Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Stira

MODA

El glamour de la inteligencia

Fueron otorgados la semana pasada en París los premios Women in Science, que desde hace tres años organizan en conjunto L`Oreal y la Unesco. Cinco científicas de Gran Bretaña, Australia, Estados Unidos, Brasil y Nigeria fueron elegidas por un jurado internacional por sus investigaciones en biología molecular y genética.

Por Sandra Russo,
desde París

joan a. SteitzAnne McLaren se ríe cuando se le pregunta qué es lo que más disfruta de su trabajo. Esta bióloga molecular británica está acostumbrada a “bajar” su lenguaje para que los profanos puedan entenderla. “El mejor momento es cuando un experimento sale bien, aunque es todavía más excitante cuando sucede algo inesperado”, dice, mientras en su cara limpia sobresalen sus ojos celestes y ella exhibe cada una de las arrugas que se le fueron inscribiendo en sus 74 años, 50 de los cuales los pasó trabajando con cobayos en el laboratorio de Biología Reproductiva de Cambridge. McLaren es una de las cinco científicas de renombre internacional que dentro de unas horas serán galardonadas en la edición 2001 de los Women in Science Awards, organizado por L`Oreal, el grupo cosmético más grande del mundo, y la Unesco. Una científica con una trayectoria ya reconocida en cada continente, y becas para diez jóvenes sobresalientes que estén desarrollando proyectos de investigación de interés médico: ésas serán las estrellas de esta noche, que esta vez cambió el glamour y la nota fashion que podría insinuar la índole de la empresa privada que empuja estos premios, por el trabajo arduo y de alta excelencia de las mujeres que han sido propuestas por personalidades científicas mundiales e instituciones de renombre, en un mecanismo copiado del que se utiliza para el Premio Nobel. Para llegar a esta noche, L`Oreal puso el dinero, su intención de mecenazgo y la primera línea de sus equipos de investigación, compuestos por más de 2500 científicos. La Unesco garantizó la seriedad del proyecto. El premio Nobel en Biología Molecular de l974 Christian de Duve fue quien encabezó el jurado, integrado además por hombres y mujeres de los institutos de investigación más prestigiosos de trece países, que fueron quienes evaluaron los nombres de las cinco ganadoras.
anne mc larenMcLaren, menuda y de una inteligencia que la desborda, vuelve a sonreír cuando cuenta que como cortesía recibió un bolso lleno de las cremas y los perfumes más exquisitos del mercado (el grupo L`Oreal concentra entre varias más las marcas Paloma Picasso, Helena Rubinstein, Biotherm, Vichy, Lancôme, La Roche Posay, Armani, Kerastase). Pero no sabe si tendrá la constancia necesaria para usarlos, para interrumpir sus infinitas horas entre microscopios, tubetas y cobayos. Gracias a su trabajo en Cambridge, donde han explorado especialmente los mecanismos celulares que determinan el sexo del embrión y más específicamente el preciso instante en el que un embrión comienza a su vez a fabricar sus propios óvulos o a disponer las condiciones para fabricar sus futuros espermatozoides, ella ha hecho contribuciones fundamentales para que hoy millones de mujeres puedan acceder a la fertilización in vitro. Nacida en un país en el que según ella existe la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en la ciencia, admite no obstante –y por eso precisamente preside la organización Women in Science & Engineering, además de ser consultora de la Organización Mundial de la Salud y miembro de The Human Fertilization and Embriology Authority, la entidad que hace el contralor científico y ético de la fertilización asistida en Gran Bretaña– que en el primermundo las mujeres siguen necesitando asistencia no ya para desarrollar sus carreras, sino... para criar a sus hijos mientras lo hacen.

