Por Carlos Polimeni
María Teresa del Valle
González Fernández de Solá parece rebotar contra
el piso, en lugar de caminar, cuando se mueve en su despacho de la Casa
Rosada, cuyo funcionamiento desconoce. Está en un paréntesis
de una maratónica reunión de gabinete, que amenaza con no
dejarla volver nunca a casa. Teresa, para los amigos, lleva casi 18 años
consecutivos trabajando para el Estado, en funciones por demás
diversas, pero no esperaba, ni en broma, que el presidente Adolfo Rodríguez
Saá la designase secretaria de Cultura. Parece contenta, cuando
almuerza un sandwich a las 18 mientras concede esta entrevista, pero pega
un respingo cuando se toca el tema: Estoy dice pensando las
palabras satisfecha, ansiosa, con un desafío por delante.
No me gustaría parecer contenta. En un país en el estado
de la Argentina hoy, eso sonaría a una frivolidad imperdonable.
Teresa estaba con su marido, el vicegobernador de Buenos Aires, Felipe
Solá, intentando decodificar la realidad leyendo diarios y mirando
televisión a granel, cuando el sábado pasado le ofrecieron
el cargo. Casi que creyó que era una broma, pero dijo de inmediato
que sí. La flamante secretaria es nieta de un marino de alto rango,
de estirpe conservadora, que se negó en 1930 a plegarse al golpe
de Estado que derribó a Hipólito Yrigoyen, e hija de un
radical que fue embajador argentino en Irlanda, durante el gobierno de
Arturo Illia. Parece una señora paqueta, pero asoman llamas en
sus ojos cuando cita frases de Juan Domingo Perón. Todavía
no armó su equipo de trabajo, ni sabe exactamente cómo será
su gestión. Quiere, después de varias idas y vueltas, que
José Miguel Onaindia permanezca al frente del Instituto Nacional
de Cinematografía y Artes Visuales, y sabe que trabajará
rodeada de un grupo de asesores ad honorem que ya integran Leonardo Favio,
Jorge Marziali y Eduardo Bergara Leumann, a los que llama sus amigos.
La semana que viene podré hacer anuncios. Por ahora, todavía
no sé ni cómo funciona este aparato, cuenta mirando
con ojos intrigados un timbre sobre un escritorio.
La mayoría de los funcionarios ya tienen delineados algunos
planes para sus áreas, sin embargo.
Lo que creo conveniente marcar, y a mí me queda cada vez
más claro, es que aquí no hubo tiempo de transición.
Un gobierno se fue y otro tuvo que asumir de un día para otro.
Entra el ofrecimiento y la asunción para mí pasó
un día. Al principio dije Denme un tiempo, voy a ver.
Me respondieron que era ya o ya. Este gobierno es por tres meses. Sentí,
entonces, el desafío de tratar de pilotear una situación,
basándome en algunas fortalezas y capacidades que me reconozco:
ser buena gestora, saber abrir espacios, relacionar, articular. No soy
una experta del tema cultura. Quizá no tenga que decirlo, no sé.
Pero me parece que no es necesario que sea un experto o un consagrado
quien esté en Cultura, sino un buen gestor. No voy a usar mi cargo
para la figuración personal, sino para intentar concretar políticas
de defensa del Estado, que es defender el patrimonio común. Tampoco
soy una representante de la cultura ante el Estado, sino una representante
del Estado ante la cultura. Es difícil que en tres meses pueda
imprimirle un sello propio a la gestión. Voy a intentar fortalecer
la presencia de las provincias, la relación entre el Ejecutivo
nacional y los Ejecutivos provinciales. Ya mandé cartas a los secretarios
de cultura del interior para que vengan porque estoy ansiosa esperando
recibirlos. Les dije que, por favor, si no vienen me manden las necesidades
de las provincias, qué están haciendo.
Dos veces dijo que son tres meses de gestión.
Sí.
¿Leyó los diarios de hoy?
No.
Los diarios de hoy dicen que el Gobierno tiene intenciones de quedarse
bastante más que tres meses.
