CULTURA
Las
mujeres del
KUKLUXKLAN
Hace
muy poco tiempo que el Ku Klux Klan les permite la entrada a las
mujeres. Lo hizo por una cuestión de supervivencia: su popularidad
menguaba, y la idea de incluir familias enteras prendió con fuerza
en el sur norteamericano. Ellas se entrenan militarmente y destilan
el mismo odio racial que sus hombres.
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Por
Nelly Jouan
No son
los blacks lo que detesto. Son los nigers, lanza brutalmente Pam,
sosteniendo la mirada. Pam es un hombre de seguridad para
los Caballeros norteamericanos del Ku Klux Klan. En la jerga klanesca,
un klarogo imperial. Su rol es el de asegurar la protección
interior del Klan. Pero este día, para la convención nacional
del Klan, Pam descansa. Vestida normalmente, sentada a una mesa de picnic,
conversa con otras participantes mientras vigila de lejos a sus dos
hijos, Andrew y Alex, de 15 y 13 años, que juegan con otros niños
del Klan. En Newville, uno no encuentra un solo negro, proclama
con orgullo una participante. Los paisajes pastorales de Indiana. Sus
vastos campos de maíz, sus praderas donde pastan apaciblemente
las vacas y sus grandes granjas blanqueadas a la cal. Y, más
cerca nuestro, en la propiedad de reverendo Jeffrey Berry, mago imperial
de los Caballeros norteamericanos del Ku Klux Klan y compañero
de Pam, una cruz de seis metros de alto, consagrada al incendio, los
símbolos del KKK y un montón de banderas de los confederados,
flotando en medio de los residencias vecinas.
Antes de 1970, las mujeres no podían adherirse al Klan. Su rol
se limitaba a coser la ropa de sus maridos. Pero David Duke, mago
imperial de los Caballeros del Ku Klux Klan, electo en la legislatura
de Lousiana (llevó un 60% de votos blancos de Luisiana cuando
presentó su candidatura al puesto de gobernador en 1992), decidió
abrir los rangos de su grupo de mujeres. Las facciones rivales no tardaron
en seguirle los pasos. Según los expertos, las mujeres constituían
el 40% de los adherentes al Klan, contra el 25% en las otras organizaciones
neonazis. Y se estima en alrededor de 6 mil el número de adherentes
de diversas facciones del Klan. En estos últimos cinco años,
las mujeres han accedido a posiciones elevadas. Es inútil, de
todas maneras, buscar alguna señal de progreso en este gesto,
porque, según James Sheeley, gran dragón del estado de
Nueva York, este desenlace, puramente pragmático, está
dirigido únicamente a asegurar la supervivencia del Klan, que
comprendió que necesitaba de las mujeres para aumentar el número
de adherentes y debió, por eso, ceder terreno. Un gesto muy facilitado
por la erosión de la jerarquía masculina y la llegada
de Internet.
Esas mujeres ya tuvieron bastante de estar siempre a la sombra
de sus maridos guerreros, de atenderlos en la cocina. Es una especia
de avatar de los movimientos de liberación femenina, aun cuando
estas mujeres son decididamente antifeministas. Hay también una
explicación más cínica, explica Mark Potok,
director de la información de Suthern Poverty Law Center, una
organización que lucha contra los grupos neonazis: los líderes
de esos grupos piensan que si consiguen que las mujeres vayan, los hombres
seguirán.
Con la participación de las mujeres, se asiste al surgimiento
de los líderes más jóvenes, feroces y militarizados,
un fenómeno que algunos llaman la nazificación del
Klan (llevan insignias nazis y adoptan la herencia del Tercer Reich).
Estos últimos no tienen necesidad de endulzar sus mensajes de
odio para atraer a sus parejas femeninas. Numerosasmujeres siguen los
pasos de los hombres. Muy armadas y haciendo gala de vestimentas guerreras,
ellas se someten a entrenamientos físicos, declarándose
listas para la guerra de razas y proclamando su odio en voz alta.
Sus historias son todas parecidas. Bunnie, una vivaz californiana de
23 años, es gran klaliff del reino de Louisiana (brazo derecho
del gran dragón, el klaliff preside las reuniones y las convenciones
en su ausencia) y la compañera del gran dragón
del mismo estado, Doug Stoutes. Y aun cuando su suegro ya formaba parte
del Klan, y su padre le había advertido que si ella llevaba
un negro a la casa, él le dispararía, Bunnie afirma
que siempre rechazó la ideología del Klan. Hasta que le
impidieron seguir un curso de florista en California. Estaba en
una escuela norteamericana pero no pude seguir el curso porque no hablaba
español, explica. Fue entonces que comprendí
que algo no andaba bien en este país.
