SOLITA
Ahora que
la gente asocia cada vez más la política al teatro, se supone que Soledad
Silveyra contaría con ventajas para asumir su rol de candidata a diputada
del ARI. Sin embargo, aunque no llegó a militar –el lenguaje de las
asambleas la confunde– nunca le escamoteó el cuerpo al compromiso y
aún conserva ironía como para afirmar ser una izquierdista interesada
en mejorar el capitalismo.
Por Marta Dillon
En su deseo
se cruzan los opuestos y ésa es la mejor definición que
tiene de sí misma. Quisiera ser una mezcla de Xuxa y Alfredo
Alcón, dijo alguna vez para reírse de esa negociación
constante entre lo que quiere y lo que puede en el mundo del espectáculo:
darle valor a la palabra o dejar que el bisturí le retoque los
ojos. Recorrer el país con una compañía de teatro
ambulante o conducir Gran Hermano. Está cómoda
en el tránsito, tanteando la cuerda en puntas de pie, sosteniendo
una gran vara que sirva de contrapeso entre la inteligencia y el show
bussiness, el compromiso político y las revistas del corazón.
Así fueron sus primeros pasos en el arte dramático, encerrada
en el baño del departamento familiar de Tribunales, representando
una Antígona infantil con su hermano de dos años obligado
a acostarse sobre una bañera fría para que ella pudiera
llorar por el hijo que enterraron vivo. O secándose las lágrimas
para lucir mejor los sombreros que se probaba a escondidas imitando
a Pinky, la máxima expresión del glamour para esta nena
que entonces tenía doce años y hacía tres meses
que sólo comía sopa. Estaba entre esos dos mundo,
cuando Zelmar Gueñol, que visitaba mucho mi casa, tocó
la puerta, del baño y me dijo Solita, ¿no te gustaría
ser actriz?. Lo que quiero es ganar un mango, le contesté,
porque la vieja ya andaba mal y yo pasé de ir con chofer al colegio
Jesús María a vender revistas en la plaza de Tribunales
con mi pollera kilt, mi pulóver bouclé, mis medias de
pompones y mis zapatitos de Les Bebes. Vendía su colección
privada de Sussie y Vidas ilustres, ahí estaba el origen
de lo que quería ser, una mezcla, dice Soledad Silveyra
a una semana de haber agregado el último ingrediente a su mix:
la candidatura a diputada por el ARI, el partido que lidera Elisa Carrió
y que la convocó a último momento para terminar de armar
las listas en las que Silveyra no es la única debutante. Lo
que me acabo de dar cuenta ahora es que mi primer trabajo como actriz,
en Canal 11, era junto a Susana Rinaldi. En este segundo debut también
estoy con la Tana. Y también, se podría agregar,
Solita, esta vez, casi una actriz de reparto -está séptima
en la lista de diputados por la Capital Federal, mientras Rinaldi
es la segunda candidata a senadora. El juego de coincidencias la encuentra
trabajando en Telefé ex Canal 11 y como si fuera
poco, imitando a Pinky, ya sin sombreros, en el salto al vacío
que implica pasar del mundo del espectáculo a la política
más tradicional. Yo también abandoné las
capelinas, desde que vi a la compañera (Esther) Goris, me cuido
de ciertos adornos. A los fracasos, en cambio, no les teme. Ni
siquiera a los papelones como el que protagonizó Pinky en La
Matanza cuando se postuló como intendenta en las últimas
elecciones. Soy una mina que sabe lo que es ganar y lo que es
perder. Más bien diría que me preocupa más ganar
que perder, prefiero ladrarle al poder que quedarme pegada. Nunca bailé
con un presidente ni lo voy a hacer. Pero creo que éste es mi
momento de tomar decisiones como la de Sophie en aquella película
de Meryl Streep. Desde Lisandro de la Torre que la Argentina no producía
una calidad de política como la de Lilita Carrió. Estoy
acá saliendo al toro, pero no tenía coraje para decir
que no.
