MUSICA
Los
sonidos de la resistencia
La
compositora Carmen Baliero acaba de sacar un cd que seguramente no tardará
en convertirse en lo que indica esa expresión fatigada, pero
irremplazable: de culto. También se la puede ver
en el Club del Vino hoy y el viernes 23 de febrero a las 22 hs.
Por
Maria Moreno
Cuando
Jean Anteuil presentó su Ballet Mecanique en el París
de los años 20, una pieza musical que incluía el giro
enloquecido de varias hélices de avión en el teatro
le prohibieron introducir los aviones reales, el público
se dividió como en un frente de guerra. Cuando en un cine de
Buenos Aires se proyectó por primera vez La vuelta al nido de
Leopoldo Torres Ríos, la utilización del recurso del racconto
levantó una avalancha de abucheos y silbidos. Hoy las vanguardias,
que ya son la retaguardia del siglo XX o su archivo clásico,
están más naturalizadas por los cruces de disciplinas,
la insistencia y la proliferación de ofertas de los medios de
comunicación y la convivencia cablera de una performance de Pina
Bauch y un programa de cumbia villera. Carmen Baliero acaba de sacar
su cd bautizado lacónicamente C una letra que subraya de
su nombre propio, disco que seguramente no tardará en convertirse
en lo que indica esa expresión fatigada, pero irremplazable:
de culto. La compositora -anteojos de Victoria Ocampo, babuchas
de Alí Baba, pañuelo sostenido por horquillas a la que
me importa es una artista impertinente para quien el deseo de
investigación no está reñido con tradiciones sólidas
que en su caso son la de la música contemporánea. Luego
de pasar por el Colegium Musicum adonde se aburría salvo cuando
improvisaba en el piano de la planta baja, Baliero estudió con
una maestra como Lucía Maranca que le hacía tocar obras
de Satie que eran habladas y cantadas al mismo tiempo. Antes de
hacer el conservatorio ya tenía un entrenamiento de que la palabra,
el piano, lo no rigurosamente tonal, lo no rigurosamente formal existía,
dice. En su cabeza de gitana la familia imaginaria se compone de Juan
Carlos Paz, Francisco Kropfl, Eric Satie, Leo Maslíah y Laurie
Anderson. De la familia real conserva una suerte de prestancia para
saber hasta dónde llegar demasiado lejos.
. Mi abuela Carmen De la Serna- tia del Che Guevara-tenía
una operación en el cerebro, entonces le quedó un buraco
en el hueso en una parte no tenía cráneo.
Con cualquier cosa que le pasara, como que se le cayera una maceta,
quedaba descerebrada. Entonces no se lavaba la cabeza. Mejor dicho se
lavaba con algodón y alcohol. Recuerdo su pelo blanco y sus ojos
azules, era muy linda aunque jorobada. Y tenía los pies totalmente
deformes porque, como quería achicárselos, usaba zapatos
de un número menos que el de ella, entonces se le habían
transformado en una especie de muñones. Una cosa que me impresionaba
de mi abuela era que se operaba sola. Se cortaba las verrugas con una
tijera. Yo he visto a un tío Mur, primo de mi vieja, que también
es De la Serna, que se hizo un tratamiento de conducto solo. Y mi vieja
quemaba las agujas porque teóricamente el fuego desinfecta y
se mataba el nervio sin ir al dentista. A Mur lo vi pegarse con cemento
el cacho de diente que se le salió. Después de estas operaciones
todos decían: Pero Ernestito se hizo una traqueotomía
en la selva. Bueno, pero Ernestito era médico.
El compact grabado por Baliero forma parte de una trilogía. El
próximo será B (de bolero) del que está componiendo
el primer tema sobre una monja con un ardor que xecede el despertado
por Dios. El tercer compact será A de anarquía,
y por ahora incluye la Oda a la dinamita de Severino Di
Giovanni.
Para mí no hay mucha diferencia entre un tema ya hecho
y un tema original, porque lo que yo busco es encontrar una opinión
sobre el objeto. Lo mismo que no pienso el arreglo como ornamentación.
