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TALK SHOW

Tres mujeres

Por Moira Soto

En el maremágnum televisivo de reality shows, reality-reality, chismes sobre (presuntas) vedettes recicladas y talk shows donde se aprieta (psicológicamente) a las/os participantes hasta que lloran o se insultan entre sí, las sorpresa de un programa inhabitual, bien escrito, actuado y realizado, puede darla Canal 7. Porque, sin desmerecer producciones con remarcables aciertos como “Culpables” (Canal 13) o “Tiempofinal” (Telefé), lo cierto es que parece inviable en la TV abierta comercial la idea de un programa con tres mujeres –tres personajes históricos de distintos períodos que hablan desde la actualidad– conversando, discutiendo, confesándose, reflexionando durante el curso de una hora. Aunque ese diálogo sea ameno, desacartonado, polémico, rico en información transmitida con naturalidad. Créase o no, ese programa existió, se emitió el martes pasado a las 22 –por el 7, por si no quedó claro– bajo el título “Entre el amor y el poder”, formando parte del ciclo “Encuentros”, que con dirección general de Oscar Barney Finn reúne semanalmente a diversos personajes de la historia y/o la cultura.
Justo es señalar que esta serie se inspira directamente en la producción de la BBC que con el mismo título se conoció localmente a mediados de los 80, por el cable. En aquel caso, se trataba de mesas redondas a las que asistían personalidades de todas las épocas, muy bien caracterizadas, que intercambiaban ideas deslizando datos biográficos, y de su contexto histórico y cultural (la célebre sufragista Susan B. Anthony tuvo que vérselas con Emiliano Zapata, Sócrates y Francis Bacon).
Las ediciones locales de “Encuentros” llevan la firma de distintas/os autoras/es, y el antes mencionado programa de la semana anterior fue escrito por Araceli Bellotta. Talentosa y productiva, Bellotta ha estado presentando últimamente un recital de canciones (tangos, en su mayoría) que le pertenecen en sociedad con Gastón Vivan y que ella interpreta, y acaba de reeditar, con más datos y nuevos documentos, Aurelia Vélez, la mujer que amó a Sarmiento (Sudamericana). Periodista, guionista (con trabajos en TV, video, CD Rom), Araceli publicó en 1999 otra biografía, Margarita Weild y el general Paz y los libros de comics para chicos Sarmiento para principiantes (1998) y Sarmiento, maestro del éxito (2000).
El guión de “Entre el amor y el poder” reúne a tres señoras tan relevantes de la historia argentina como Encarnación Ezcurra de Rosas, Eva Perón y Mariquita Sánchez de Thompson en un paisaje escenográfico que remite a los parques de Palermo. Encarnación y Evita se habían citado sin conocerse personalmente y (de lamentar, porque su personaje es muy atractivo y Susana Lanteri se hace un picnic con él) Mariquita llega dos bloques más tarde. Las dos primeras hablan sobre sus maridos, a los que supieron defender, pero el tema que subyace es el del poder. Ambas se confían intimidades de sus casamientos, algún chisme familiar, se reconocen impetuosas y dogmáticas. Cuando la mujer de Rosas habla de la revolución que armó, la de Perón comenta apenada: “Cuánta sangre”, y luego de dar su propia lista fúnebre, murmura: “Muerte, muerte, muerte. Treinta mil muertos”, en una fluida transición del guión que salta etapas, asociándolas.
Evita y Encarnación se refieren a los hijos, la primera dice que le faltó tiempo, la segunda que no quería embarazos en serie, por eso tuvo tres. Y comenta, celosa, que aunque actuó en política y organizó las finanzas de su marido, “de mí no se acuerda nadie, el nombre que se asocia al de Juan Manuel es el de Manuelita”. “Parece que la piba heredó bastante de usted”, le retruca Evita, que también tiene cuentas pendientes: “Yo me tuve que aguantar a la que eligió Perón. Ella ocupó el lugar que no me dejaron ocupar a mí”. Este es el momento en que, por fin, ingresa Mariquita, canchera, con humor, tomándole el tiempo a Encarnación y descubriendo que comparte con Evita el gusto por los perfumes franceses, si bien ambas discuten los conceptos de caridad, beneficencia, igualdad. Mariquita se defiende de ciertos prejuicios de Evita: “Está muy equivocada si piensa que nos reuníamos para divertirnos y cantar alrededor del piano. Eso lo habrá aprendido en algún texto de historia escolar”.
Precisamente lo que hace Araceli Bellotta es alejarse de esos libros del colegio que mandaban al bronce a los próceres y barrían a las mujeres de sus páginas, otorgándole humanidad, espesor y complejidad a tres mujeres que contribuyeron a cambiar el curso de la historia.