ENTREVISTA
La
chica del CIRCO
A
Laura Oliva nunca le pesó el lugar de partenaire de un capo cómico.
Por eso a partir de abril va a acompañar a Jorge Guinzburg en Peor es
nada. Claro que la chica que trabajó en el circo Rodas y hacía de jubilada
top en Nico también va a conducir un programa de entretenimientos.
Por Marta Dillon
Aunque
reniegue de su primera opción, todavía se piensa como
una personaje de circo, por lo menos cuando hace memoria y desanda el
camino hasta su lugar de figura femenina indispensable para
cualquier capo cómico (y la última vez que se la vio en
la pantalla fue entre Antonio Gasalla y Carlos Perciavalle). Yo
era la bailarina que podía hablar, dice como si eso explicara
algo. Laura Oliva no tiene dudas de que es así, que se cae de
maduro la calidad freak de esas dos habilidades, las bailarinas
en general no hablan, ni pueden, ni quieren, ni les interesa.
Ella sí, ella podía, quería y lo consiguió
(en el escenario, por supuesto), aunque en ese camino la bailarina haya
quedado tan ajada como ese tutú que Laura lució en el
circo Rodas, el primer trabajo que le permitió creer que era
posible vivir sin tener un título universitario. Algo que nunca
necesitó en su carrera televisiva que empezó cuando cultivó
ese perfil que define como la chica simpática que siempre
cae bien parada y que continúa ahora con la certeza de
haber aprendido lo fundamental del oficio de actuar. Y de conducir,
bailar y producir, ya que en todos estos roles Laura Oliva supo desempeñarse
y al menos dos actuar y conducir la ocuparán este
año a partir de abril. Me llamó Jorge Guinzburg
y me ofreció un combo salvaje, conducir un programa de entretenimientos
y trabajar con él en Peor es nada. Lo primero me asusta un poco,
pero siempre queda el reaseguro de hacer con Jorge lo que mejor sé
hacer y es ocupar el lugar de la mujer en un programa cómico.
Lo que decíamos, la figura femenina ¿será que siempre
va a estar relegada a ese segundo puesto? No creo que sea un segundo
puesto, o tal vez sí, pero el problema es que no hay mujeres
que carguen sobre sus espaldas el peso de un programa. Muchos se quejan
de que la última fue Juana (Molina) y tal vez sea así...
Por algo será, yo no me siento menos por ser partenaire.
Las preocupaciones sobre el género le son ajenas, tanto como
esa idea, la del título universitario, que nunca fue una aspiración
personal sino el mandato de una familia de clase media un poco
problemática que temía a la incertidumbre mucho
más que a la frustración. Esa familia planeaba abrir una
farmacia, la hermana mayor estudiaba una carrera homónima y a
Laura le tocaba elegir alguna, la que fuera, con tal de que existiera
alguna salida laboral en el horizonte. Y ella, obediente de un modo
que describe para más de una situación prefiero
que no me hinchen las pelotas, tomó el manual del
alumno, buscó la carrera más corta y se anotó en
el CBC de la Universidad de Buenos Aires. Lo suyo sería la óptica
técnica, algo que se estudia para aprender a hacer anteojos.
No prosperó, nunca pudo avanzar más allá del segundo
cuatrimestre. Lo que pasa es que papá me mantenía
sólo si yo seguía una carrera, era como un trueque, yo
estudiaba, él me daba plata. Hay quien podría llamar
a eso soborno, pero no es Laura la que va a usar esa palabra. Ahora
que papá es su primer cholulo, las diferencias quedaron
en el olvido.
A mamá le debe un poco esa primera aspiración
por la danza, aunque también el peso de que es algo que se hace
casi como un juego, la única conexión con el arte
de mi familia era que mi vieja antes de casarse había bailado,
tenía trajes y todo, pero la anécdota fue que eso era
antes, antes de convertirse en madre, antes de las
responsabilidades. Por eso ella de chica cumplía para
que no me hinchen las pelotas con casi todo menos con su
deseo. Se levantaba poco antes del mediodía, con el tiempo justo
para ir a la escuela, volvía, hacía lo que tenía
que hacer y se instalaba a ver la tele. Era una abúlica
total, no tenía amigos, no me interesaba nada, hasta los quince
viví como en una especie de coma del que me rescataron los videos
de Michael Jackson. ¿Michael Jackson? Te juro, los
veía y lloraba a mares, con angustia, hasta que me di cuenta
de que tenía que hacer algo, buscar un analista o ponerme a hacer
algo parecido a esa perfección que veía en los videos.
La perfección eran esos pasos sincronizados hasta el hartazgo
y un golpe de cadera que a ella le parecía lo máximo en
seducción. Y así fue como, tarde para el común
de las bailarinas, a los quince ingresó en la escuela de danzas.
Diez años completos que cursó mientras terminó
la secundaria, intentó la facultad y encontró un trabajo
de promotora para pagar sus elecciones después que papá
decidió cortarle el chorro.
