TENDENCIAS
Chicas
dibujadas
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Nenas
de preescolar muy pops, una anteojuda de cuarto grado, una señorita
elegante, una exploradora sexy. Tienen en común estar dibujadas y atraer,
por sus frases, ideas y soportes, no sólo a niños. El formato lentamente
ha ido ganando adeptos entre adolescentes y adeptos. Sus códigos, sus
secretos y sus disparates.
Por
Soledad Vallejos
Pregunta: ¿Qué
tienen en común tres nenas de jardín todas colores brillantes,
una nena de cuarto grado que pasa la mitad del tiempo fantaseando, una
adolescente anteojuda de frases filosas y una mujer de shorcitos Gucci
que está déle correr por ruinas arqueológicas?
Respuesta: todas son puro dibujo; todas tienen el éxito mediático
que envidiarían unos cuantos aspirantes de reality shows; y todas
atraen de cabeza, cada vez más, a un público que ha dejado
(en algunos casos hace rato) esa etapa que se llama infancia. A principios
de los 90, se creía que la presencia de adultos frente
al televisor era responsabilidad exclusiva de los pequeños hijos,
enseguida Los Simpson se encargaron de aclarar que podía haber
más vida después de la hora de la merienda. Y cuando todos
pensaban que la cosa acabaría allí, o, como mucho, que
sobreviviría en las pequeñas legiones de fanáticos
del animé, llegaron Ren & Stimpy para convertirse en objeto
de culto de adolescentes y recientes adultos, instalar alguna que otra
polémica y dejar abierto el camino (reverencias, por favor) a
unos nuevos especímenes: los dibujos animados, llamémoslos
así, multitarget, esos que pueden disfrutar, perfectamente,
los niñitos, pero que, sobre todo, logran llamar la atención,
capturar y hasta fanatizar a vastos grupitos de adultos hechos y derechos.
Play: tan
lejos, tan cerca
En Buenos Aires, es alguna hora de la madrugada y hace frío.
En Townsville, el rojo es perfecta, prolijamente rojo. Las casitas del
suburbio son eso, casitas de suburbio de las que deben atormentar a
Tim Burton en sus pesadillas más densas. No hay lugar para mediastintas,
ni mediosdibujos ni nada que pueda despertar dudas. Los problemas, en
realidad, pueden provocarlos seres como un supervillano que se convirtió
en tal después de haber perdido un concurso de mermeladas caseras,
o un grupo de amebas que quieren, a toda costa, ser considerados criminales
y no tienen mejor idea que arrancar las etiquetas de todos los colchones
de la ciudad para que todos empiecen a verlos como peligros sociales.
No importa que el alcalde, el sr. Alcalde (sí, su apellido),
entre en pánico cuando ve a los ciudadanos convertidos en bifes,
enseguida las tres hermanitas volarán, usarán sus superpoderes,
sufrirán por la perennidad de sus peinados y vencerán
al enemigo. Escribiendo mal y pronto, podría decirse que esos
son algunos de los rasgos de las Chicas Superpoderosas, esas nenitas
de jardín de infantes que en menos de dos años saltaron
de ser un piloto experimental a estrellas casi indiscutidas del Cartoon
Network gracias, en principio, a una votación de los televidentes,
y, luego, a la fuerza del boca a boca. Porque puede pensarse, por supuesto,
que parte del público llegó a los dibujos de la mano de
hermanos, hijos, sobrinos, etc, pero es indudable que no todos hicieron
ese recorrido. Digamos que, desde la relativa popularización
de la televisión por cable yla llegada de canales dedicados pura
y exclusivamente a los cortos animados, las posibilidades de acceso
a este tipo de programa aumentaron de manera considerable. No es lo
mismo ver una escena de refilón a las seis de la tarde en la
vidriera de algún negocio que plantarse, control remoto en mano,
a paliar el insomnio a las tres de la mañana y descubrir, oh,
un dibujito que rogamos volver a encontrar en la vigilia siguiente,
y así hasta tomar nota del horario, avisar a amigos y conocidos,
y ponerlo a grabar cuando no estamos. Pero no, ese puede ser un factor
importante; la ampliación creciente de la edad del público
debe deberse a alguna cosa más. El semiólogo Oscar Steimberg,
por ejemplo (que se reconoce como espectador más o menos frecuente
de dibujos, o por lo menos conoce argumentos y personajes), admite que
en relación con este público, se producen efectos
imprecisos, pero importantes. No pueden dejar de producirse, porque
cualquiera (más aún alguien que está buscando definiciones
del mundo en un momento en el que todavía escuchó pocas)
advierte que, más allá de cómo le vaya a los personajes,
el mundo está definido de una manera diferente. Y de una manera
amplia, y aceptadora de la diferencia. Lo dice, básicamente,
en relación a las muchachitas que ilustran estás páginas:
las archiconocidas Chicas Superpoderosas, Angela Anaconda, Daria, y,
en menor medida, la exploradora recientemente encarnada por Angelina
Jolie, Lara Croft (a diferencia de las demás, nacida de un videojuego).