Hallazgos
suzanne coryEn la sede parisina de la Unesco, tras una organización de muchos meses que logró coordinar a un jurado internacional y traer esta noche aquí a gente de los cinco continentes, el auditorio escucha a un coro de música de cámara integrado sólo por mujeres. En las plateas hay personalidades políticas –Simone Weil, por ejemplo–, sociales –Madame Pompidou, por ejemplo–, y científicas, que escuchan al presidente de L`Oreal, Lindsay Owen Jones, y al de la Unesco, Koichiro Matsura, explicar que pese al gran avance de las mujeres en las últimas décadas, aún es necesario este tipo de estímulos: la educación de las mujeres todavía no las pone en igualdad de condiciones ni las estimula lo suficiente para darles cabida en el ceñido mundo de las ciencias duras. Las mujeres se destacan en ciencias durante sus estudios secundarios, pero pocas de ellas eligen carreras científicas universitarias. En el país anfitrión, Francia, sólo el 15 por ciento de las admisiones en la Escuela Politécnica corresponde a mujeres. Y aunque completen sus carreras, pocas de ellas trabajan luego en su especialidad. Incluso en los países más equitativos entre los géneros, algo pasa: en Dinamarca, sólo el 1 por ciento de los profesores de materias científicas son mujeres. En Finlandia, el 7 por ciento. En Suecia, el 5.
adeyinka falusiLa primera en subir al estrado (atrás del cual tres pantallas gigantes mostrarían luego y en cada caso a la ganadora en su propio lugar de trabajo, permitiendo así evaluar los distintas contextos de cada una), fue la profesora Adeyinka Gladys Falusi, de Nigeria. Ataviada con su traje típico, que incluía un sombrero dorado y verde que la convertía a una primera y grosera vista en una mujer africana de alguna de esas etnias de las que es imposible hasta retener el nombre, Falusi agradeció su premio con lágrimas en los ojos. Ese era, dijo, uno de los días más importantes de su vida. El premio Nobel Christian de Duve, que ofició de histriónico maestro de ceremonias, explicaría luego el trabajo de Falusi, mientras la pantalla la mostraba en su laboratorio, vestida con el universal guardapolvo. Ella ha pasado los últimos 25 años estudiando la genética molecular de enfermedades hematológicas hereditarias muy frecuentes en Nigeria: anemias congénitas que afectan a más de tres millones de personas y de las que poco se sabía, y sus descubrimientos permitieron el desarrollo de diagnósticos prenatales. Falusi agradeció, entre otros, a su padre, que un día le dijo: “Sé lo que quieras ser”. Y eso, en Nigeria, no lo escuchan todas las mujeres. Ni mucho menos.
Luego fue el turno de la profesora australiana Suzanne Cory, directora de The Walter and Eliza Hall Institute of Medical Research, de Melbourne. Cury es también una bióloga molecular conocida mundialmente por sus trabajos sobre el cáncer. Estudió en Cambridge, hizo un posgrado en Ginebra, y ya casada con su colega norteamericano Gerry Adams, tomó –como explicaría luego en una entrevista con este diario– la decisión más difícil de su vida: volver a Australia, descartando otras posibilidades aparentemente más ventajosas. Allí se abocó primero a estudiar los mecanismos a través de los cuales el sistema inmunológico humano crea anticuerpos, y luego se volcó, junto a todo su equipo, a estudiar el comportamiento de los anticuerpos en leucemias y linfomas. Descubrió una secuencia genética que a veces parece activar accidentalmente a otros genes, los oncogenes, que son los que provocan cáncer. Particularmente en un linfoma llamado de Burkitt, Cory probó que la activación de un gene específico, el myc, es la ruta que conduce a la enfermedad.
Por Estados Unidos, recibió su premio la profesora Joan A. Steiz, de la Universidad de Yale, donde comanda el Departamento de Biología Molecular y es docente en Biofísica y Bioquímica. Allí ha desmenuzado después de untrabajo de un par de décadas la acción de las moléculas de ácido ribonucleico del ADN que, asociadas con ciertas proteínas, participan en enfermedades reumáticas autoinmunes. Su hallazgo permitió que otros científicos tomaran la posta para avanzar increíblemente en el tratamiento de este tipo de enfermedades, en las que los pacientes desarrollan anticuerpos contra las defensas de sus propios organismos.
mayana zatzPor su parte, desde Brasil, llegó al escenario la profesora Mayana Zatz, de la Universidad de San Pablo, una autoridad mundial en genética, cuyo laboratorio participa desde l994 del Proyecto Internacional del Genoma Humano. La especialidad de Zatz son las enfermedades hereditarias de distrofia muscular, más específicamente la llamada de Duchenne. Esta enfermedad que afecta y llega a atrofiar el desarrollo de los músculos es transmitida, según descubrió Zatz, por el cromosoma X. Las mujeres no desarrollan la enfermedad, pero si son portadoras del gene la transmiten a sus hijos varones. En l981 ella creó un laboratorio para estudiar las enfermedades neuromusculares, la Asociación Brasileña de Distrofia Muscular: en ella se volcó, paralelamente a la continuidad de sus trabajos sobre el papel de las enzimas de este tipo de enfermedades y a la contención de las familias que sobrellevan casos desoladores de este mal. “He aprendido mucho de esos padres desesperados, me han dado el coraje que a veces yo no tenía, y siento ahora que tengo que agradecerle a la vida la oportunidad de estar al lado de esos niños enfermos y esos padres. Para mí es un privilegio cotidiano”, dijo. Zatz jugó un rol muy activo cuando el Parlamento brasileño discutió el aborto terapéutico en este tipo de casos, apoyando la moción a favor. También Anne McLaren, la británica que ha hecho contribuciones inestimables para que mujeres que no pueden tener hijos logren hacerlo, apoya el derecho al aborto, y en todos los casos. “Creo que todo niño tiene el derecho de ser deseado. Yo trabajo para que las mujeres que desean un hijo puedan tenerlo, pero creo firmemente que las que no lo desean deben tener el derecho a no hacerlo”, dijo.

