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MUSICA

 

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Su pelo teñido de azul puede llegar a confundir, porque Irupé Tarragó Ros no tiene nada de punk ni de chica aguerrida: cordero bienintencionado, ella acaba de grabar su disco Jazmín, en el que explora su espiritualidad, y subraya su intensa religiosidad.

Por Sandra Chaher

Abraza para saludar. Irupé Tarragó Ros es garantista en un espiritual sentido del término: uno es inocente hasta que demuestre lo contrario y, aún así, probablemente merecerá comprensión. “Percibo el mundo como un castillo en ruinas. Tal vez esto ocurra dentro mío. Tal vez todo sea sólo una apariencia. O acaso nos suceda a todos lo mismo, y todavía no nos lo dijimos.” Eso escribió en el librito que acompaña a su segundo disco, Jazmín, un conjunto de canciones sensibles que Irupé por momentos duda en haber escrito o haber sido médium de voces sagradas. Es un disco religioso, el hilo invisible es amoroso, compasivo, interior. Un consejo de Irupé para el buen vivir: “Encender una vela, tener unas fresias que cuestan un peso, estar receptivo, y el ángel baja”. Ese recogimiento es el camino directo a Jazmín y al mundo de Irupé. “Vivo en un jazmín/ Y aprendí a vivir/ Otro invierno más/ Que se vuelve añil/ Yo no soy de aquí/ Yo no tengo edad/ Cuido de la flor/ En la gran ciudad.”
Es cierto que se pinta el pelo de azul, que se “disfraza” de punk para andar por la calle, que usa mucho la palabra power y le encanta impostar la voz como si fuera la mala. También que lleva un rosario en el cuello y una muñequera celta. Es la Irupé de combate, que da entrevistas porque es parte del negocio y ella quiere ganar plata para irse a vivir al bosque. También es la que permite asomarse a ese mundo interior de vírgenes, Jesuses, hadas y castillos que usa de pasaporte a un estado mental menos pedestre que el cotidiano. Pero no es freak, y no merece ser puesta banalmente de moda.
“No esperaba la repercusión que tuvo el disco. Lo que supongo es que debe ser muy verdadero y tener el peso de la verdad. Porque soy yo con el piano, no hay más verdad que eso. Todo habla de cosas que me pasaron, que pienso, que quiero decir, y no sé, supongo que la gente necesita ese testimonio, se refleja en mí de alguna manera, o hace falta que alguien diga lo que yo estoy diciendo.”

Religiosa, no mística
“La mística me viene de familia, el tema religioso no, eso me vino solo. Nací el 25 de diciembre y eso siempre me sensibilizó. Desde chiquita sentía: ‘Mmm, qué fechita’. Por algo me adelanté. Yo tenía que nacer en enero y nací ochomesina, ese día. Siempre me pareció sospechoso. Y siempre creí en Papá Noel y en Jesús.”
Imposta la voz y con el brazo hace el ademán contundente de la afirmación: “Y los Reyes son los Reyes y los padres son los padres. Y Papá Noel existe. Lo aviso y lo digo para todos los lectores, que salgan de esa confusión (se ríe)”.
–Mi cabeza tuvo momentos... tiene Nietzsche, Herman Hesse, tiene sus agujeros existenciales. Pero después, en un momento difícil de mi vida es como que me explotó esa cosa mística que traía, eso que siempre creía.
–¿Por qué las imágenes de Jesús, la Virgen...?
–Porque están conmigo todo el día. Al principio, cuando empecé, sí me llamaba mística en lugar de religiosa. Pero ahora estaría diciendo poco con mística, siendo que me muero por ser sacerdote.
Pero en Jazmín no se habla de Dios o Jesús, no explícitamente. Es un universo espiritual con fondo cuasi-bélico de castillos, príncipes, hadas y espadas. “Por un lado es una apelación a la dama y al caballero que cada uno tiene dentro. Que por favor me vuelvan a pagar el café los chicos, me corran la silla, me abran la puerta del auto. Esas cosas no pasan más y es horrible. Y por otro lado, sí, es un momento en que hay dos veredas, y en el momento en que elegiste un lado, quedaste enfrentado al otro. Yo lo llamo el bien y el mal. Hay quien lo llama el sistema y el antisistema. Y no me siento amenazada, estoy amenazada: por la televisión, por Internet, le tengo terror a todo.”