De acuerdo con esto, entonces, uno de los primeros puntos de contacto
interesantes sería descubrir otro universo. Y es que, además
de poder acercarlo por el obvio hecho de tratarse de una ficción,
estos dibujos ofrecen el atractivo de mostrar un mundo construido a
base de otras premisas (que pueden abarcar, inclusive, el campo de lo
moral), en el que, a diferencia de sus ¿ingenuos? y ¿bienintencionados?
antecesores (recordemos al Coyote y el Correcaminos, Popeye, Donald,
Mickey, Tribilín, Scooby Do, la Hormiga Atómica y unos
cuantos más), el bien y el mal no son antagonistas absolutos,
ni son representados de manera pura y clarísima por tal o cual
personaje. Por el contrario, inclusive los personajes que podrían
definirse como buenos tienen, por momentos, un grado de
maldad (entendiendo por esto, por ejemplo, el egoísmo)
absolutamente delicioso, aceptable y hasta esperable, que puede, también,
ser el motor de sus acciones. Cuando Bellota, una de las Chicas...,
se enamoró de uno de los chicos malos de la ciudad, estuvo a
punto de romper relaciones con sus hermanas; en sus propias fantasías,
Angela Anaconda resuelve sus conflictos con la insoportable Nanette
Manoir sólo cuando su archirrival está humillada y debe
rogarle ayuda; al menos la mitad de las (escasas) ocasiones en que Daria
sonríe, se debe a algún inconveniente que sufre Quinn,
su hermanita fashion victim; Lara Croft, en un reportaje que puede encontrarse
por Internet (es que la Web es el lugar ideal para cruzar niveles hasta
confundir realidad con ficción), aseguró que sí,
que alguna vez mató a alguien, pero que lo hizo porque no le
quedaba otra y por eso no tiene remordimientos. Muñecas bravas,
desde ya.
Las Chicas..., remarca Steimberg, no solamente no
tienen las virtudes de los superhéroes tradicionales, sino que
tienen todos los defectos, porque ellas son vanidosas, individualistas,
buscan el éxito fácil, están prendidas de cualquier
moda relacionada con los hábitos, y además no se quieren
demasiado, compiten entre sí todo el tiempo. La parodia de un
género fuerte, como es el de los superhéroes o las superheroínas,
entonces, es fuerte. Por un lado, hay una representación de lo
social en un registro no didáctico y no correcto en ninguna dimensión,
en relación con esta zona de aventuras que instalan. Pone a cualquier
personaje posible en la condición de sujeto y objeto de deseos
plurales y contradictorios. Y los personajes positivos lo son a pesar
de todos esos rasgos negativos, y todas estas pulsiones que los sacan
de caja, y viven en perpetuo conflicto entre un deber ser que continuamente
es olvidado.Por otro lado, el triunfo no es función ni resultado
exclusivo de las buenas y acertadas acciones, sino que también
suele aparecer como un azar, a veces más por defecto de los malos
que por virtud de los buenos. Tal vez, entonces, también
este desdibujarse de los límites absolutos entre bien y mal que
tiranizaron históricamente a la animación para grandes
públicos haya contribuido al acercamiento de nuevos espectadores.