Mensajes
Luego de las cinco premiadas, fueron distinguidas las diez jóvenes científicas, de un promedio de 30 años, becadas para que desarrollen sus proyectos de investigación. Dos por cada región del mundo. Trabajos en zoología, farmacología, biología, parasitología, bioquímica, ecotoxicología, microbiología y genética fueron desfilando encarnados en chicas de diferentes países. Algunas temblorosas, otras excitadas, todas deslumbradas por el contacto fuido con las cinco eminencias premiadas y por los cuatro o cinco días de luces parisinas y el tratamiento de reina que recibieron.
Como final de fiesta, las pantallas gigantes proyectaron nuevamente a las cinco científicas en sus lugares de origen, esta vez con mensajes a las jóvenes. Dos de ellos sobresalieron. El de la australiana Suzanne Cory, que dijo que todo el trabajo del mundo se justifica en ese momento en el que un experimento sale bien y “una advierte que es la primera persona en el mundo en comprender un mecanismo cualquiera de la naturaleza”. Y el de la brasileña Mayana Zatz: “Lo más importante es que siempre tengan preguntas. Cuando uno se queda sin preguntas, se convierte en un técnico. Pero cuando una pregunta te trastorna de noche y de día, y vuelves a la carga con la investigación, no importa cuántas horas pasan, no importa si otra vez no sale, o si hay que empezar todo de nuevo. Es esa pregunta la que te convierte en científico”.

El talentoso señor Schueller

El emporio cosmético más grande del mundo comenzó con una buena idea. Eugène Schueller, un químico que llevaba tres años trabajando como vendedor de productos para el pelo en la Farmacia Central Francesa, consiguió un trabajo que le interesó más: un peluquero quería ponerlo a investigar nuevos productos. Hasta entonces, sólo se usaban materias vegetales o se decoloraba. Es decir, las mujeres podían volverse rubias, pero no castañas. Cuando Schueller tenía 26 años, decidió investigar por su cuenta, y en su propia cocina montó un laboratorio en el que desarrolló el primer pigmento sintético para teñir el pelo. En l907, el químico inquieto patentó su descubrimiento, y durante los siguientes dos años trabajó completamente solo en su empresa, a la que llamó L`Aureale, y que con el tiempo se convirtió en L`Oreal. Fue entonces que, ante la enorme demanda de sus productos caseros, Schueller comenzó a exportarlos a Hungría, Bélgica, Holanda, Suiza y Rusia. Lo que sigue es la historia de un hombre increíblemente atento a los cambios culturales: en los `20, las mujeres comenzaron por primera vez a cortarse el pelo. En pelos cortos, el color era más importante que antes. Schueller lanzó Imédia Liquide, una tintura mítica. El cuidado del pelo iría adquiriendo el mote de “necesidad”, y en los `30 la empresa presentó Dop, el primer champú sin jabón de la historia. Unos años más tarde, Schueller advirtió que el bronceado comenzaba a ser aceptado: salió al ruedo con el legendario Ambre Solaire. Para los años `50, Schueller ya comandaba a un equipo de 100 investigadores en cosmética, y había puesto un pie en Estados Unidos. Se acercaba otro enorme cambio en el peinado de las mujeres, y la empresa respondió a él con otra marca de leyenda: el spray Elnett, vendido en cien países. Luego, tras la muerte de Schueller en l957, la empresa siguió su gigantesca expansión. En l964 lanzó Lancôme y compró Garnier. Se crearon los perfumes de Guy Laroche: el primero, Fidji, hizo historia. Otros le seguirían, como el Anaïs Anaïs de Cacharel o el Tresor de Lancôme. Fue lanzada la marca Biotherm, y más tarde Vichy. Con ellas, L`Oreal cubrió el espectro de las marcas cosméticas que consiguen no en perfumerías sino solamente en farmacias. Marca tras marca, la historia del grupo puede ser leída como el crecimiento monumental de una empresa, pero también como el medidor del pulso de las modas, los usos y costumbres de cada década.