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LA TRAMA SECRETA DE LOS CAMBIOS DE NOMBRE DENTRO DEL AMBIENTE ARTISTICO
Pertenecer tiene sus obligaciones nominales

Una vieja tradición en el mundo del espectáculo propone cambios de identidades, edades, medidas y apellidos, y esto corre para
actores, modelos y músicos. Aquí, las historias que se ocultan detrás de una cara famosa, las razones de esos cambios y la revelación de varios casos emblemáticos.

Por Fernando Abdala

Bernardo Midnik Lerman y Nora Olivares discutían el nombre que llevaría su primer hijo, hace 31 años. Se decidieron por Pablo. Meses después, repitieron el ritual compartido de nombrar a su segunda hija, que estaba en camino. Julieta, la llamaron. Nunca imaginaron que tres décadas después, cuando se sentaran a la mesa, ninguno de los integrantes de la familia Midnik se llamaría como se llamaba. Bernardo Midnik hace rato que es Chico Novarro; Pablo Midnik pasó a llamarse Pablo Novak desde que comenzó a trabajar como actor y Julieta primero se llamó Julieta Novarro y ahora volvió a llamarse Julieta Midnik. Aunque no lo parezca, Novarro, Midnik, Novak y Olivares integran la misma familia... Una familia de artistas, como no podía ser de otra manera.
Estos cambios de nombres son un fenómeno repetido en el ambiente artístico, como puede suponerse. Pero ¿quiénes se hacen cargo de elegir los nuevos nombres? y ¿cuáles son la razones por las que los originales son descartados? En primer lugar, hay que aclarar que las decisiones definitivas sobre este punto recaen la mayor parte de las veces en quienes comienzan a decidir, en mayor o menor medida, sobre los asuntos de las personalidades a las que la televisión, las revistas o las pasarelas dan la bienvenida. Esto es, los representantes, las discográficas o los directores de programación de los canales. En la Argentina, el origen de esta costumbre se remonta a la década del 60 y, más allá de que es cierto que cada vez se estila menos, los nombres “falsos” perduran.
Las causas de esta suerte de cambio de identidad responden a diferentes motivos: un nombre más fácil de pronunciar, más corto, más fácil de recordar, o que refleje “status” puede barrer con el nombre original antes de que éste sea pronunciado. Otra razón de peso, al menos hace unos veinte o treinta años, era que el apellido fuera judío: ésos son, entre muchísimos otros, los casos de Adrián Schwarz Kirzner, que pasó a llamarse Adrián Suar, el periodista deportivo Lázaro Silverman, más conocido como Marcelo Araujo. El representante de actores Arturo Villanueva reflexiona: “En una época los prejuicios o las persecuciones por ser judío podían comprometer tu carrera. Es verdad que algunos artistas se oponían a romper con su identidad en este sentido, pero después entendían que era indispensable. Hoy esto por suerte ya no ocurre; los cambios ahora se hacen solamente para tener una imagen apropiada y buscar más impacto en la gente”.
La tendencia del cambio de nombres no es una exclusividad argentina (Marilyn Monroe era en realidad Norma Jean Backer, y el verdadero nombre de Xuxa es Maria Graza Meneguel). Aunque en el país alcanzó, sobre todo en las décadas del 60 y 70, dimensiones inusitadas por la manera en que se extendió. Cambiarse el nombre era casi una iniciación obligada para toda estrella que se preciara de tal. En primer lugar, se generalizó en el ambiente de la música. Las discográficas solían proponer a los artistas nombres más comerciales. Se buscaban, preferentemente, los que tuvieran dos sílabas y sonaran “pegadores”. Así, por ejemplo, Gladis Osorio pasó a ser de un día para el otro y la posteridad, Mercedes Sosa. Por los mismos años, los representantes de Hilda Carrindo, y su esposo, pensaron que ése no era el nombre apropiado para una sex symbol, y sin más rebautizaron a la muchacha como Isabel Sarli.
Interrogado acerca de las razones que motivaron estos y otros cambios, el periodista de espectáculos Marcelo Polino opina: “Ahora ya no se usa tanto esto de cambiarse el nombre. Me parece que respondía a los temas de cartel, para que no se desbalancearan las marquesinas en el teatro. Entonces se acortaban los apellidos para que todos ocupasen el mismo lugar en la fachada. Los representantes de actores, y sobre todo de cantantes, buscaban apellidos que fueran cortos, de no más de dos sílabas”. Es cierto que la tendencia está en desuso, en comparación con lo que ocurría en décadas pasadas. Aunque en el mundo del modelaje, se siguen fraguando datos: sobre todo los referentes a edades y medidas. Un caso más o menos reciente fue el de la modelo Guillermina Valdez. Pancho Dotto, su representante, le propuso en sus comienzos que acusase 19 años para que sus clientes imaginaran una carrera más extensa a la hora de cerrar sus contratos. Unos meses más tarde, Valdez quedó embarazada de su novio Sebastián Ortega, y Dotto pensó que “no quedaba tan bien” que una modelo de su agencia estuviese en esta situación a tan corta edad. Fue recién entonces que le propuso a la chica que revelase su verdadera edad: 24 años. “Yo quiero ser modelo para cumplir años una vez por lustro y para tener siempre 90-60-90”, ironiza Polino.
En la medida en que se investiga el asunto se descubre que, en los medios de comunicación, nadie es lo que parece: casi todos han cambiado uno o más datos relativos a su identidad. La conductora y cocinera Maru Botana es en realidad María José González de Sola. Roberto Carlos Trinidad es conocido como Florencia de la Vega. Rodolfo Francisco Marabotto es Pablo Alarcón. Arnaldo André vino al mundo como Andrés Pascua. Graciela Zabala le tomó prestado el apellido a Jorge Luis Borges. Y sigue la lista...
Las estadísticas demuestran, además, que los nombres que se eligen para los artistas no sólo cumplen la regla de ser cortos sino que además pretenden tener cierto aire de elite. Que los apellidos italianos se cambian por los franceses, como en el caso de Antonio Ribolini, más conocido como Antonio Grimau, o como María Rosa Martínez Suárez, Mirtha Legrand, rebautizada por la secretaria de su representante de entonces. Marcelo Rey, agente artístico, explica que no existen “reglas fijas” a la hora de elegir un nombre artístico: “Tiene que ver más con el olfato, con la intuición, que con un método que responda a normas rígidas. Sería absurdo intentar seguir algún tipo de pauta para lograr el apellido correcto, es algo que uno tiene que sentir. Por ejemplo, no es lo mismo decir Sandro que Roberto Sánchez. Debe haber miles de Robertos Sánchez y sólo hay un Sandro. No da lo mismo decir María Esther Traverso que Niní Marshall. Eso es lo que un buen representante debe encontrar: una identidad acorde con la grandeza de la estrella”.
Arturo Villanueva, también representante de artistas, coincide: “Ahí reside el ojo del manager. Los nombres hay que cambiarlos al principio. Cuando un actor ya es conocido, es imposible decirle a la gente... No, éste es otro...”. Villanueva cuenta con orgullo que ha inventado varias estrellas: “En algunas personas en que el cambio era indispensable, sí lo propuse. Porque el nombre era muy largo o porque se debilitaba. Le he dicho: mirá, te convendría cambiar tu nombre por éste o por aquél... Se buscan nombres con más ‘punch’, que impacten más”.
En su momento, los verdaderos nombres de algunas “estrellas” del medio fueron, para directores de programación, actores y hasta periodistas, casi un tema de Estado. Nunca se revelaron. O, en algunos casos, se conocieron recién después de la muerte del/a artista en cuestión. Mariana Karnincic, licenciada en Psicología de la UBA, intenta explicar el fenómeno: “Estas identidades imaginarias que asumen con los nombres los artistas pesan a la hora de enfrentarse al otro y los ayudan a asumir o completar un personaje, que pasa a ser su identidad pública. La elección de un nuevo nombre tiene que ver en estos casos con la intención de acortar la distancia entre lo que son y lo que quieren ser. La identidad es algo que cada uno va construyendo y decidiendo para sí. En estos casos lo verdaderamente importante es que la persona niega su verdadero nombre y afirma quien quiere ser realmente, deja de ser lo que era y se convierte en lo que eligió”.