Lo dicen los diarios y la calle, pero yo digo que este gobierno
fue convocado por tres meses. La posibilidad de que el plazo de gobernar
se amplíe existirá solamente si en estos tres meses hay
un cambio, un giro, un camino abierto, una posibilidad de futuro concreto.
O sea que sería absurdo hablar hoy de otra cosa, en medio de las
necesidades de la gente de tener trabajo, de...
Está en un paréntesis de la reunión de gabinete.
¿Se habla ahí adentro de sólo tres meses?
El Presidente está con mucha energía. Realmente es
apasionante estar en la reunión de gabinete. Dijo recién:
Esto es el todo el gobierno, somos los pocos que estamos aquí,
atrévanse a pensar de otra forma, no se queden con las estructuras
antiguas. Y junto a eso está diciendo que el 40 % de los
cargos políticos van a desaparecer. O sea que está claro
que las estructuras antiguas, antiguas quiero decir de hace una semana
atrás, no van a existir más.
De dos presidentes atrás.
Exacto. Y no es fácil. ¿Viste que uno tiende a decir
bueno, voy a ver qué solución le encuentro a las cosas,
pero siempre desde el mismo lugar? Bueno, en una situación excepcional
uno tiene que hacer el esfuerzo para pensar las cosas desde otro lado.
Eso no es tan sencillo.
¿Qué va a hacer concretamente en estos tres meses?
Acabo de asumir y no puedo decir concretamente qué voy a
hacer. No puedo anunciar un programa tipo Vamos a leer que
me encantó cuando me enteré, y me da mucha pena que haya
pasado sin pena ni gloria en estos días.
Termina mañana.
Claro pero empezó el 19, en medio del caos. Entonces me da
mucha pena porque no puedo decir vamos a establecer el programa
este. Sé que quiero reforzar la relación con las provincias.
Eso significa que quiero velar por el patrimonio. Porque en las provincias
hay un acervo patrimonial fuertísimo. A mí me gusta la historia,
entonces, me parece que hay que trabajar desde Cultura el tema de la identidad,
de la pertenencia, del orgullo de ser, de la memoria. Que hay que dar
espacio. No sé si voy a tener tiempo, pero sería un sueño
ver de qué forma desde el Estado puede ayudarse a que se expresan
voces, expresiones culturales que no tienen un espacio oficial, lo que
es el under. Qué sé yo, ayudar al actor Guillermo Angeleli,
por citar un ejemplo y a mucha gente del teatro, la música, la
literatura, que las mayorías no los conoce. Confieso que, todo
este año, he querido ir y no tuve tiempo, a la Boca, para ver Fulgor
Argentino. Bueno, hay miles de estas cosas, no solamente acá en
Capital sino en las provincias. Entonces quisiera ver, primero tomar conocimiento,
hacer como un relevamiento, en el momento que pueda. Ahora estamos preocupados
por el tema del presupuesto. Detrás de una reforma estructural
del Estado que signifique un fortalecimiento del Estado.
¿Con qué equipo lo hará?
No puedo dar nombres todavía. A Darío Lopérfido
le solicité la renuncia de sus funcionarios. Tuvimos una reunión
muy... civilizada. Habrá muchos cambios obvios en este área
porque Lopérfido manejaba también Medios, que es un tema
que el Gobierno ahora quiere encarar por separado.
¿Y qué pasará con proyectos como Argentina
en vivo , el Festival Internacional de Cine o FM Supernova?
Ojalá pudiesen seguir pero nuestras prioridades son otras.
Como decía el filósofo paraguayo, lo primero es lo primero.
Primero, pagar los sueldos, atender a las Orquestas, el ballet, los coros
y a los organismos dependientes tradicionalmente de Cultura, interactuar
con el interior, cuidar elpatrimonio. Este es un gobierno austero, que
recibió un país incendiado. En todos estos días he
pensado varias veces en Juan Rulfo, en la sensación del páramo
en llamas. Ojalá hubiese más plata para atender todas las
propuestas e ideas. Pero no hay.
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