión del servicio de trenes
de la empresa TBA desde las 13, con lo que la gente no pudo volver
a sus casas al salir de trabajar. El conflicto sintonizó
con los ánimos caldeados que se viven por estos días:
a la mañana, dos vagones fueron incendiados en la estación
de Castelar y a la tarde, otro fue quemado en Once, donde además
hubo ventanillas rotas y una parte de la estación destruida.
Hubo boleterías destrozadas y vidrieras astilladas por la
gente indignada por la falta de servicio. Anoche el corte de trenes
se mantenía y no se sabía cuándo iba a ser
restablecido. La protesta de los trabajadores incluyó corte
de vías. Un sector de la Unión Ferroviaria fue el
que llevó a cabo el reclamo por el cobro del aguinaldo. Según
los trabajadores, la empresa dispuso un cronograma de pago por el
que abonará el 50 por ciento el 21 de enero y terminará
de pagar el otro 50 por ciento el 15 de febrero. Por su parte,
mediante un comunicado firmado por el titular del gremio, José
Pedraza, la UF decidió una medida de fuerza mediante la retención
de tareas a partir de las cero horas del lunes 31 de diciembre en
la empresa TBA.
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