En todo caso, otro elemento que no debería descuidarse es la
inclusión, en muchas de estas series, de elementos que, originalmente,
serían ajenos al mundo de los personajes, pero que aparecen repentinamente,
ya sea como guiño, justificación, o simple enganche con
alguna realidad en particular, como un destellito de actualidad en medio
de tanta tinta de colores. En Daria, Trent (su amigo moderno, pero algo
descerebrado) escucha música que perfectamente rankea entre los
top ten sino del gran público de MTV (la cadena que lo creó
a partir de Beavis & Butthead), al menos entre cierta supuesta minoría
alternativa; o Jane (la amiga artista de Daria) puede tener en sus manos
algún libro de moda, o pueden escucharse conversaciones sobre
eventos que efectivamente ocurren más allá del estudio
de los animadores. La serie del Cartoon, en cambio, tiene tantos, pero
tantos guiños a espectadores de edades tan diversas que un listado
completo excedería largamente los deseos de hacerlo. Brevísima
enumeración: frases de canciones de Los Beatles (además
de un episodio completo basado en un álbum, en el que, además
de las letras, se citaban escenas como la del recital en la terraza),
citas de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, composiciones
visuales que invocan películas (Dr. Insólito, de Kubrick,
o Taxi Driver, de Scorsese, o situaciones de La Guerra de las Galaxias)
o series televisivas (Brigada A, El Santo),
y así. En todos los casos, claro, referencias que seguramente
no van dirigidas al público infantil, como han declarado sus
propios creadores. Steimberg ve en este tipo de cruces culturales (de
productos culturales atravesados por otros a los que, a su vez, resignifica)
como resultado de una situación palpable. Actualmente,
se vive en una cultura múltiplemente fragmentada, y esta condición
deseante y cambiante de los personajes entra en relaciones azarosas
con esa fragmentación. Uno podría decir que todas esas
series culturales que se citan también son sujeto de estas acciones.
Y que todo relato es sólo uno entre otros relatos. El resto,
el hecho de que ahora se esté volviendo a incluir historias secundarias
en paralelo con la historia central, tiene también ese sentido.
Porque en las últimas producciones no hay nunca una sola historia,
siempre son varias. Y, entonces, está la perspectiva del relato
de los distintos personajes indicando que el sentido siempre puede ser
otro que el que ha tomado la escena.
REW: el
fin y los medios
Rebobinemos. Algunos factores que podrían haber abonado
el surgimiento de este nuevo público (nuevo,
al menos, en el sentido de que la condena social, ya no
cae tan fuerte sobre un adulto que asegura ver dibujitos): la irrupción
del cable y su posibilidad de encontrar eternamente series de animación;
una nueva generación de dibujos en la que no importa definir
bien y mal (excepto cuando remite a una parodia), en la que los personajes
nos descubren un mundo donde, bueno, no está tan pero tan mal
visto desearle aunque sea un poquito de mal a nuestro prójimo
más molesto; un juego constante, casi desafiante, en el que el
espectador puede hacer las veces de detective para descifrar chistes
más o menos codificados y que se refieren a cierto pasado (tampoco
tan lejano) cultural que, seguro, todos tenemos en común (este
gesto, claro, fue inaugurado por Homero Simpson y familia); y ese juego,
además, que se combina con el hecho de vivir en una cultura altamente
fragmentada y fragmentaria. ¿Es eso? Tal vez sí, es probable
que todos esos elementos sean las cadenas que, ay otra vez, no nos dejan
alejarnos de la caja luminosa cuando sabemos que está por empezar
tal o cual dibujo, que otra vez vamos a llegar tarde no porque notengamos
la certeza de que Angela Anaconda logrará salvar a Gina Lash,
sino porque no queremos perdernos cómo lo hace, porque ahí,
también está la gracia. Uno podría pensar,
acota Steimberg, que en el nivel de la presentación de
las historias hay algo que ya implica una propuesta de cambio en términos
de la percepción del nivel de los intercambios humanos. Uno está
acostumbrado a pensar que lo moral tiene que ver con la presentación
del premio de lo bueno y del castigo de lo malo. Y lo moral, sin embargo,
puede depender de un cierto planteo de la conversación. En este
caso, una cierta moral está ahí, no en el nivel de los
desenlaces. Todos somos un amasijo de deseos contradictorios; en general,
es difícil conectarse o percibir otros deseos que los egoístas,
pero eso ya lo dijo Freud. Y estamos absolutamente rodeados, motivados
o impulsados por las insistencias y las novedades de la cultura.
Entonces: ríndanse. Los dibujos (afortunadamente) nos han rodeado.
Stop.