Nunca fue
militante. No tiene paciencia para las reuniones políticas,
dice que nunca entendió el lenguaje de las asambleas. Pero habla
de mi gente o se queja por la cantidad de niñas madres
que
tengo en el interior del país. No es que haya desperdigado
hijas por las provincias, es una forma que elige para traducir lo que
dice sentir como propio. La realidad nunca me fue ajena, es lo
que vengo haciendo, al fin y al cabo siempre estuve detrás de
algún comedor infantil, trabajé para las Madres (de Plaza
de Mayo), para los familiares de AVISE (Víctimas de la Impunidad
Sin Esclarecer), para los indios. Necesito estar en comunicación
con mi gente porque si no hay una parte de mí que no se desarrolla,
y además me ayuda a ser mejor intérprete. Eso es lo que
hice hasta ahora, no te voy a decir que como una señora elegante
del club de caridad, pero nada más allá de poner el nombre
y encontrar algún micrófono para que los actos salgan
bien. Fue justamente en ese trabajo para las comunidades tobas
y wichís del Chaco cuando conoció a la diputada. Tratábamos
de conseguirles tierras y al final me acuerdo de que Enrique Nosiglia
nos cedió unos lotes, pero ocupados por otras comunidades. Después
el lío me lo tuve que bancar yo. Como se tuvo que bancar,
casi treinta años atrás, que una escapada de su euforia,
yendo a festejar la vuelta de la democracia en 1973, valiera su entrada
en las listas negras de la dictadura. Salí en una foto
que mostró Chiche Gelblung en la revista Gente y que ahora Hadad
saca en su programa. Nunca estuve en un lugar cómodo de la historia.
Cuando tenía 20 años era de las jóvenes que creíamos
que el socialismo pasaba por Perón; el general se encargó
de demostrarnos que no era así. Y me quedé sola, aferrada
a los libros que no quería quemar. Por eso ahora cuando me encontré
frente a Lilita y ella me dijo, con buen humor, y bueno, será
cosa de Dios, la miré y contesté, con Dios no me
vengo entendiendo muy bien últimamente, será cosa de la
Carrió que puede más que Dios.
La primera
semana fueron todas piñas, dice, hasta que se dio cuenta
de que estaba feliz de su decisión, que volvía a
tener 20 años en las esperanzas, en la lucha, en las ganas. Y
si el costo es grande, bueno, que lo sea, tampoco soy una mina que ande
en Mercedes Benz o que tenga casa en Punta del Este. No tengo una gran
infraestructura más allá de alguna familia a la que banco
porque no le va demasiado bien. El costo que imagina de su candidatura
podría traducirse en trabajo. Y por eso la conducción
de Gran Hermanoel último sábado fue para ella
como una prueba de fuego. Desde que bajara el rating en adelante
podía pasar cualquier cosa, pero una vez en el estudio encaré
el programa de otra manera. Te pasa en la vida, cuando te ponen una
meta más alta la anterior parece una pavada. Todavía no
tuve tiempo de pensar, pero le dije a Saulita, mi asistente, ¿sabés
que me siento más segura?. Y cuando me enteré de
que metimos 21 puntos de rating, tres más que la semana pasada,
dije vamos Silveyra, tranquila que vas bien. Con menos de un tercio
de las personas que implican esa medición de audiencia, Solita
podría llegar al Congreso. Claro que no es Gran Hermano
la tribuna indicada para lanzar su discurso político. Por contrato,
tampoco podrá hacerlo en otros programas en ese mismo horario
que seguramente tampoco sería el indicado y sólo
visitará otras pantallas cuando se trate de emisiones políticas.
Para ofrecer la mixtura ideal de actriz y presentadora con política
incipiente tendrá que elegir Telefé. Y de hecho ya lo
hizo, apareció en el programa de Susana Giménez y recién
entonces sintió el rebote en la calle. Pura buena onda,
dice. En el programa de Susana puede, por ejemplo, usar la casa de Gran
Hermano como metáfora: No quiero más un país
donde nos digamos unos a otros boludo todo el tiempo. Yo veo a los chicos
que dicen boludo cada dos palabras, dicen ya fue, dicen no te metás.
Es un reflejo porque también lo escuchás en la calle y
yo estoy harta. Basta de ya fue, basta de no te metás, hay que
ir para adelante, ésta es la geografía que tenemos, acá
nacerán nuestros nietos y hay que defenderla. Creo que ésta
que elegí es la manera más correcta. Si alguna vez,
como asegura, Gran Hermano fue un desafío que la
hacía llorar antes de salir al aire tres horas en vivo y con
cuatro frentes que atender el público en el estudio, la
familia de los participantes, quienes están dentro de la casa
y la producción que se aloja en su oreja a través de un
audífono que llaman cucaracha, eso es pasado. No
diría que Gran Hermano es banal, es un juego que
revolucionó el mundo y al que yo le incorporé lo de valientes.
Se puede ser también valiente en un juego. Y fuera del juego
también. Yo no sé si soy valiente, pero tengo miedo y
sigo parada, claro que tengo una buena red de contención, 38
años de laburo, una casa y una familia, el pobre argentino que
no tiene nada, ese sí que es valiente.
