Por Julian Borger
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Desde Washington
Los jefes de Estado Mayor Conjunto
de Estados Unidos están considerando un ambicioso plan para el
derrocamiento militar de Saddam Hussein, según dijeron ayer funcionarios
norteamericanos. El plan fue diseñado por el consejero en antiterrorismo
del presidente George Bush, general Wayne Downing, y el rebelde Congreso
Nacional Iraquí (CNI). Las variaciones sobre el plan han sido investigadas
por el CNI en Washington durante los últimos ocho años,
pero la inclusión del general Downing y la rápida derrota
de los talibanes en Afganistán ha hecho más factible la
perspectiva de un cambio en el régimen de Bagdad.
El plan, originalmente llamado Fin del Juego por el líder
del CNI, Ahmad Chalabi, es notablemente parecido a la estrategia utilizada
por Estados Unidos en Afganistán. Iraquíes rebeldes entrenados
en Estados Unidos, apoyados por unos miles de efectivos de las fuerzas
especiales norteamericanas y considerable apoyo aéreo, podrían
llevar a la crema del ejército iraquí a una batalla abierta
y destrozarlo con bombas, gatillando así un motín dentro
de los rangos de las fuerzas de Saddam. Ahmad llegó con el
plan en 1993, pero nadie de la administración Clinton quería
llevarlo a cabo, dijo Francis Brook, un consejero de CNI. Añadió
que el plan ahora está siendo pulido por el Pentágono. Parecen
estar perfeccionando nuestro plan. Hablamos con regularidad al Pentágono
pero es una comunicación en una sola dirección. Hacen preguntas
pero no nos dicen mucho. Pusieron 50 coroneles a trabajar en algo así,
haciéndolo en 50 contingencias diferentes. La cooperación
de Irán con Estados Unidos en la guerra afgana también despertó
expectativas en el CNI y el Pentágono de obtener una ayuda similar
contra Bagdad. En abril, el gobierno iraní le permitió a
CNI abrir oficinas con fondos de Estados Unidos en un elegante suburbio
al norte de Teherán. Marcó la primera vez, desde la revolución
iraní de 1979, que Washington permite que fondos del gobierno se
gasten dentro de Irán. El Departamento de Estado, la CIA y algunos
de los altos uniformados del Pentágono son muy escépticos
del plan Downing-CNI y han señalado los dos fracasos de las dos
insurrecciones previas contra Saddam, en 1991 y 1995. Además, sostienen
los críticos, la CNI con base en Londres no tiene nada parecido
a la presencia militar o a la estructura de la Alianza del Norte de Afganistán,
mientras que el ejército regular iraquí es una fuerza de
500.000 hombres bien equipados con armas pesadas, una fuerza mucho más
poderosa que los talibanes. La gente se está entusiasmando
mucho sobre el tal llamado modelo afgano pero no existe comparación
posible, dijo un consultor del Pentágono.
El Comando Central de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, basado en
Florida, supervisaría cualquier operación en Irak y se sabe
que es reticente a involucrarse en ella. Su ex comandante, general Anthony
Zinni, se burló del plan como la Bahía de las Cabras
una referencia al desastroso intento de 1961 de aterrizar fuerzas anticastristas
en la Bahía de Cochinos. Sin embargo, se cree que el sucesor del
general Zinni, el general Tommy Franks, se opone menos ferozmente. Bajo
el plan Downing-CNI, una fuerza de unos 5.000 combatientes del CNI cruzarían
desde Kuwait hasta Irak y tomarían la base aérea cerca de
Basra, tentando a Saddam a que envíe su excelente división
de tanques Hammurabi al sur, donde sería el anzuelo para los bombarderos
de Estados Unidos.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère
Osama y la banda
en fuga
Si bien Kabul próximamente pedirá a Washington que
detenga los bombardeos en Afganistán, el presidente norteamericano
George Bush se mostró decidido a continuar en la región
hasta que la red Al-Qaida sea eliminada y su líder, Osama
bin Laden, encontrado. Y fue claro al respecto: Nos imagino
allí por un período bastante largo afirmó.
Respecto del paradero del saudí más buscado, Bush
aseguró: Hay muchos informes y toda clase de especulaciones,
pero una cosa es segura: está en el lado de los perdedores
en una fuga en desbandada, dijo Bush. Esto ocurre al tiempo
en que la crisis entre India y Pakistán, perjudicial para
la búsqueda de Bin Laden, amenaza convertirse en un conflicto
abierto. Por ello, el secretario de Estado Colin Powell llamó
ayer a los responsables indios y paquistaníes para convencerles
de terminar con esas tensiones y acabar con la escalada de
fuerza. Ayer se supo que el contingente de entre 3000 y 4000
militares de distintos países que iría a Afganistán,
retrasaría su llegada a Kabul hasta fin de año a causa
de problemas de seguridad en el aeropuerto de Bagram, cerca de la
capital afgana. Esta fuerza estaría compuesta por 4000 hombres.
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AHMED
RASHID, PERIODISTA Y ANALISTA PAQUISTANI
A los talibanes los echó el pueblo
Por Carlos Cué
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Desde
Madrid
El periodista paquistaní
Ahmed Rashid, uno de los mayores expertos en Afganistán del mundo,
sostiene que el verdadero derrumbe del régimen talibán no
lo provocaron los bombardeos norteamericanos, sino el pueblo afgano, que
ya no soportaba más la tiranía y sobre todo la miseria a
la que lo había llevado el movimiento liderado por el molá
Omar. Así se explica que en pocas semanas no quede ni rastro de
quienes dominaron el país, según el autor de Los talibán.
Los talibanes acabaron con el concepto de gobierno. Bloqueaban la
ayuda internacional. Eran incapaces de superar la crisis económica.
Tras cuatro años de sequía, ya no podían alimentar
a la gente. Los occidentales no eran conscientes de lo mucho que se los
odiaba. En cuanto ha habido una ocasión, los propios pashtunes
y otros han protagonizado una revuelta popular y los han echado. Sin esa
ruptura, los norteamericanos nunca habrían tenido tanto éxito,
aseguró en la presentación en Madrid de su nuevo libro,
Yihad, que trata el auge del islamismo en Asia Central.
Rashid cree que Afganistán se recuperará, y confía
sobre todo en su buen amigo Hamid Karzai, y en la nueva
generación de políticos que se están haciendo
con el poder frente a los señores de la guerra. Aunque
el proceso será lento, porque un país como Afganistán
está en crisis cada día. Pero lo que más
le preocupa a Rashid ahora es el juego estratégico. La mayoría
de los dirigentes talibanes, incluido Osama bin Laden, están según
él en Pakistán y allí, donde se originó su
movimiento, tratarán de rearmarse. Aunque no cree que lo consigan,
entre otras cosas porque están desmoralizados. Serán los
regímenes represivos de la zona quienes tendrán
que pararlos.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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