Lo mismo sucedió con Pam, que afirma que necesitó varios
años antes de decidirse a entrar en el Klan. Un día,
andaba en el auto, y me detuve en unas luces y un negro se bajó
de su automóvil y comenzó a pegarme sin ninguna razón.
Siempre viví en un barrio donde los blancos eran minoría
y se dejaban zurrar por los negros. Fue en esta época que
Pam comenzó a darse cuenta de lo que pasaba en Estados
Unidos. Como Bunnie, ella se subleva contra el favoritismo
de las políticas públicas compensatorias, lo que ella
llama los tratamientos especiales que gozaban los minorías.
Yo trabajé en una universidad durante diez años.
Nos forzaban siempre a avalar sus programas de diversidad racial; los
clubes especiales para las minorías, las ayudas financieras,
las facilidades de admisión, los cursos especiales... Siempre
para las minorías.
Tania tiene 24 años y acaba de ser mamá. Con su cabello
rubio, sus ojos muy claros, sus largas uñas rojas y su imponente
espalda, comparte semejanzas físicas con las otras mujeres del
grupo. Naturalizada (la ceremonia de naturalización marca
la entrada oficial de un participante al seno del Klan) a la edad de
15 años, ella es el halcón de noche imperial
(imperial night hawk quiere decir que está a la cabeza
de las fuerzas de seguridad del imperio de KKK) desde 1995. Es también
la hija del reverendo Berry. Como las otras, su odio por las minorías
está profundamente enraigado y alimentado por sus frustraciones
y fracasos personales. Jamás sufrí por causa del
Klan cuando era pequeña. En la escuela, siempre tuve buenas notas
y hasta obtuve mi diploma del liceo un año antes que las otras.
Una vez obtuve una A por un proyecto escolar sobre el Ku Klux Klan.
Había obtenido toda mi información gracias a papá
y para una escuela pública, el profesor era abierto de espíritu.
Supongo que estaba de acuerdo con nuestras ideas. Fue más
tarde que comencé a sufrir. Acá, todo el mundo sabe que
Berry es el Klan. Es por eso que nunca pude obtener un trabajo de secretaria
jurídica. Me mandaron al tribunal de cuentas porque yo tenía
acceso a los nombres de un número de personas. Ahora estoy obligada
a trabajar en una estación de servicio. Tania no pudo probar
que su destitución estuviera ligada a su participación
en el seno del Klan. Dieron una excusa falsa, demasiado lenta
o algo así...
Conscientes de los límites de un racismo muy explícito,
las diferentes facciones del Klan han eufemizado sus diatribas racistas
y limpiado sus discursos de resabios de odio muy explícito. Por
lo menos, oficialmente. Los minorías no son ya los únicos
blancos del Klan. El Klan vitupera contra el aborto, los homosexuales,
las feministas, la delincuencia de la sociedad norteamericana, lo que
le permite sembrar la confusión en los espíritus y capturar
a los moderados. Sólo una cierta minoría racial,
el negro (niger) , es puesto de manifiesto y
estigmatizado. Nada es más evidente en el discurso de las mujeres
que permanentemente hacen una distinción entre el niger
y el negro. El niger que puede ser tanto blanco como
negro, es un holgazán, un fracasado que vive sobre las espaldas
de la sociedad. El negro, por el contrario, se conduce de manerarespetable
y gana su pan cotidiano. Esta distinción es esencial porque permite
practicar un racismo respetable y promover la ideología
del Klan al menor costo. Talia, de 21 años, acaba de llegar de
Hawaii, de donde critica la discriminación al revés
(racismo antiblanco). Fina, linda y moderna, ella no corresponde a la
imagen que uno se hace del Klan. Naturalizada la noche anterior, se
niega a hablar de la ceremonia de naturalización. Secreto
absoluto explica en tono solemne yo juré no revelar
los secretos del Klan. Continúa: Tenía una
amiga negra en la escuela. Yo no la consideraba como una niger
porque era muy estudiosa. Esta lógica parece deficiente.
Si hay una guerra de razas, y si el color de la piel no constituye una
señal de identificación, ¿cómo distinguir
a los buenos de los malos? Talia reflexiona un instante y sin abandonar
su seguridad explica que el Klan encontrará una manera
para que los nigers se vayan solos.