Pan
y circo
Nunca pensó en dedicarse al humor, se podría decir
que el humor la tomó por asalto. Lo que ella sí quería
era entrar a la televisión, necesitaba hacerme un nombrecito,
para afianzarse en ese camino de bailarina parlante que había
descubierto como cualidad para destacar. Entonces empezó la era
del casting, iba a todos, pero siempre me pasaba algo, aunque
parezca desenfadada tengo algo como muy tímido y me costaba eso
de ir a ofrecerme. Si no estaba menstruando, me pisaba un colectivo
o me daba fiebre o se me hinchaba la cara. Pero para el casting de Nico
estaba preparada, Pablo Codevilla me había compelido a asistir,
no podía negarme. Nico fue el programa en que empezó
y Nicolás Repetto su mentor. Después de ese ciclo la llamó
para cada proyecto que emprendió este conductor y productor.
Antes habían pasado otras cosas. Cosas como haber hecho una gira
con el circo Rodas cuando pensaba que tendría que entregar todas
sus banderas en la casa familiar para no morir de inanición.
De todos modos una vez que me decidí nunca volví
atrás, ni cuando me cagué de hambre ni cuando estuve sin
trabajo. No sé si soy una artista, pero si no me hubiera dedicado
a esto sería una empleada de McDonalds amargada y aburrida.
Pero el
circo, aun cuando sea su caballito de batalla en los reportajes,
eso que le presta cierto aire exótico, no fue lo mejor que le
pasó en la vida. Es un poco promiscuo estar con los animales
encerrados todo el tiempo, ellos se ponen nerviosos y yo temía
morir atacada por una cebra o estrangulada por el mono. Además
yo quería ser algo más que el objeto decorativo.
Nada más interesante que destacar de su época circense,
sólo la certeza de que su arte daba dinero. Después siguieron
otras experiencias como la que la conectó con Pablo Codevilla.
Manuel González Gil había hecho con éxito el musical
El Loco de Asís y Laura había formado parte de la compañía.
Después fue impresionante porque nos llamaban de colegios
católicos para que interpretáramos la vida de otros santos.
Vidas que para ella no fueron más que historias lisas y llanas,
Laura nunca creyó en nada, atea total. Fueron un
par de años empapándose de la mística católica
hasta su gran oportunidad y cuando ésta llegó la supo
aprovechar. Durante los dos años que estuvo en Nico compuso dos
personajes: Ofelia, la del córner de los jubilados y una mujer
policía que estaba enamorada del conductor pero se lo demostraba
con multas. Ofelia fue impresionante porque en ese programa que
era entretenimiento puro yo hacía columnas de opinión,
me metí con todo, desde el viaje a la estratosfera de Menem hasta
los alzamientos carapintadas y María Julia. La jubilada
se hizo famosa repitiendo una frase con la que los sindicatos hoy hacen
campaña en contra de la Reforma Previsional. Ya se van
a jubilar ustedes también, era la amenaza de Ofelia, una
señora paqueta capaz de encontrar la mejor oferta de caviar en
un supermercado.
Lo bueno de Nico es que teníamos que escribir nuestros
propios guiones y lo hice durante dos años, me leía todos
los diarios, veía cada noticiero. Mi veta fue el contraste, la
jubilada cagada de hambre que pide champagne y la policía, muy
machona pero enamorada de Nicolás. Lo bueno es que el amor,
aunque platónico, fue mutuo, porque Repetto nunca se olvidó
de ella a la hora de armar cualquier programa y aunque Laura pasó
algunos meses sin trabajar, nunca fueron más de seis, algo que
todavía puede soportar aunque no tranquilamente. No sé
si será por miedo o por qué, pero me pone nerviosa estar
sin hacer nada. Ahora, por ejemplo, que dejé a Antonio y todavía
no empecé con Jorge, ¿que voy a hacer todo el verano?
Ni siquiera me puedo ir de vacaciones porque me compré una casa
y tengo que ahorrar ¿Te imaginás lo que puede ser el 20
de enero?
A juzgar por la incomodidad que le da la vida sedentaria, cualquiera
diría que Laura es una mujer muy viajada. Sin embargo, la primera
vez que salió del país fue para ir a Montevideo y la segunda
para usar ese pasaje que había ganado en el show del chiste,
en el programa de Susana Giménez. Esa vez llegó más
lejos, hasta el Caribe, donde la acompañó un caballero
con quien ya no comparte sus días. ¿Algo que ver con ese
perfil de odio a los hombres que ella misma se adjudica?
No es que yo me lo crea, es lo que me dicen, no tiene mucho que
ver con la realidad. Pero es verdad, cada vez que me llaman a un programa
de tele es para que hable mal de los hombres, a la gente le divierte
y a mí me encanta aunque sea una fantasía de la que es
difícil salir y con el tiempo se hace aburrido permanecer.
Hablar mal de los hombres suena como un cliché de programa
femenino.
Un poco sí, ahora está esa onda de hacer programas
cómicos con elencos de mujeres exclusivamente o de hombres. ¡Ya
deberíamos darnos cuenta de que no funciona! Pasó con
Chabonas y también con Delikatessen que eran todos varones.
A lo mejor es porque el tipo de humor que se vio de unas y otros
tenía la misma estructura.
Y sí, las mujeres se supone que nos reímos de nosotras
mismas, que se me cae el culo, que estoy gorda, que no tengo tetas,
y después eso empieza a mutar y se empieza a poner agresivo con
el varón, y el chiste es que duermo con un oso y me ratoneo con
el de la telenovela. Lo mismo que hacen los hombres, tienen mujeres
feas y fantasías lindas. Sería bueno empezar a mezclarnos,
respetarnos y buscar alguna tercera cosa.