Por ejemplo, al bolero La mentira, de Alvaro Carrillo, yo
lo escuché por el trío Los Panchos, que es indiscutible
para mí. Pero pensaba si a esta misma letra yo le quito
las guitarras, el acompañamiento meloso, el tono cálido
es un páramo. Está hablando de la nada, como decir la
Patagonia o la Quiaca. Siempre escucho en La mentira
el silencio del interlocutor o la ausencia del interlocutor. Entonces
quería hacer que el tema se volviera más devastado, más
angustiante. Azul un ala es un engendro de la otra visión
de la patria. En general la canción patria es espantosamente
bélica, agresiva, nacionalista y nunca la asumí como propia.
Y cuántas veces uno cantó la Aurora en el
colegio. Entonces ¿viste cuando la televisión tenía
antena y se veía doble? Se decía tiene fantasma.
Azul un ala es el fantasma de Aurora. Y técnicamente
está puesta como a través del espejo. Los intervalos que
serían mayores en la original son menores y viceversa. Hay una
cosa de asimetría. La letra está, pero al ordenarla de
otra manera cobra un significado que es el opuesto al significado original.
Entonces Azul un ala es una canción de la derrota
absoluta asumida como una canción patria.
Existe un problema con la canción de protesta y es que
intenta convertir a los convertidos. Vos hacés una versión
de El gallo rojo.
El gallo rojo me atrajo porque es la única
canción de protesta que pone en duda lo que dice. Deja la posibilidad
de que la historia no sea como la cuenta el relator. Y eso tiene que
ver con el anarquismo, que no se arroga el derecho de verdad histórica.
El relator toma partido por el gallo rojo al que llama valiente
en contra del gallo negro al que llama traicionero, pero
lo que marca en el estribillo es que podría ser mentira lo que
dice. ¡Ay! Si es que yo miento,/que el cantar que yo canto/lo
borre el viento... En general las canciones políticas son
autoritarias, marcan como concepto de verdad aquello que se está
diciendo. Si vos decís A desalambrar, a desalambrar...,
se puede poner en duda si la tierra es tuya. Podría ser de los
ranqueles, por ejemplo. O El pueblo unido jamás será
vencido quizás no sea cierto, pero en la canción
tiene un valor de verdad.
En los arreglos los instrumentos aparecen separados.
Esa cosa de separar los instrumentos es algo que me interesa.
En Azul un ala primero está el texto, después
el redoblante y después el piano. Allí atravesar el espejo
significa plantearse el concepto de forma. Una cosa es todo superpuesto
y otra, todo yuxtapuesto. Y me interesa que no haya una opinión
técnica sobre la forma de emisión que es una cosa que
yo escucho en el canto y que me produce tirria. Todo ese tema onanista,egocéntrico
del cantante que aprovecha la volada de tal pasaje para emitir de una
manera virtuosa, para quedarse mucho rato para largar ahí el
grito o para poner al agudo, esa cosa de usufructuar con un tema posiciones
narcisistas. Me parece que el instrumento, la voz, la melodía,
la materia en sí deben estar sometidos a un objeto indivisible
que tiene que respetar las leyes que el mismo propone. Si yo, por ejemplo
en Alma mía me pongo a cantar a los gritos y saco
la voz que no tengo, pierde totalmente el clima solitario que intento.
Además, si escuchás bien, los temas que no son míos
están empezados y no los termino. Trabajo con la memoria residual.
¿Viste que cuando vos tarareás tarareás las mismas
partes de los temas? Y lo que se tararea suele ser la esencia de lo
que es el tema para uno. Entonces es como pasarlo por un tamiz. ¿Cómo
lo tarareás? ¿A los gritos? ¿Lento? ¿Silbando?
En realidad siempre estás haciendo versiones. Es falso intentar
hacer una versión fidedigna de algo.
¿Qué valor le das a la técnica?
Hay que relativizarla. Cuando vos estudiás un instrumento
con la técnica tradicional, eso te condiciona el deseo a llevar
el tratamiento de ese instrumento hacia un solo lado, hacia una cierta
forma de tocar que tiene que ver con la buena forma de tocar. Entonces,
cuando digo que hay que relativizar la técnica, me refiero a
que a si me pongo el violín bajo la pera y sobre el hombro como
se usa, no podría cantar y tampoco podría acompañarme.