Santa María de los Buenos Ayres
Uno de los temas de los que más habla Irupé es el ahogo de la ciudad, pero vive en San Telmo desde que nació. Una vez más lo antiguo como elección, ese tiempo añorado, dorado para ella, aunque nunca visto. “Yo creo que en el ser humano hay una nostalgia permanente de un estado de gracia que recordamos o que vivimos en algunos instantes. Y que yo particularmente creo que existió y que va a volver. Creo que estamos en un momento espantoso, y también pienso que es tan espantoso el momento que no está tan lejos lo otro, porque viste que cuando se toca fondo, ¿no? Yo vivo con una gran nostalgia de todo, de una pureza, de una inocencia, de algo que encuentro alguna vez en un pueblito en el campo con una señora que me da un tecito de yuyito. Eso me huele a paraíso.
–Ni siquiera es nostalgia de la infancia.
–No, gracias, la infancia otra vez, no (risas). Suele pasar eso. Mi mamá, por ejemplo, fue re feliz cuando era chiquita. Estaba con sus papás, iba de viaje, para ella los chorizos salían de las plantas, santa. Tuvo esa suerte. Fue más feliz. Yo me daba cuenta de todo y bueno...
–También es generacional. No hay mucha gente que ronde los 30 y recuerde la infancia como un momento idílico.
–Sabés que sí, y ahí sí le atribuyo bastante a la ciudad. Yo recuerdo tener angustia de departamento a los 3 años. Antes la gente vivía diferente la infancia y la adolescencia, y yo creo que tiene mucho que ver la inocencia, algunos valores. Había una diferencia entre un hombre y un caballero, entre una piba y una dama. Había una capacidad de sorpresa, me parte el alma que los chiquitos de ahora no tengan. Son rápidos de la cabeza. Pero yo aprendí a leer a los 4 años, por ahí podría manejar una computadora también, pero me parece que está mucho más despierto un chiquito que monta un caballo en pelo por la montaña y te explica cómo se llama una constelación.
“Horizonte de octubre”, de su abuelo Arsenio Aguirre, y “La añera”, de Atahualpa Yupanqui, hablan del exilio, pero del externo, la nostalgia del pago. Irupé también lo sintió. “Viví en San Martín de los Andes, en Colonia, en Europa estuve un tiempo y casi me quedo, pero si el lugar de luz no está adentro, no lo encontrás afuera tampoco. Y a lo mejor cuando lo encontrás adentro también lo encontrás afuera. ¿Viste? Cuando uno está dispuesto a que llegue el amor, llega.”
–Una imagen optimista para este momento.
–Pero todos la tenemos, todos venimos de la misma matriz. Escuchá “Jazmín”, la canción, de nuevo. Me encantaría que me creas, pero entiendo que es el estado espiritual del país, del mundo. Y tampoco yo estoy todo el tiempo bien. Para mí algunos conceptos están invertidos. Uno es “ver para creer”, para mí es “creer para ver”. Esa es una de las claves que te abren al mundo interior. “Santa María de los Buenos Ayres/ Es el paisaje es el lugar/ En una esquina/ De madrugada/ Aterrizaba mi alma/ De nuevo acá/ Y en una brisa/ De angelinas/ Que cuidaban mis alas/ Y los dones del hada/ La misión fue marcada.”
“Amo la ciudad, por supuesto. Es como mi mamá. Hay una sola y menos mal, también. Me encanta que sea tan madre. Es muy generosa, acoge tanto a la gente del interior como a la gente de afuera. La siento muy desprotegida también. Ves la avenida Belgrano, que en diez cuadras hay quince personas durmiendo en la calle y la avenida Belgrano está desprotegida. Pero me encanta a las cuatro de la mañana cuando no hay nadie en la calle. San Telmo cuando hay niebla. Igual yo me voy a ir, pero me parece importante decir estas cosas porque no todo el mundo se da cuenta de la alienación hasta que no te agarra un ataque de estrés o de pánico, una cosa como la que yo he llegado y que por ahí no es necesario. Ese no pensar, en un minuto llegás a tu casa, prendés la computadora, hacés zapping, ponés música, no tenés tiempo pa’ llorar. Se te va haciendo una piedra acá. Y después te ponés a llorar y llorás un mes. Cómo no vas a llorar un mes si no lloraste en diez años.”

Giran los planetas
“Dicen que en el cielo está sonando música todo el tiempo. En todas las religiones se dice eso, que hay un sonido universal que emiten los planetas al girar, se dice que es la nota La, hay miles de teorías.”
Irupé tiene la suya propia sobre el heavy metal, “la música de Dios”. “En el cielo estaban Dios y los ángeles. Poder de Dios. Power metal. Hubo un ángel que se copó mal y lo tuvieron que echar, que se vino acá y así estamos. Entonces, escuchando a (Ozzy) Osbourne digo: ‘Esta música me encanta, yo a esta fuerza la tengo adentro, entonces, ¿por qué Black Sabbath es satánico? Acá hay un error’. Creo que es una confusión que el metal es maligno. El power metal es de arriba, la música de Dios debe ser aplanadora. El metal se lo afanó este ángel malo, pero no era para abajo, era para arriba.”