GASTRONOMIA
Las nuevas
apuestas
Wasser y
Olsen son dos nuevas propuestas gastronómicas. La primera subraya su
ánimo experimental en platos muy elaborados y su clima cincuentista.
La segunda se basa en recetas escandinavas en las que usualmente interviene
el vodka o el arenque. En ambos casos, se sigue la tendencia del brunchlunch.
Por Victoria
Lescano
Recuerdan el
furor de la comida asiática con sus woks, pócimas de sashimi
condimentadas con soya sauce y wasabi, y el otro, anterior, de la falsa
nouvelle cuisine, la rúcula y el aceto balsámico, y los
recientes flirteos de tapas, cordero patagónico y sopas vietnamitas?
Bien: el último grito de la moda gastronómica incluye
cartas con apuestas experimentales, cocidas en sifones y batidoras,
y otras que revisitan básicos de la cocina del norte de Europa
en decorados con abundancia de madera y citas a las formas del diseño
escandinavo.
Wasser, un pequeño restaurante-bar-galería de arte en
Schiaffino 2183, está regido por el mantra de sonidos, sensaciones
y deleite. En él abundan homenajes al diseño de los cincuenta
en los sillones de cuero y metal, la barra, y el clima de los vestíbulos
de edificios de la época. Detrás de la puesta en escena
y gastronómica está Vichy Córdoba, quien se inició
como camarera en Pizza Piola, fue barman y anfitriona en Filo y también
diseñadora del Gran Danzón.
Tomamos
la cocina de sensaciones que el español Ferrán Adriá
difunde en una hostería que antaño fue un criadero de
perros, que como los teatros sólo abre por las noches y toma
clásicos como una tradicional tortilla de papa para luego desarmarlos,
rehacerlos y lograr que en la boca recuerde a esa tortilla de papa.
Su versión es un sambayón de huevo, cebollas y papas españolas
hervidas y servidas en una copa de la que comés con cuchara como
si fuera un postre. El ritual incluye pistas, casi un manual de instrucciones
para dar con esa sensación y jugar con los sentidos que están
dormidos. En nuestra carta tenemos una ensalada caprese, cuatro mozzarelas
y tomatitos cherry con caramelo de pimienta, que al calentarse quedaban
como bombones de tomate. Ahora con esos mismos ingredientes hicimos
una espuma de queso y un menú concentrado de tomate, lo que cambió
es la forma de servirlo, se trata de una búsqueda tímida
porque implica mucha tecnología.
La carta de Wasser también incluye cebiche de pescado blanco,
carpaccio de lomo, ensaladas de salmón rosado y vegetales grillados
y sandwiches de lomo, pollo al peso, con abundancia de berenjenas, tomates
secos. Atentos a tiempos recesivos, idearon sus versiones de combo para
la hora del brunch sábados y domingos de 11 a 16
cotizados entre nueve y diez pesos copa de champagne, café,
medialunas, scons de hierbas con salmón ahumado, omelettes de
hierbas, tarteletas de frutas y cereales muy recomendables para
intermedios de paseos culturales de weekend. La programación
propia, en el salón blanco del subsuelo incluye ciclos de música
con anfitriones de lujo como Daniel Melero, instalaciones de cajaslumínicas
de Celina Saubidet, la reciente presentación de la campaña
de Trosman Churba, o una rara muestra fotográfica de una artista
que se sitúa como intrusa en celebraciones de restaurantes.
Sobre las tecnologías que intervienen en los procesos de una
mouse, un pisco sour a una sopa fría de espárragos o un
helado de arroz y leche de coco, plus crocante de alfajores rogel roto
y vuelto a hacer, Vichy agrega: Mixers, máquinas de helado
y conocimientos de procesos químicos. Están la silicona
que te permite estirar la glucosa y hacer crocantes que lucen como partículas
de vidrio, los mixers, los sifones con una manguera y un pico que antes
se usaban en repostería para crema. Otra de las diferencias es
que mientras los viejos cocineros se guardaban los secretos, el predicador
de El Bulli toma pasantes de todo el mundo para difundir sus creencias
y así fue que las incorporó Daniel Barreda, nuestro cocinero.