Cuando canto El gallo rojo tengo que ponerme el violín
entre las piernas. La investigación de un instrumento de una
manera personal hace que vos lo vayas conduciendo hacia tu propio deseo
y a su vez tu deseo se abre más porque descubrís en el
instrumento otro tipo de timbres y de sonidos diferentes a los que descubrirías
estudiándolo de una manera ortodoxa. En ese sentido hablaba de
relativizar la técnica. En el canto es lo mismo, si yo canto
como Ginamaría Hidalgo hay cosas que nunca voy a poder cantar,
pero Ginamaría Hidalgo no podría nunca hacer un tema de
Tom Waits y viceversa, pero ambas técnicas funcionan para eso
que cada uno quiere hacer. En mi caso todo esto no tiene que ver con
lo desprolijo. Para mí llegar a tocar el violín y orquestar
El gallo rojo, adonde el violín suena como una gaita,
me llevó mucho tiempo de estudio así como la máquina
de escribir.
(...)
Yo tengo una obra para máquina de escribir. Si voy al conservatorio,
no hay una técnica para eso; nadie me puede decir cómo
escribir la música y cómo tocar la máquina. Entonces
tengo que inventar una técnica. Yo estuve seis meses investigando
el rodillo de la máquina y de ahí en más empecé
a escribir para máquina de escribir. Se trata de encontrarle
el sonido a aquello que teóricamente no tiene musicalidad. Y
quitarle la función musical convencional a lo que sí lo
tiene. Esto, por supuesto, no es ninguna novedad, es algo que siempre
se hizo en la música contemporánea. A mí se me
gasta un poco la cosa autorreferencial de los instrumentos. Cuando escuchás
un saxo, estás escuchando el saxo, no importa lo que estés
escuchando, ya tiene un timbre característico, es algo que hace
demasiado acto de presencia, no se mimetiza. Lo mismo que el piano,
es una suerte de presentación al instrumento (estoy desarmando
un piano para armar con las cuerdas otros instrumentos inidentificables).
Lo que en general busco es que nada sea protagónico sino al servicio
de. No un buen solo de flauta, una voz maravillosa , un piano excelente
sino un todo indivisible. Por eso me parece que en el compact todos
los temas son distintos, no hay un mecanismo de arreglo independiente
de la obra. Por eso me gusta Bola de Nieva: si hay silencio hay silencio,
si hay mucho piano hay mucho piano, si él llora, llora, si se
queda ronco se queda ronco, si no hay aire es porque con lo que está
diciendo ya no le queda más aire. Es la antítesis de Pavarotti
que muere como el sargento Cabral, queda parado pase lo que pase.
Estado
para estadios
C fue grabado de acuerdo con una actitud que a Baliero le incomoda un
poco llamar solidaria, ya que no se trata de víctimas, quizás
la palabra más adecuada sea colectiva. Fito Páez
puso el estudio Circo Beat; Andrés Barragán, las fotografías.
El diseño, los arreglos, la vaca que pasa por la tapa fueron
un trabajo en equipo que incluyó hasta los integrantes de la
imprenta Aguafuerte. El sello Años luz es de Javier Tenembaum,
un ejecutivo conectado a la vena imaginativa del Jorge Alvarez que en
los sesenta editó a Manal. Baliero considera obstetras
a los técnicos Gustavo Iglesias y a Luis Volcoff. Liliana Herrero
le prestó el diablo del aliento contra viento y marea. Con Bárbara
Togander reúne requisitos que en general los músicos
no tienen y empastamos muy bien las dos trabajaron codo
a codo.
Cuando yo me decidí a grabar el primer impulso, lo recibí
de Carlos Villalba del BAM. Me decía ahora que está
el BAM podés grabar porque tenés estudio, no hay problema
de tiempo, nos ocupamos de la difusión. Lo único
que había que hacer era poner la música. Al principio
lo acepté. Era un estímulo para grabar. Porque para mí
el tema de la grabación siempre fue medio traumático.
Como existe la agorafobia o la claustrofobia, yo tengo fobia a la grabación.
He llegado a salir de un estudio dejando todo por la mitad. Cuando salieron
los primeros compacts del BAM, los de Lidia Borda, Edgardo Cardoso,
creo que Soledad Villamil, vi que tenían el sello del gobierno
de la ciudad y los nombres de todos los funcionarios y eso imposibilitó
que grabara. Porque yo creo que el objeto que creaste, desde el diseño
de la tapa, es tuyo y me pareció una invasión ideológica
e informativa de algo totalmente biodegradable, porque un funcionario
desaparece, lo cambian de lugar y el compact iba a seguir viniera el
gobierno que viniera. Abandoné y quedé otra vez en pelotas.