 

En realidad me llamo...

Estos son los verdareros nombres de algunos famosos:
Pinky: Lidia Elsa Satragno.
Florencia de la Vega: Roberto Carlos Trinidad.
Katja Aleman: Catalina Aleman.
Maru Botana: María José González Botana de Solá.
Pablo Alarcón: Rodolfo Francisco Marabotto.
Arnaldo André: Arnaldo Andrés Pascua.
Marcelo Araujo: Lazaro Silverman.
Nito Artaza: Eugenio Atrasar.
Graciela Borges: Graciela Zabala.
Luisina Brando: Luisa Noemí Gnazzo.
Fernando Bravo: Alberto Fernando Puchulu.
Moria Casán: Ana María Casanova.
Juan Darthés: Juan Rafael Pacífico.
Emilio Dissi: Emilio Roberto Parada.
Leonardo Favio: Fuad Jorge Jury.
Cacho Fontana: Norberto Palese.
Antonio Grimau: Antonio Ribolini.
Horacio Guarany: Heráclito Catalin Rodríguez.
Diego Torres: Diego Cassia.
Nacha Guevara: Clotilde Acosta.
Mirtha Legrand: María Rosa Martínez Suárez.
Valeria Lynch: María Cristina Lancelotti.
Niní Marshall: María Esther Traverso.
Pappo: Norberto Napolitano.
Norma Pons: Norma Delia Orizzi.
Mimí Pons: Esther Orizzi.
Cecilia Roth: Cecilia Rotemberg.
Sandro: Roberto Sánchez.
Isabel Sarli: Hilda Isabel Carrindo.
Mercedes Sosa: Gladis Osorio.
Adrián Suar: Adrián Schwartz Kirzner.
Raúl Taibo: Raúl Jorge Tignarelli.
Darío Vittori: Melito Espartaco Margozzi.
Xuxa: Maria Graca Meneguel.
Pelé: Edson Arantes do Nacimiento.

 

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