Por Oscar Ranzani
El demorado estreno argentino
de la versión cinematográfica de El señor de los
anillos sigue desvelando a los fanáticos de J. R. R. Tolkien, pero
aún quedan maneras de soportar la espera. Hoy a las 19, la señal
de cable Film & Arts emitirá un documental sobre la vida y
obra de este escritor nacido en Sudáfrica y criado en Inglaterra.
El especial dedicado al autor de El Hobbit (el libro previo a la trilogía
más célebre) permitirá ir elevando aún más
la temperatura del furor que amenaza convertir a la película de
Peter Jackson en el suceso cinematográfico de la nueva temporada.
El programa fue realizado con la colaboración de la Sociedad Tolkien
y los hijos del escritor, quienes cuentan anécdotas y expresan
opiniones sobre la obra de su padre. También contiene un importante
archivo sonoro y visual que reconstruye, a partir de las fotografías
y de viejas entrevistas televisivas realizadas a Tolkien, la historia
de este amante del campo, que le escapó a las comodidades del mundo
moderno a lo largo de sus 81 años de vida.
Uno de los tópicos del especial es la relación existente
entre el estudio que Tolkien realizaba de distintos idiomas y las obras
que escribía, donde había una construcción lingüística
compleja. Por ejemplo, en El señor de los anillos inventó
idiomas completos basados en el idioma celta como el Quenya
y el Sindarin, y esquematizó algunos otros. Respecto a este punto,
una vieja grabación del autor señala: desde los 13
o 14 años tuve la idea de inventar mis propios idiomas. Y nunca
dejé de hacerlo. Los idiomas tienen un sabor muy particular. No
entiendo por qué la gente dice que son fríos y torpes, porque
para mí un idioma nuevo es como probar un vino o un dulce nuevo.
Otra arista del documental es la vinculación que existía
entre los lugares que supo amar en su vida y los paisajes que ilustran
sus libros. Las zonas que visitaba junto a su familia se volvieron puntos
clave para las historias viajeras de Tolkien. Tom Shippey, profesor de
la Universidad de Leeds que actualmente ocupa el cargo que Tolkien tenía
allí, señala en un pasaje que El señor de los
anillos es una obra que gira alrededor de un mapa imaginario. Pero detrás
de la fantasía hay un mapa verdadero de Inglaterra.
Tolkien finalizó su obra cumbre en 1949 pero debió esperar
cinco años para publicarla, y recién pudo verla editada
a los diecisiete años de haberla comenzado. Para los editores era
un libro difícil de clasificar y, por su tamaño, engorroso
de vender. Este fue el motivo por el que los editores le propusieron que
lo dividiera en tres partes, cada una con un título diferente,
a publicarse cada seis meses. Sin embargo, El señor de los anillos
se convirtió en un éxito y fue traducido a más de
veinticinco idiomas. Pero, a la vez, dio lugar a que se lo interpretara
de diversas maneras. La que más detestaba Tolkien era la alegórica.
Muchos lo tomaron como si representara al anillo de la bomba nuclear,
que lo que yo tenía en mente era una alegoría de ese anillo.
Pero no era así, confiesa.
El escritor experimentó en su vida una larga sucesión de
muertes. Primero fue la de su padre cuando tenía solamente cuatro
años, y a los 12 quedó huérfano cuando su madre murió
de diabetes. En su etapa adulta sufrió la pérdida de sus
amigos más cercanos durante la Primera Guerra mundial. Quizás
por eso la muerte fue un tema central en sus obras. Así lo dice
en el documental: Me interesa solamente una cosa: la muerte. Yo
no creo mucho en ella. No existe la muerte natural, nada de lo que le
sucede al hombre es natural, no hay dudas. Todos nos moriremos, pero para
cada uno la muerte sería como un accidente. Incluso si su muerte
tiene sentido, la vemos como una violación injustificada. Se puede
estar o no de acuerdo, pero esas son las fuerzas clave del El señor
de los anillos.
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