Por Rodrigo Fresán
Pregunta: ¿qué
tienen en común Robinson Crusoe tropezando en la playa con una
huella de un pie que no es el suyo, Gregorio Samsa descubriendo que se
ha convertido en cucaracha, un cónsul británico pidiendo
mezcal mexicano, Jonathan Harker arribando al castillo del Conde Drácula,
Philip Marlowe dándole un largo adiós a Terry Lennox, Remedios
la bella ascendiendo a los cielos de Macondo, Mersault matando a un árabe,
Hans Castorp declarándole su amor contaminado a Clawdia Chauchat,
Marcel hundiendo una magdalena en una taza de tila, el cura y el barbero
revisando la biblioteca de Don Quijote, Cósimo Piovasco de Rondó
trepando a los árboles o Ezequiel Farragut huyendo de la prisión
de Falconer?
Respuesta: todos ellos protagonizan momentos inolvidables de libros más
inolvidables todavía. Páginas perfectas que se destacan
dentro de un conjunto magistral y que permanecen en nuestra autobiografía
de lectores como greatest hits, mejores momentos, lugares a donde volver
para muchos o puertas a ser abiertas por primera vez por tantos otros.
De eso se ocupará desde el martes Verano/12, o la construcción
de una antología informal, arbitraria pero atendible de pequeños
inmensos fragmentos arrancados a varias de las novelas más importantes
de la literatura universal sin que esto signifique prescindir de apariciones
inesperadas o de invitados sorpresa. El suplemento ocupará las
páginas centrales de este diario -ficciones en el corazón
de la no-ficción durante los meses de enero y febrero y de
lunes a viernes.
En este Verano/12 estarán los números puestos (Cervantes,
García Márquez, Thomas Mann, Virginia Woolf, Charles Dickens,
Gustave Flaubert, Jane Austen, Juan Rulfo, Herman Melville, León
Tolstoi, Ernest Hemingway) así como los caprichos privados (James
Ellroy, Jeffrey Eugeniades, J. G. Ballard, Thomas Pynchon, Philip K. Dick).
La cosa, claro, no fue fácil. Las intenciones antológicas
nunca lo son y, después de todo, cuarenta y dos días son
muy pocos para explorar todo un universo de siglos y letras. En cualquier
caso, se convocó a muchos de muchas partes (entre los que se cuentan
Alan Pauls, Enrique Vila-Matas, Guillermo Saccomanno, Daniel Link, Javier
Calvo, Juan Ignacio Boido, Roberto Bolaño, Juan Villoro), algunos
se excusaron (Me aterroriza darme cuenta de todo lo que me olvidé
que leí o me olvidé de leer, dijo alguien), se discutió
bastante, se descartaron posibilidades imposibles (por cuestiones de permisos,
traducciones, disponibilidades e indisponibilidades), se aceptaron preferencias
íntimas y se descartaron delirios más íntimos todavía
y lo que quedó, lo que hay, ya se irá viendo en los próximos
días. La librería La Central de Barcelona (escala ineludible
para el bibliófilo de todas partes de paso por la ciudad condal)
se ocupó del aspecto logístico. El aquí firmante
escribió el texto introductorio a cada uno de los fragmentos escogidos
y las formidables ilustraciones de Rep fueron la guinda para este postre
helado más que ideal para los días en más de un sentido
tórridos que marcarán a este inolvidable verano.
Advertencias atendibles: no se tomaron en cuenta cuentos (los mejores
cuentos son, en sí, grandes momentos in toto), no aparece Jerome
David Salinger (para no tener problemas) y no se incluyeron argentinos
(para no tener más problemas que con Salinger). Se intentó
hacer comulgar las alturas olímpicas con los sótanos underground
recorriendo ambos territorios con una actitud más evangélica
que justiciera. Los buenos libros siguen siendo y siempre serán
nobles puntos de fuga por los que tomarse un respiro o respirar profundo
antes de continuar con la realidad cada vez más ficticia de nuestras
vidas. La lectura y el acto de leer continúan siendo uno de los
deportes más nobles y donde todos podemos aspirar a una medalla
de oro. Leer hace bien y, como dice Harold Bloom: Es uno de los
mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque,al menos según
mi experiencia, es el más saludable desde un punto de vista espiritual.
Hace que uno se relacione con la alteridad, ya sea la propia, la de los
amigos o la de los que pueden llegar a serlo. La invención literaria
es alteridad y por eso alivia la soledad. Leemos no sólo porque
nos es imposible conocer a toda la gente que quisiéramos, sino
también porque la amistad es vulnerable y puede menguar o desaparecer,
vencida por el espacio, el tiempo, la falta de comprensión y todas
las afecciones de la vida familiar y pasional. En resumen: leyendo
estamos solos y bien acompañados.
Este Verano/12, entonces, pretende ser el pasaporte y la contraseña
para ir a reencontrarse con o conocer por primera vez Emma
Bovary, Ahab, Scrooge, el Príncipe de Salina, Lolita, Gatsby, Anna
Karenina, Harry Lime, Kurtz, Rabbit Armstrong, Fabrizio del Dongo, Dean
Moriarty, Orlando, Raskolnikov, Jekyll & Hyde y tantos otros, juntos,
en el mejor lugar posible a donde ir estas vacaciones.
Y después, claro llegado el otoño, el invierno y la
primavera, quedarse a vivir de por vida en sus libros.
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