Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

ESPECTACULOS

Extraños en la cama

Aunque nadie intentó responder a la vetusta pregunta ¿qué quiere una mujer?, el director Frédéric Fonteynese se ha atrevido a contestar en Una relación muy particular que fantasea una en particular y en el aspecto estrictamente sexual. Claro que no se lo cuenta al espectador, lo que convierte al film en algo sutil, erótico y revulsivo.

Por Moira Soto

Dos historias paralelas semejantes que un entrevistador .periodista, al parecer– decide relacionar y fusionar? ¿Dos versiones que se van alternando –la de Ella, la de El– de una misma historia, pero a través de la película que, desde la evocación, se cuenta cada uno? ¿Una historia “simplemente, específicamente pornográfica, sexual”, como la define Ella al comienzo, que se contamina de romanticismo cuando se quiebran las reglas impuestas en la primera cita? La ambigüedad con que está narrada Una relación particular, estreno fílmico de esta semana, los datos y secretos que se escamotean al público, consienten, sugieren, acucian las más diversas conjeturas...
Imagínense: una peli en la que una mujer se encuentra con un perfecto desconocido a través de un aviso .-puesto por ella– para realizar una añeja fantasía sexual, sin que se sepa nunca nada (ni siquiera el nombre) de estos personajes, ni mucho menos .-ay, qué intriga– cuál es el capricho que ella logra por fin cumplir todos los jueves, más o menos a la misma hora, durante el curso de unos meses.
Ella es Nathalie Baye, toda una estrella del cine y el teatro franceses, con una destacada, sostenida carrera de actriz a través de tres décadas; él es el catalán Sergi López, descubierto en Francia antes que en España donde vive, a quien se pudo ver aquí en Western(l997) de Michel Poirier, que lo lanzó a la fama, y luego en Lisboa, junto a Federico Luppi. Baye, 52, dice de López: “Es un placer permanente interpretar con él por la precisión de su juego, por su sorprendente autenticidad”. López, 35, dice de Baye: “Trabajar con lo imprevisto, como en la vida, acentuar el tono o al contrario, poner un toque de humor en función de la actuación del otro, es maravilloso. Poder apoyarse, reaccionar de acuerdo a lo que el otro propone, incita a inventar y a ofrecer otras cosas a tu turno. Con Nathalie, estábamos todo el tiempo disponibles el uno para el otro. Los del equipo decían que éramos como almas gemelas. Bonito ¿no?”.

Ni tan chic ni tan formal
Casi desde su debut en el cine, luego de terminar el Conservatorio, Nathalie Baye se la ha pasado lidiando contra esa imagen de chic fille sage que da a pesar de ella. Exigente y de un talento versátil, ha manejado su carrera con inusual equilibrio, sobre todo a partir de su actuación para François Truffaut en La noche americana, de l972 (“después de ese trabajo, no podía aceptar cualquier papel”). Truffaut la volvió a convocar en otras dos oportunidades: El hombre que amaba a las mujeres (l977) y la sublime La chambre verte (l978), sólo vista en funciones de la Cinemateca Argentina. Jean-Luc Godard, por su lado, le propuso .-y Baye agarró viaje– Sauve qui peut, la vie (l979) y Detective (l985). En este último film, N.B. actuó junto a su entonces marido, el cantante Johnny Hallyday. En el interín, la intérprete fue, entre otros personajes, La muchacha de provincia (l980), de Claude Goretta (“lo que me gustó deChristine fue su rigor y su fuerza, a pesar de su fragilidad. Ella sabe bien lo que no quiere, en esto me le parezco”); una campesina francesa del siglo XVI que trabaja la tierra, muele y tamiza el grano, pisa las uvas para el vino y se enamora locamente de un hombre que dice ser su marido (que la dejó hace nueve años), en El regreso de Martin Guerre (l981); una puta que rompía códigos en La soplona (l982), labor por la que se ganó un premio César. Ya en l989, protagonizó la primera película de Nicole García como realizadora, Un Week End sur Deux, donde hacía a una madre marginal, separada, que huía con sus hijos. En los 90, Nathalie Baye trabajó bajo la conducción de directores tan dispares como Pierre Granier Deferre, Roger Spottiswood, Francois Dupeyron, Jeanne Labrune, Tony Marshall. Dirigida por esta última, protagonizó Infants de salaud (l995) y Venus Beauté Institut, de l998, estrenada localmente con el título de La belleza de Venus.
Guardiana celosísima de su vida privada, Nathalie Baye no la tuvo fácil cuando se enamoró de Johnny Hallyday y sobre todo cuando nació Laura, la hija de ambos: la incesante persecución de los fotógrafos, que llegaron a treparse a techos vecinos con teleobjetivos para conseguir alguna placa de la bebita, la obligó a dar una conferencia de prensa con cría incluida. “Todo esto me entristece porque hago un trabajo en el que le doy mucho al público, pero tengo la impresión de que nunca es suficiente y de que me quieren robar la vida”, declaraba la actriz a mediados de los 80. Una actitud de extrema reserva que mantuvo siempre y que en un punto la emparenta con la protagonista de Una relación particular: hace poco, en un reportaje concedido a la revista francesa Premiere, Baye se distrajo brevemente con recuerdos de su etapa en el Conservatorio, pero no tardó en reprimirse: “Me aburren las personas que exponen sus historias personales. La única referencia que el público debe tener sobre mí es mi trabajo. El resto no le concierne en absoluto”.