Me parecía imposible grabar El gallo rojo con el
gobierno de la ciudad. Era algo estética e ideológicamente
incompatible; El gallo merecía otro tipo de packaging,
cosa que fue muy bien recibida por Villalba y que fue muy respetuosamente
aceptada por él y por otra gente del BAM que tuvo una actitud
muy solidaria.
¿Qué queda de la cultura alternativa?
El espacio de La fábrica donde los obreros deciden que
no cierre el lugar y lo abren a espacios culturales. Después
está el grupo de Difusores Independientes donde está Santiago
Vázquez y Fernando Kabusacki, que en cada concierto pone una
mesa con los trabajos de todos. Igual lo que se perdió es el
entrenamiento de organización. Ahí hay un agujero que
es la conciencia de lo solidario, de lo comunitario, de lo colectivo.
Como hubo una generación desaparecida, se ve la ausencia de interlocutores
mayores, la falta de entrenamiento para pensar ciertas cosas así
como la teoría de que no hay nada anterior. Por eso yo creo que
Javier Tenembaum es increíble porque grabó a Axel Krygier,
a Marcelo Moguilevsky, a Fernando Samalea. Sin ningún tipo de
especulación de ganancia. Ese es el verdadero sentido cultural.
Ese es un acto culto verdaderamente, no poner 250.000 personas para
escuchar a Sui Generis. Porque no importa cuánta gente vaya sino
que tiene que existir porque eso hace a lo macro, que haya tres paquistaníes
escuchando un concierto de Pakistán, diez que están probando
tocar con ladrillos. No importa el número, es la sumatoria de
la cantidad de números lo que importa. Y yo creo que ese pensamiento
no existe en el gobierno ni en pedo. Tiene mucho miedo al vacío
de lo multitudinario que le parece que es lo único que convalida
algo. La crítica se sustituye por el número. Entonces
la crítica puede ser Muy poca gente adhirió a ...
Yo pienso en John Cage cuando decía ¿usted quiere público?
Uno es público. Manucho decía que lo importante
eran esos diez. Cuando a Marx le contaban que en un acto había
habido mil obreros, hacía un gesto escéptico y preguntaba:
Mil obreros, ¿pero cuántos comunistas?
Y es un círculo vicioso, porque si piensan que hay un espectáculo
que no concita público no se gastan en difundirlo. Y si piensan
que es algo que concita público se matan por difundirlo. Con
lo cual se logra un pensamiento exitista y demagógico. Lo entiendo
si vos sos una empresa privada y te da pérdida, pero esto es
como decir cerremos esta escuela porque hay seis personas.
Los actos culturales no se pueden contar en términos de mercado.
El Estado no tiene que ganar, tiene que invertir y gana si existen la
Pista Cuatro, Movilevsky, Krygier. Sino pierde todo el mundo. Y yo creo
que no hay conciencia profunda de eso. De lo que es verdaderamente una
gestión cultural. Treinta millones de personas en Parque Sarmiento
es un éxito, tres boludos que están estudiando la inserción
de los violines en Tafí del Valle durante cuatro años
es pérdida. Por eso me parece muy interesante lo que pasó
en Porto Alegre, o en Davos o en Seattle, la globalización de
la resistencia. Porque la globalización del imperialismo siempre
existió, sólo que ahora tiene un nombre empresarial, lo
cual parece que la hace más eficaz o sea peor para nosotros.
Hacer un intercambio mayor con gente de afuera sin quedarse en la gran
aldea es fundamental, sino nos morimos todos por pobreza cultural, pobreza
económica, pobreza de proyectos, pobreza de entusiasmos. En los
colegas de mi generación que no están en lo masivo produce
culpa no tener éxito, parece que fuéramos una molestia
para el Estado, una molestia para los teatros, una molestia para los
sellos. La palabra alternativa es una palabra falsa. Debería
sustituirse por inmolación. No hay alternativa porque
no tenés elección. Es una palabra hipócrita como
experimental. ¿Qué es lo otro entonces? Sino
es experimental, ¿qué estás haciendo? ¿Música
a lo seguro?