SOCIEDAD
De acuerdo
a un relevamiento de la PPBA (Psicólogos y Psiquiatras de Buenos Aires)
en base a un sondeo hecho en 80 consultorios, el motivo que lleva a
la mayoría de la gente a la consulta son los “trastornos afectivos”,
entre los que se encuentran el miedo y el pánico.
Por
Sonia Santoro
El miedo es
mal consejero, dice el refrán popular. Otro dice que no
es zonzo. Miedos, ataques de pánico, fobias, angustia, ansiedad,
depresión son los motivos por los que la gente más consulta
a los psicólogos. El dato surge de un relevamiento llevado a
cabo por la institución Psicólogos y Psiquiatras de Buenos
Aires (PPBA) entre casi 3.000 pacientes de la ciudad y el conurbano.
En el término de dos años, 993 personas sobre un total
de 2.841 consultaron por trastornos afectivos, categoría
que encuadra a los padecimientos citados. Luego, siguen los trastornos
afectivos relacionales (problemas en las relaciones personales),
con 448 consultas. Y, en tercer lugar, los trastornos de la alimentación
como la bulimia, la anorexia y la obesidad, con 395 casos.
¿Por qué predominan las consultas por angustias, miedos,
ansiedades o ataques de pánico? ¿Esto es nuevo? ¿En
qué medida depende de la influencia externa?
Uno puede observar que, desde principios del siglo XX, momento
de aparición del psicoanálisis, ocurre una creciente desaparición
de ciertos soportes con que contaba el sujeto de entonces. Los analistas
llamamos a este proceso: la cada vez mayor inexistencia o inconsistencia
del Otro dice Ursula Seibert, psicoanalista y coordinadora docente
de PPBA. Sólo para citar un ejemplo, la declinación
de la incidencia de la función paterna es algo que se modifica
dramáticamente en el siglo. Por otra parte, la mayoría
de la gente se debate entre el aislamiento y la segregación y
los abrumadores asuntos con que debe enfrentarse cotidianamente para
subsistir la desocupación o la violencia y no dispone
del espacio psíquico ni del tiempo necesario para tramitar todo
esto. Y de repente... algo excede. La gotita que rebalsa el vaso. Y
me parece que eso tiene bastante que ver con cierta forma de presentarse
actualmente las patologías.
¿Pero por qué la gente se enferma? Hugo Pisanelli, psicoanalista
y director de la institución, agrega que para enfermar
es necesario que confluyan tres factores: lo constitutivo o estructural
(incluido lo genético o hereditario), la particular historia
del sujeto y un factor desencadenante. Freud llama a esto las series
complementarias, que darían cuenta de la manera en que se produce
una patología singular. Esto amplía lo que decía
Ursula: en otros tiempos históricos, predominaban otras patologías.
Es el caso de las manías, sujetos que andaban por la calle saltando,
gritando... hoy no se registran tantas, pero sí abundan los cuadros
depresivos. Me refiero a que la cultura incide sobre las modalidades
patológicas vigentes en cada época.
Seibert: Lo que decimos es que el malestar es la regla y no una excepción,
lo que cambia es el modo en que el sujeto humano se las arregla con
eso. Pero el malestar no cesa, y lo que hoy llamamos pánico,
Freud lo conocía perfectamente y lo llamaba ataque de angustia.
En ese sentido, hace un par de años se habló hasta
el hartazgo de las fobias, después de angustia, después
de miedos y hoy la vedette parece ser el ataque de pánico. ¿Las
patologías se contagian?
Pisanelli: Primero habría que distinguir los términos
que circulan a veces alegremente entre la gente. Decir que
todo es relativo no quiere decir que uno sepa la teoría de la
relatividad. El miedo tiene un objeto claro, uno le tiene miedo a algo.
La fobia es miedo, pero además produce una reacción evitativa
del sujeto. El peligro es interno, pero el sujeto lo vive como externo.
Su recurso es tratar de eludir un peligro que cree externo, pero que
en realidad no lo es: lo lleva grabado en la misma lengua que habla.
Una cuestión traumática infantil puede ser el origen de
una fobia o producir este tipo de síntomas.
El pánico
es otra cosa. Pánico ha habido siempre y ante situaciones donde
el monto del miedo pierde la medida. Se produce un fenómeno que
afecta, más allá del psiquismo, a lo corporal, a lo orgánico,
con palpitaciones, sudoraciones. El ataque de pánico es vivido
por el sujeto como un orden que se desploma... Se siente como una verdadera
catástrofe psíquica, señala Evangelina Grapsas,
psicoanalista y coordinadora clínica de PPBA. Así, agrega
su colega Alicia Díaz Farina, codirectora del centro, el ataque
de pánico se transforma en un caos físico y mental.
