LUGARES
Mediodías
de culto
Palermo
se multiplica, como los panes. En este caso, caseros y aromatizados.
Nuevos locales en los que se imponen los almuerzos diferentes, livianos,
pero sofisticados. Para muestra bastan tres botones.
Por Moira Soto
Los
rincones de delicias de Palermo crecen en forma directamente proporcional
a las tiendas de diseño y al furor gourmandise, y en sus veredas
las pizarras anuncian almuerzos que recuerdan a banquetes de Astérix
a precios razonables. En Armenia 1646, el Bar Comedor 6 tiene pisos
de cemento abrigados con killims, junto a sectores de club inglés
donde apoltronarse en ejemplares Chesterfield recuperados del mercado
de pulgas que van del violeta al verde esmeralda. Una cocina a la vista
dispuesta con la asepsia de un quirófano, un jardín con
chimenea y mesas de madera y camareros muy amables que parecen haber
pasado todas las pruebas de un fabuloso casting de peinados rasta completan
el ambiente.
El chef Pancho González Alzaga cuenta que sus primeros pasos
en la gastronomía los hizo pelando papas en un hotel de Bariloche,
luego fue camarero de una casa de campo uruguaya alquilada por una petrolera
mexicana muy sibarita, incorporó improntas de la cocina italiana
y francesa de Gigis y el Bleu Blanc Rouge, y reconoce como otras
influencias una recopilación casera de recetas de su abuelo.
Los combos
de 10 pesos disponibles los mediodías incluyen de entrada gazpacho
andaluz o ensalada verde con tostadas de campo como entradas, wok de
vegetales con arroz yamaní, acompañados de jugos de manzana
y zanahoria o copas de vino y café espresso acompañado
de delicias de chocolate. Pero las opciones se renuevan a diario y ofrecen
ceviche, atún rosado o delicias mediterráneas. La carta
incluye platos principales como entrecôte al tannat con fetuccini
a la manteca, un homenaje del chef a uno de los platos favoritos de
la infancia, bife y fideos con manteca, polenta dorada con queso de
cabra, merluza con costra de almendras y puré de calabaza, magret
de pato con salsa de ajo confitado y una variedad de arroz del Himalaya
que al hervir tiene perfume de pochoclo, una ensalada de hígados
de pollo con echalotte y otra verde con salmón ahumado y sorbete
de cilantro en honor a su mujer, la fotógrafa Andy Cherniavsky.
La crème brulée, ahora tan de moda como el tiramisú
otras temporadas, es fabulosa y en versión menos calórica,
platos de frutas con helado de yogur casero.
El espacio concebido por el arquitecto Fernando López Naguil,
con techo de madera curvo y ventanitas en su superficie, tiene cuadros
que provoca admiración entre los visitantes y habitués
firmados por una artista precoz de sólo cuatro años, quien
también pintó las entradas de los baños.
En el Seis al mediodía abunda el público femenino, escritoras,
galeristas y diseñadoras de la zona. Por la noche, los atardeceres
recuerdan al bar de la serie Friends, y por las noches hay
espíritus bon vivant de bolsillos más holgados.
La
esquina
En una de las esquinas más bellas de la zona, Uriarte y
Honduras, frente al club social Eros, Silvina García Carlés
ideó Al Fresco, al que define como un espacio sin maquillaje
que conserva las arrugas y la bellezanatural, y los restos de
las instalaciones con gallinitas de crochet de una distribuidora de
huevos, carameleras y campanas de vidrio.
Ella, que con su delantalcito aplicado sobre básicos recuerda
a las camareras que aparecen en pâtiseries de la campiña
francesa, llevó sillas y un silloncito de estilo francés
de su casa, fotografías de una tía muy chic practicando
deportes en los años 30, espejos, grabados imaginería
de cotolengo y tesoros comprados durante los años en que trabajó
como empleada de una casa de remates.
Todos los mediodías en la vereda con madreselvas, mesas y sillas
rescatadas de la confitería Munich hay un menú de $ 4,50
que incluye tartas más bebida y postre y café o ensaladas
que salen de la cocina hogareña, y por las noches hay tablas
de quesos con la especialidad de la casa, una variedad de cabra preparada
en el tambo de su hermano que cautiva a los comensales franceses. También
anuncia que tiene juegos de porcelana Limoges aguardando para servir
tés con tortas rogel y tartas con frutos del bosque preparados
con recetas de su abuela.
En las antípodas del rinconcito de la abuela, en Costa Rica al
5600, se destaca el flamante barboutiquerestaurante Central.
Un sitio blanco y gris como colores dominantes y hermano mayor del bar
Omm (un pequeño café con silloncitos Bertoia situado frente
a América TV), ambientado con un sillón de cuero y también
funciona como cama y pasarela, mesas de metal a sus pies, mesas largas
de mármol y un patio con deck, leños y gradas cero estética
con malvones que en pizarras anuncian los celebrados menú del
día entre 9 y 10 pesos, y cautiva a trabajadores de productoras
publicitarias, canales de televisión de la zona y radios, y por
supuesto mucho usuario de telefonía celular que lo incorporó
a sus recreos después de las doce.
A veces incluye ensaladas mediterráneas, orechiette con crema
de salmón y tartas de chocolate. Al principio la consigna
fue ofrecer todos los productos de un mercado y que todo funcione como
un gran almacén con variedades de pescado, ahumados y quesos,
pero el público nos exigió un funcionamiento más
de restaurante, dice Garo, el jefe de cocina que trabajó
en restaurantes de Mallorca y el Omm, y tiene su pequeña empresa
de delivery de guisos y feijoada.
La carta es rica en descripciones ingeniosas que ya son moneda corriente
en los restaurantes: combinado de yogur, frutillas y dulce de frambuesas
con aroma de lima en el apartado desayunos, y torta húmeda de
chocolate y lasagnas de manzana para el rubro postre.
De la cocina a la vista e inspiración tecno salen cous cous con
lama de pollo grillado, langostinos con oliva en ensalada de endivias
y palta, maniche con tomates frescos, lomo marinado con hierbas y tablas
de queso con agregados de camembert, brie, gorgonzola y gruyère.
El recorrido
comienza con una despensa surtida de limas, mango, papas dispuestas
en canastas rodeadas de estanterías de metal con vajilla blanca,
sales de baño, copas de martini, bombones, ramos de cortaderas,
nardos y lilluim que parece inspirado en Dean and de Lucca, al deli
por excelencia de Nueva York, y termina con una terraza con jardín
de cemento y baños mixtos; mientras que en las plantas superiores
funcionan un estudio de arquitectura y otro de fotografía. También
hay bateas con discos de jazz, electrónica y bossa nova, revistas
de moda más selectos libros de arte SMLXL del arquitecto favorito
de la casa Prada, Rem Kolhaas, compilados con diseño de muebles
de los 30 a los 60 que se pueden consultar comiendo algún
plato de la casa, claro que no será servido en vajilla estridente,
losa cachada ni manteles de vichy o aroma a fritanga: en cambio, tendrá
individuales de papel con el nombre del comedor en tipografías
colosales y monocromáticas, aceites tan perfumados como agua
de colonia de Miyake, bella música y le permitirá adherir
por un rato a la moda de los almuerzos en los bares almacén al
nuevo estilo porteño.