Por Mónica
Gutiérrez
Desde Córdoba
La bala que mató a un
chico de 13 años en Córdoba durante la represión
de la semana pasada era de una Itaka de la policía. Así
lo determinó ayer la investigación judicial que lleva adelante
el fiscal Eduardo Soria desde el jueves de la semana pasada. Desde entonces,
la familia de David Moreno y la abogada María Elba Martínez
trataron de probar lo que ayer finalmente se supo a nivel oficial: que
el adolescente murió a causa de los disparos con armas de fuego
usadas por los policías de la provincia mientras trataban de controlar
un saqueo en el supermercado Minisol, de la Villa 9 de Julio de la capital
cordobesa. El titular de la fuerza, Jorge Rodríguez, admitió
que la gente que actuaba (en la represión) puede haberse
quedado sin munición y utilizó el eufemismo de
procedimiento general para referirse a las balas de plomo que terminaron
con la vida del niño.
David Moreno era hijo de una familia de trabajadores y no tuvo otro motivo
que la curiosidad para estar cerca del saqueo que el jueves 20 de diciembre
protagonizó un grupo de carecientes en la Villa 9 de julio, al
oeste de la ciudad de Córdoba. Su hermana más grande aún
recuerda cuando el chico salió de la casa a ver qué
pasaba en el supermercado Minisol, donde un centenar de habitantes
de la villa reclamaban comida. Y no volvió. Recién cuando
la multitud se dispersó advirtieron su cuerpo sin vida tendido
en la calle.
De la autopsia, que se realizó el viernes, se supo que tenía
cuatro balas en el cuerpo: tres con orificios de entrada y salida, y una
alojada en la nuca, la única que se pudo recuperar y que fue objeto
de la pericia. Las balas de goma no entran y salen, señaló
tajante la abogada Martínez, patrocinante de la familia Moreno
y anticipó lo que luego el fiscal confirmaría. Que David
murió a causa de un disparo con escopeta itaka, las mismas que
usaron los efectivos policiales en la brutal represión de los saqueos.
La querella apuntó contra el jefe de la Policía y el ministro
de Gobierno provincial. Ellos son los responsables de esta muerte,
aseguró Martínez. El titular de la Policía admitió
ayer que pudo haber errores cuando se recargaban las armas
y deslizó la posibilidad de que los efectivos terminaran usando
balas de procedimiento general en lugar de balas de goma,
que no son sino proyectiles de plomo, como los que mataron a David. Las
primeras versiones desde la fuerza, a pocas horas de la muerte del niño,
señalaron que no hubo provisión suficiente de balas de goma.
Martínez le dijo a Página/12 que muchos heridos con
armas de fuego dan fe de la clase de represión que llevo adelante
la policía ese día. Una de las testigos de la muerte del
chico, de apellido Parra, tiene un tiro en el paladar con salida en la
nariz y un camino de esquirlas, describió la abogada.
En el ultimo día de trabajo antes de la feria, el fiscal Soria
sólo comunicó las novedades de la causa, pero no imputó
a nadie todavía. Sin embargo, trascendió que ya está
visualizado el grupo que actuó ese día en la Villa 9 de
Julio y que pertenece al grupo de Prevención y Antidisturbios de
la policía cordobesa.
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