Angela
Anaconda
edad: alrededor de 8 años.
ocupación principal: estudiante de tercer grado; defensora
de sus amigos; inventar sobrenombres para la afrancesada y engreída
Nanette Manoir.
origen: hija de Bill y Geneva, un matrimonio de clase media. Tiene
dos hermanos mayores que juegan al football americano, y una hermanita
bebé.
señas particulares: pecosa, flacucha y casi desgarbada; muy
imaginativa; adora a su perro King; adora a su padre, un inventor,
y a su madre, una artista.
superpoderes: intentar hablar como un adulto, pero construyendo
las frases como la niña que es.
amistades: Gina Lash, la mejor alumna de la clase (es brillante
en matemáticas), una gordita que adora comer y estar con
sus amigos; Gory Reinhardt, el hijo del entrenador del equipo de
football, es asmático, no le gustan los deportes, pero sí
la poesía, tejer a crochet y cocinar, está enamorado
de Gina Lash; Johnny Abatti, un ítalo-americano cuya familia
es propietaria de la mejor pizzería del pueblo, guarda fidelidad
a sus amigos siempre y cuando Nanette no le pida nada.
frase favorita: Espero que a Nanette se la trague un volcán
y la escupa a la estratósfera donde quede flotando sin rumbo
hasta chocar con un satélite, y caiga en el mar de Francia,
donde me pida a gritos que la salve, y yo la voy a rescatar, sólo
como favor a los peces que ya no soportarán sus lloriqueos. |
Daria
edad: como 16 años.
origen: hija de una familia de clase media. Tiene una hermana menor
(de unos 14 años) que es miembro vitalicio del Club de Moda
del colegio.
señas particulares: deliciosamente cínica; usa anteojos
para disimular que es bonita; flaca; no le importa la ropa ni la
décima parte de lo que ama la literatura (gótica);
tiene una pésima relación con los padres.
superpoderes: cinismo, cinismo, cinismo.
amistades: Jane, una artista plástica con menos problemas
para las relaciones sociales, pero tan poco popular como Daria;
Trent, un músico al que le resulta algo difícil abandonar
su burbuja.
frase favorita: nunca sonrío a menos que tenga un motivo. |
Lara
Croft
edad: 34, casi 35.
origen: hija de Lord Henshingly Croft, un miembro de la Cámara
de los Lores, y de una lady dedicada a la beneficencia.
señas particulares: le gusta combinar la ropa más
trendy con armas de última generación. Sus medidas
de pecho, cintura y cadera fueron modificándose de manera
considerable en cada nueva versión del videojuego. Descubrió
que prefería la expediciones arqueológicas riesgosas
antes que la vida de sociedad gracias a un accidente aéreo.
Fanática de la película Aguirre, la ira de Dios y
los deportes de riesgo.
superpoderes: una tremenda destreza con las armas; espíritu
de mercenaria; ambición; conocimientos casi enciclopédicos
de arqueología e historia antigua.
amistades: el profesor Werner Von Croy, un arqueólogo que
la dejó participar de una expedición en Camboya. Al
finalizar los trabajos, murió en un accidente.
frase favorita: Lo que realmente me preocupa es que los periodistas
intenten seguirme en mis expediciones. Voy a algunos lugares que
son bastante peligrosos para aficionados. Sé que esta gente
ha estado en Bosnia y eso, pero son todos diletantes en comparación
con algunas de las situaciones en las que he estado. |
Las
Chicas Superpoderosas
nombre(s): Bombón, Burbuja y Bellota
edad(es): alrededor de 5 años.
ocupación principal: alumnas de jardín de infantes;
salvadoras del mundo.
origen: resultado de un experimento de laboratorio del Profesor
Utonio, un ingeniero genético que buscaba crear a la niña
perfecta.
señas particulares: autodeclarada feminista y líder
(Bombón), mimosa y frágil (Burbuja), peleadora y valiente
(Bellota).
superpoderes: giro de tornado, láser verde, poder de fuego
(Bombón); comprender el lenguaje animal, chillido ultrasónico,
trueno (Burbuja); visión microscópica, aliento de
hielo, rayos (Bellota).
amistades: ellas mismas; ardillas, el Alcalde, el Profesor Utonio.
frase favorita: Señorita, ¿podemos ir a salvar
al mundo? |
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