Eso del progresismo independiente siempre me pareció un
híbrido, ya me hice esta crítica hace diez años;
el mundo tomó otra dimensión, estamos en el capitalismo
y hay que tratar de hacer el mejor capitalismo, no veo otra. Ahora,
cómo conseguimos que se levanten las persianas, el ruido de los
motores, el olor del asadito en la puerta de las construcciones; ésa
es la tarea. Habla de capitalismo y se dice una mujer de izquierda
a la que le gustaría juntarse con sus compañeros actores
de otras listas más identificadas en esa dirección. Me
encantaría juntarme con Héctor Bidonde y Norman Briski
que van a las elecciones con Luis Zamora a quien respeto profundamente.
No creo que sean muy enormes las diferencias que podamos tener. Lo que
pasa es que la izquierda se queda un poco sola y lo que yo quiero es
interpretar a mi gente. No creo que los argentinos quieran quedar aislados
del mundo, no creo que quieran ser Cuba. A pesar de la educación
y la salud. Hay otros temas de cierta agenda progresista que sí
toma contra viento y marea. El derecho al aborto es uno de ellos. Es
un tema que evidentemente hay que discutir con la Iglesia, y pelear.
Pero puedo sentarme tranquilamente con Lilita y nadie me dice de eso
no se habla. Sí que ella como buena católica prefiere
hablar de la ley de profilaxis, pero queda claro que si llego al Congreso
mi granito de arena lo voy a poner y si eso pianta votos en este momento
lo lamento, porque creo que hay que sacarse la careta y decir las cosas
como son. Yo no entiendo cómo entran las máquinas de absorción
al país, ¿por qué se lo pueden hacer las señoras
burguesas y no cualquier piba? ¿Por qué tengo que tener
el porcentaje de niñas madres que tengo en el interior del país?
¿No teme que tanto protagonismo de la Iglesia en la crisis
signifique una vuelta al autoritarismo?
Con todos los curitas que me he encontrado están del lado
de la gente, la veo más progresista que antes. Si hay un techo
en su pensamiento, las italianas han podido empujarlo, ¿por qué
nosotras no? Ya no le tengo miedo a la Iglesia, le temía cuando
era chica.
¿Por qué?
Porque robaba lapiceras y me hacían entrar a la iglesia
de rodillas pidiendo perdón. También robaba cartas, pasaba
por las porterías de la manzana de Talcahuano 638, donde vivía,
y me las llevaba. Me acuerdo de la frustración, porque yo buscaba
cartas de amor y me encontraba con cédulas judiciales.
Puede intuir
que el ofrecimiento para su candidatura, que llegó a último
momento, apenas horas antes de cierre oficial, se debe a su trayectoria
de compromiso y a la posibilidad de arrastrar votos de su audiencia.
También tengo la posibilidad de que me llamen de los medios
para hacer notas, y ahí yo tengo que negociar ir con otros candidatos,
tengo que servir para eso. Pero tiene mucho más claro por
qué la eligieron para conducir Gran Hermano, aunque
hace un largo silencio antes de contestar: La verdad... creo que
es porque soy una buena madre y todavía me dicen piropos por
la calle. Madre y seductora, toda una fantasía erótica.
Puede ser, y no me parece mal pensado.
¿Siente una gran distancia entre el arquetipo del joven
que muestra el programa y sus hijos?
Tengo un compañero de 28, dos años menor que el
mayor de mis hijos, así que me pasó mucho más que
la pantalla de Gran Hermano por la cara. Y fue difícil
que lo entendieran porque son bastante machistas, pero al final se dieron
cuenta; si un señor puede tener una amante o una compañera,
o una mujer mucho menor, ¿por qué no? Yo a casarme no
me atrevo, pero ellos se llevan bien, se agarran a piñas como
tres cachorros.
¿Y a usted no le parece que tiene tres hijos?
No, son absolutamente diferentes los vínculos, gracias
a Dios.
Admite que tal vez ese compañero aumente su peso como fantasía
erótica, pero también es cierto que ya no se la recuerda
por ese vínculo. ¿Viste que conseguí que
no se viera tanto? Las cosas no son tan difíciles, depende de
dónde se pare una. Vos podés pegarme o buscarme hasta
donde yo quiera. Cuando empecé a salir con Mariano (Franco),
permití cierta exposición pero ahora, y con el mayor de
los respetos hacia la compañera, la veo a la Alfano y no lo puedo
creer. No me bancaría tamaña exposición. Y además
lo perdería a Franco, sobre todas las cosas, no le gusta usar
lo que no se gana. Que no se me ofenda la Alfano, cada una en su negocio.