¿Qué puede provocar un ataque de pánico?
Seibert: Indudablemente, lo que llamaríamos un exceso, un plus.
Tiene que ver con lo que preguntabas al principio. Antaño, el
sujeto respondía al exceso con lo que entendemos como síntoma,
algo formalmente preciso (el niño que se hacia pis, o el adulto
que se llevaba mal con todas las figuras de autoridad, o una mujer que
era frígida). Hoy se presenta un fenómeno difuso, incomprensible,
corporal.
¿Pero a qué se debe que las patologías parezcan
seguir una moda?
Pisanelli: Es cierto que en el consultorio las manifestaciones aparecen
con estas formas, pero no olvidemos que la cultura también tiene
sus mensajeros: los laboratorios. A través del DSMIV, que es
un nomenclador de enfermedades, se otorgan nombres a patologías,
nombres que comienzan a circular y se hacen de uso corriente. Lo que
tiene el efecto de dividir las cosas de una cierta manera, y promueve
el uso de medicamentos; por lo que a tal sufrimiento, le corresponde
tal medicamento. El tema es que hay intereses muy grandes en danza.
O sea, el panic attack es una nomenclatura del DSMIV inventada
hace unos años, cuando Freud ya lo describía hace 100,
ejemplifica Seibert.
Los especialistas coinciden en que la gran mayoría de los pacientes
llegan a sus consultorios (más de 80) tomando alguna medicación,
ya sea prescripta por un médico o por ellos mismos.
¿Por qué una persona se automedica?
Grapsas: En el que se automedica hay una evitación de algo, hay
una evitación respecto de cierta legalidad que da el médico
cuando prescribe.
¿Qué pasa con los medicamentos contra la depresión
o el pánico, que son inhibidores de la libido, cuando la libido
es un antidepresivo natural? Es como un círculo vicioso.
Pisanelli: La química tiene efectos, pero no siempre los que
uno espera. Un síntoma como una fobia o el pánico puede
producirse para aplastar un deseo sexual inconsciente, que se vive como
peligroso y del que el paciente no quiere ni enterarse. El síntoma
es una forma de tratar a ese deseo que trata de irrumpir. El aplastamiento
del deseo sexual lo produce el mismo efecto de la estructura que está
produciendo ese síntoma. Por otro lado, algunas medicaciones
sí, efectivamente, producen disminución del apetito sexual,
lo dicen los mismos prospectos.
¿Qué sucede en esos casos?
A veces, es un beneficio secundario que tiene el paciente porque
si el problema tiene un origen sexual y aparece el síntoma, justamente,
como una forma evitativa, es porque algo está por irrumpir y
el paciente no quiere que irrumpa; y encima viene un medicamento que
lo aplaca más todavía... ¡Bingo! No hace falta más
nada. Nosotros tratamos que el medicamento sea un auxiliar y que no
sirva para enmudecer o silenciar al sujeto.
Seibert: La globalización, y los diversos fenómenos de
segregación que produce, no dejan al sujeto indiferente. Entonces,
el problema (no sé si es un problema, quizás es una virtud)
es que el sujeto insiste, o sea, uno puede medicarlo, uno puede meterlo
delante de Internet a chatear 20 horas, pero algo retorna, quizás
por un lugar inesperado, a recordarnos que hay un ser hablante ahí.
Su queja, su padecimiento hace prestar atención de que no todo
está bien o que no hay manera de que la cosa se equilibre. Entonces,
me parece que en ese sentido, los antidepresivos, que son un gran invento,
tienen sus efectos secundarios, empobrecen al sujeto, no son ni el paradigma,
ni la solución al malestar.
Grapsas: El medicamento puede encubrir, aliviar, pero no resuelve la
cuestión traumática de base, que puede seguir in eternum,
provocando cada vez nuevos síntomas.
¿Cuál es la situación de la mujer con respecto
a estos trastornos afectivos?
Pisanelli: Las mujeres son las que más consultan. ¿Uno
podría postular que la mujer es más receptiva al malestar
en la cultura? ¿La que más lo denuncia? Es una posibilidad.
La otra posibilidad sería ¿es la que está más
loca?
Seibert: Además, es un hecho que las mujeres desde el inicio
del psicoanálisis son las que más consultan, por razones
de orden estructural. Por su constitución subjetiva, la mujer
es más proclive a interrogarse... a querer hacer algo con sus
agujeros. Eso es, desde luego, imaginario, ya que los hombres también
están agujereados pero esto se tramita de manera diferente en
cada sexo.