ESCONDERSE A las 3.45 de la madrugada del sábado, varios policías hablaban del cacerolazo y la violencia en el centro. Estaban parados en un kiosco de Uriburu y Sarmiento, en Once. De pronto llegó el jefe. Muchachos, hay que esconderse, dijo. ¿Por qué?, preguntaron los extrañados agentes. Está la gente por Congreso y parece que vienen para acá. A los demás ya los escondieron. Levanten todo. Los policías obedecieron. Pero uno de golpe se acordó y preguntó: ¿Y en la AMIA también se fueron?. El jefe le contesto: Sí. En la puerta de la AMIA tampoco quedó nadie.
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