La segunda parte del recorrido consiste en cruzar una fachada de madera,
un jardín con abedules, coníferas y esculturas de Naum
Knopp e ingresar a un galpón de vidrio y madera para llegar a
Olsen Gorriti 5870. Las lámparas son lo más
parecido a troncos, los sillones tienen formas y texturas fifties sin
caer en el facilismo de la cuerina y la pata bambi, las sillas blancas
y verdes y sobre manteles de papel y platos atención, cuyas
estampas se corresponden con los círculos de las t-shirts de
las camareras los comensales sucumben ante croquetas de bacalao
con ensalada de remolacha y moras, arenques con una ensalada tibia de
papas y otros nombres que recuerdan a los banquetes de Asterix, pierna
de pavo al estragón, tentación de Janson con filet de
anchoa a la plancha.
Olsen también
adhiere a la modalidad del breakfast más lunch de fin de semana,
servido en el deck del jardín y compuesto de combos de café
o té o chocolate, tostadas desde cinco pesos, plus
jugo de naranja, yogurt con cereales y lomito ahumado allí
asciende a nueve y otros cercanos a los doce con omelettes, panqueques
de papa y ensaladas matizadas con pastrami, arenques y panceta. Imperdible
también el trago de la casa, llamado Mint. Hice una aproximación
a los sabores e ingredientes del norte de Europa, con abundancia de
recetas rusas y alemanas, por mis gustos personales y también
como respuesta a la saturación de los sabores mediterráneos
y asiáticos que hay en Buenos Aires, dice Germán
Martitegui. Vale aclarar que el currículum del cocinero dueño
de un estilo clásico y avant garde a la vez, con peinado rapado
al estilo de la electrónica francesa desde hace varios años
y zapatos de Commes de Garçons aún para cocinar
incluye una licenciatura en Relaciones Internacionales, antiguas jefaturas
de cocina de Patagonia y Cholila, una formación en las doctrinas
gastronómicas de Beatriz Chomnalez (actualmente es también
el jefe de cocina de Agraz, en el Caesar Park) y en su propuesta nórdica
se asoció con Robert Schlaefle y François Nouzille, creadores
del bar la Cigale y quienes aportaron los conceptos de diseño.
Otra de las notas de color de Olsen son las tablas de smorebrods -sandwiches
abiertos que combinan ciervo, salmón ahumado, hortalizas y caviar
dispuestos en una tabla de madera y acompañadas de tubos de ensayo
con distintas pócimas a base de vodka. Cuentan que antes de la
apertura el galpón tuvo una prueba piloto con sandwiches sobre
tablas de varios metros de largo y degustaciones de pipetas con vodkas
a base de pimienta roja, filtradas por leños de abedul, hechas
en Polonia, Suecia y Alemania y enfriadas en heladeras ad hoc.
Si bien esos guiños recuerdan que el cocinero de Olsen pregonó
a mediados de los noventa el concepto de laboratorio y variaciones sobre
un mismo elemento con el que sorprendió aún a Madonna
en tiempos de la filmación de Evita, aclara: ya superé
ese concepto de cocina de laboratorio, fue una etapa muy interesante,
pero quitaba el alma a la comida y se volvió un arma de doble
filo, porque al volverte tan experimental corrés el riesgode
alejarte de la gente. Ahora mi mayor aspiración es cocinar tan
rico como mi abuela y las otras abuelas que conozco, sin dudas estoy
más atento a los componente emotivos en la comida que al exceso
de técnica. Pretendo que la gente me diga que comió rico
y en mis recetas quizás la sorpresa puede venir por algunas combinaciones
originales o por las revalorización de algún plato que
estaba olvidado.
¿Cómo traslada la pureza de las formas y materiales
de la escuela de diseño escandinava a la presentación
y el contenido de los platos?
El diseño nórdico encaja perfectamente con lo que
estábamos buscando por el uso de la madera y la conciencia del
cuidado de la naturaleza. Pero en la comida lo preponderante es el sabor.
Ahora se impone una visión moderna y humana que se corresponde
con una nueva corriente llamada confort food, a la que adhiero con platos
que puedan hacerte sentir lo mismo que cuando desayunás un domingo
en la cama o comés los ravioles de tu abuela.
El uniforme de cocina verde casi maoísta que lucen las
cocineras están a la vista del público tras listones
de madera ¿refleja tu devoción por algún
nuevo y raro diseñador nórdico?
En verdad me recuerda al comunismo y como tenemos dos cocineras
rusas me pareció divertido, aunque debo admitir que cuando ellos
lo vieron al principio se negaban a usarlo.