Los gustos hay que dárselos en vida
A la mujer que toma todas las iniciativas en Una relación particular tampoco le gusta soltar prenda alguna, salvo las de vestir en algún momento. Su intención, que da a conocer a través de un aviso, es encontrar un partenaire exclusivamente sexual, con quien podrá tomar un café o una copa de vino pero no intercambiar datos personales. A Sergi López le pareció “muy excitante ir hacia un personaje del que se ignora todo de su pasado y su presente”, y le divirtió “esa inversión de roles, porque generalmente el hombre se cree obligado a avanzar. Aquí, él es tomado por sorpresa: ella ya ha alquilado un cuarto de hotel antes de que ambos se encuentren”. En este estreno dirigido por Frédéric Fonteyne, con guión de Philippe Blasband, no sólo se alteran los roles tradicionales sino que además ella es visiblemente mayor .-unos quince años– y este detalle ni se menciona a través del metraje. De todos modos, Nathalie Baye cree que hay razones para que ella, la promotora de los encuentros, se adelante resueltamente: “Una tiene, en distintos períodos de la vida, ciertos deseos o fantasías. A los 20, una se dice: cómo me gustaría hacer tal cosa..., y cuando pasan los años, hay otro momento en que se reconoce: si no lo hago ahora, no lo haré jamás. No creo que haya que realizar todas las fantasías, claro, pero a la mujer de Una relación..., su fantasma la invade desde hace mucho. En verdad, ella se ofrece el lujo de ser ella misma, y esto la hace feliz”. Baye, que de movida se manifestó fascinada por la originalidad de la historia y su inesperado tratamiento, señala que uno de los aspectos que más le atrajo es que los personajes fueran presentados como gente común, no identificados como perversos, especialmente en el caso de ella, “puesto que todavía existe una fuerte tendencia a etiquetarnos, a juzgar a las mujeres que expresan y realizansus deseos. Esta es una historia sin relaciones de poder, sin un costado revanchista en la mujer”. Lo que sucede entre él y ella, o más bien lo que ella le pide a él que hagan, resulta tan misterioso como lo que llevaba en la cajita el Chino de Belle de Jour. El director Fonteyne nos cierra la puerta del cuarto de hotel en las narices. En compensación, plantea un aspecto revelador de la relación, efectivamente muy particular: la ausencia de seducción entre los integrantes de esta pareja azarosa sin otro futuro que el encuentro sexual del próximo jueves. Cuando dejan el bar por un restaurante para cenar juntos, él .-se lo confía al entrevistador invisible– aprecia lo honesto y relajado del trato entre ellos, el hablar simplemente sin tener que “venderse” nada. Sin embargo, esa misma cena los lleva a la cama a, como sugiere ella, “hacerlo normalmente”.
Ahí no es que se pudra todo, exactamente, pero se quiebran las reglas contenedoras. Como aclara Nathalie Baye, “para ellos es lo desconocido, la novedad. Podría ocurrirles al revés a un hombre y a una mujer que siempre hacen el amor ‘normalmente’: un día descubrir un placer inaudito al realizar un truco excepcional...”.