Cindy, de 46 años, es cajera en un supermercado y halcón
de Noche para el Klan. Rubia teñida, el mentón cuadrado,
al principio se niega a cualquier entrevista, luego accede de mala gana:
No tengo ninguna confianza en la prensa, son todos judíos
y mienten todo el tiempo. Muy armada, ella está encargada
de proteger al Klan, y en especial al gran dragón
de Indiana. Su padre pertenecía al Klan y su madre murió
cuando ella tenía 12 años. Butt, su compañero y
halcón de noche imperial fue apuñalado varias
veces cuando vivía en Los Angeles. El discurso de Cindy está
plagado de contradicciones. La distinción entre niger
y negro se desmorona en la primera ocasión. No soy racista
en tanto no se me impongan las otras razas. No se trata de odio. Por
ejemplo, dejo que mi hija de 11 años escuche música rap.
Hay que entender que nosotros luchamos por los derechos de todo el mundo,
no solamente los nuestros. Pero es verdad que si una de mis hijas me
trae un negro a la casa, yo renegaría de ella sin dudar.
Sus palabras encuentran un lejano eco en las de Jeane, de 46 años,
gran dragón de Indiana desde hace un año y autobautizada
soldado de Cristo. Jeane se considera madre aria
y soldado aria y piensa que el deber de cada mujer es tener
cuatro niños para preservar la raza blanca. Jeane
dice primero que ella tiene seis niños, que no forman parte del
Klan pero sostiene sus ideas, luego su discurso cambia gradualmente.
Al final, ella confiesa, en un murmullo, que Tracy, una de sus hijas,
se casó con un negro. Puede parecerle seguramente cruel
a muchas personas, pero para toda la familia, Tracy está muerta.
Ella no forma parte de la familia y nunca sentí remordimientos.
Jeane es una mujer de voz dulce y de gestos lentos. Sus palabras son
difíciles de conciliar con su apariencia amable. Estuve
muy shoqueada cuando supe lo de Tracy. Le dije que no quería
que un bastardo bronceado y analfabeto me llamara abuela. Ella llamó
a mi puerta un día, el niño en los brazos. Me preguntó
si yo quería ver el bebé. Yo respondí que no. Sin
embargo le eché una mirada. Era muy negro, verdaderamente negro,
explica con un gesto de asco.
Según Potok, numerosos grupos neonazis pregonizan, con palabras
encubiertas, las muertes de mujeres blancas que han tenido relaciones
sexuales con negros. No lo hacen explícitamente por temor
a las repercusiones, pero son los temas de los libros de William Pierce,
un teórico de la supremacía blanca. Hunter
por ejemplo, cuenta la historia de un hombre que mata a las parejas
de razas mixtas. Los Diarios de Turner, que está considerado
como la biblia de los neonazis de Norteamérica, narra lo mismo.
Miles de mujeres blancas son ahorcadas por haberse acostado con negros.
Ellas tienen un cartel donde está escrito ensucié
mi raza. En la década de 1980, un asesino en serie, Joseph
Paul Framklin, asesinó a diecisiete personas: parejas de diferentes
razas.
No hay que perder de vista que hay algo eminentemente sexual en
el Klan. Los hombres piensan que su deber es proteger la sexualidad
de las mujeres blancas. Esta obsesión es el reflejo de la inferioridad
por parte de los hombres del Klan, afirma Potok. Muchas
mujeres que pertenecen a organizaciones racistas siguen entrenamientos
paramilitares. Ellas mejoran su capacidad de tiro, aprenden a tender
una emboscada, y hasta dar a luz solas en el bosque. He visto a mujeres
tirar lanzas encendidas a una reunión anual en Kentucky,
explica Potok. La mayoría de las mujeres entrevistadas aprendieron
a tirar alrededor de los 5 años y son expertas en armas de fuego.
A menudo más hábiles que algunos hombres. La sala de los
cursos es realmente pavorosa; es un verdadero arsenal militar. Una participante
de Oklahoma sostiene orgullosa un M16 cargado. Lo necesito cuando
mi marido está de viaje, declara simplemente. Nuestras
armas están siempre cargadas. Se escucha a menudo hablar de familias
que se han dejado abatir porque sus armas no estaban cargadas y no tuvieron
tiempo de hacerlo. Yo, quiero poder proteger a mi familia llegado el
momento.
Traducción: Celita Doyhambéhère
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