En febrero
va a cumplir cincuenta años. Y está ahí, dice,
esperando. No es algo que me cuestione, muy de vez en cuando.
Y cuando veo las fotos de Nacha Guevara a los 60, digo vamos, Silveyra,
todavía te quedan diez. Pero algo en su discurso hace pensar
que busca algún lugar más reposado, ya no en la cornisa,
como se reivindicaba hasta hace poco. Me gustan las alturas, no
digo que no, pero hay gente que está mucho más en la cornisa
que yo, los que no tienen nada. Igual me animo, si es por una causa,
como ahora, por deporte ya no. ¿Madurar más? Estoy suficientemente
madura, eso sí, no me caigo de la rama de madura.
¿Le teme al deterioro del cuerpo?
(Largo silencio.) Eternamente joven no quisiera ser tampoco, no
sé, si leés a Louis Andréa Salomé y decís...
que me echen los galgos, qué me importa envejecer si estoy sentada
al lado de cuatro cabezas infernales. Me importa mucho la cabeza de
las personas y creo que son las buenas conversaciones, los encuentros,
lo que nos hace sentirnos jóvenes. Además una se va cansando
del sexo, la naturaleza es sabia.
Pero usted dijo que el orgasmo es su fuente de inspiración.
Y sí, es un momento bellísimo, de descarga y reposición
de la energía. Y la verdad que no me puedo quejar.
¿Tuvo que aprender a tenerlos?
Lo que tuve fue una infancia muy dura en ese sentido, más
de una vez quisieron abusar de mí, no sé quién
me estaría cuidando desde arriba. Pero siempre lo hablé
y creo que eso me salvó. Me acuerdo de que una vez mi abuela
me dio un cachetazo infernal porque nombré a alguien intocable
para ella. Ese señor me hizo algo, dije y ¡¡paff!,
sonó el cachetazo. Ahí me juré que nunca me iban
a volver a pegar y que siempre iba a decir la verdad. Aprendí
por contraste, no eduqué a mis hijos como lo hizo mi abuela,
pero ella para mí es un referente muy fuerte. Después
de esas experiencias viví todo muy naturalmente.
Ser candidata,
aun en un puesto casi imposible de transformarse en una banca, le completó
la agenda. Tanto que tiene un asistente que le dicta lo que sigue. Leeme
eso, mami, por favor, le
dice
al hombre mientras se maquilla para asistir a un programa de entrevistas,
rodeada de papeles que ha ido marcando como un plan de estudio para
desempeñar el mejor papel posible. Pintarse la cara
es tanto trabajo que cuando va a trabajar lo dice de esa misma manera.
No me molesta que hablen de voluntarismo, cuando se la critica
a Lilita, por eso hay que dejarlos que ladren, porque lo primero es
la voluntad. Pero detrás hay un proyecto político en sí
mismo que quiere modificar las formas de hacer política. Es fundamental,
acá no se trata de cuánto cuesta la política, porque
sin duda las dictaduras son más baratas, pero ya aprendimos dolorosamente
lo que significan. Solita fue una de las votantes de la Alianza,
pero no quiere usar la palabra traición, creo que deberían
haber dicho la verdad y no lo hicieron, y que hay un momento en que
hay que decir basta y no lo hicieron. Ahora hay que decir un basta grande
pero organizado, hay que llenar la botella. Es fácil creerle
cuando dice que siente como a los veinte, el entusiasmo la lleva a cambiar
pinceles y brochas sobre la cara como si estuviera dando los toques
finales a una obra que le llevó años concretar. Cree que
está en el lugar correcto y cree que tiene algo para aportar,
aunque no sea más que su popularidad. Y aun cuando tiene en su
casa una pared destinada a las mujeres que ama y admira
China Zorrilla, Eva Duarte, Frida Khalo, Marilyn Monroe, Victoria
Ocampo, entre otras, cree que puede ofrecer un contraste al discurso
de Carrió. Creo que no hay que exagerar, que hay que hablar
para todos, por la calle me preguntan ¿qué le pasa
a Lilita que se tira en contra de los maridos?. Las mujeres tenemos
mucho por hacer y es conmovedor todo lo que estamos haciendo. Pero,
sobre todo en campaña, en lo que pueda contribuir a la rama masculina
lo voy hacer. La rama masculina, es de suponer, agradecida.