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TALK SHOW

La más bella,
la más mala

A la espléndida Madrastra de Disney –aquella que en las mazmorras del castillo le espetaba a un antiguo prisionero convertido en esqueleto: “Bebe, estúpido”, pateándole el jarro que el finado había intentado alcanzar– le ha salido una fuerte competidora de carne y hueso: Miranda Richardson. Si la villana del célebre dibujo –que ya cumple 70 lozanos años– le robó algunos rasgos a Greta Garbo, la gran actriz inglesa sólo se parece a ella misma cuando sale de pelirroja divina, es decir, el tiempo que deja de tener la apariencia inicial de bruja casposa y zarrapastrosa a fin de poder casarse con el progenitor de la niña “blanca como la nieve, roja como la sangre, negra como el ébano” (según las propias palabras de los Grimm Brothers). Años más tarde, cuando ya Blanqui está en la cueva de los enanos (genuinos también: de carnecita y huesitos), la malvadísima Miranda adopta el aspecto de ¡la extinta madre de la inocente teenager! para zamparle la manzana emponzoñada. Estas son algunas de las sugestivas sorpresas que deparó el domingo pasado Blancanieves, un imperdible telefilm producido, escrito y dirigido por Caroline Thompson (guionistas de un par de films de Tim Burton, realizadora de El corcel negro, 1994, y Buddy, 1997), visto por la señal de cable Hallmark.
Esta nueva versión, creativa y a la vez básicamente fiel a la recopilada por los Grimm basándose en antiguas leyendas, le hace justicia al rol destacado, decisivo de la Madrastra al encabezar el reparto con la rutilante Richardson. A su lado, Kristian Kreuk como la princesita abandonada en el bosque, resulta una anodina criatura de la que jamás se podría decir que es “mil veces más bella que la reina”, como sostiene el espejito. Que aquí no es uno solo: a la muy narcisa no le basta con el espejo de mano multiuso (tiene diversos poderes mágicos, sirve como pantallita para ver en qué andan Blan y sus freaks protectores) y entonces cuenta con un cuarto oval espejado en su imagen que se reproduce como la de Rita Hayworth en La dama de Shangai. Por otra parte, mediante una astilla de cristal azogado, la pérfida consigue que el rey padre la mire con buenos ojos y no tal cual es; y cuando quiere detener a su marido que se le retoba, lo hace pasar a través de un espejo y lo deja atrapado del otro lado.
Al igual que en la versión literaria y en la obra maestra de Disney y colaboradores, aquí la Madrastra se regodea y divierte con sus maldades, entre las cuales figura la de coquetear desfachatadamente con el príncipe destinado a B. Asimismo, le pide al sirviente (que hace las veces del clásico cazador) que le traiga las vísceras de la chica que ha de matar, y cuando aquél le alcanza los despojos de un animal del bosque, va a la cocina, los echa en la marmita y luego se come el guiso relamiéndose. Quizás creyendo –como sostiene Bruno Bettelheim en Psicoanálisis de los cuentos de hadas– que así se apropia de la belleza de la presunta finada.
En la Blancanieves de Caroline Thompson, el padre está mejor perfilado y tiene más peso que en el inmortal cuento: en la primera etapa lucha por conseguir leche para la beba (¿hace falta recordar que la madre muere poco después de parirla?) y cuando se convierte en rey, sigue atendiendo a la cría sin derivarla a la servidumbre. Pero, claro, llega la bruja embellecida y el tipo queda anulado por un tiempo. Por otro lado, adquieren insólito relieve los enanos, encantadores frikitos (salvo uno) que representan los días de la semana y los colores del arco iris. Casiparientes de los Fenómenos de Tod Browning, están en este telefilm para demostrar que la apariencia física no revela el secreto de los corazones (ya antes de conocerlos, Blanquita se había preguntado: “¿Bonita? ¿Qué quiere decir esta palabra? ¿La parte de afuera tiene que ver con que sea buena, considerada, justa, generosa o sabia?”).
Y sí: B. hace algunas tareas domésticas en la casa de los enanos como retribución a su hospitalidad, pero no se convierte en su criada y demuestra bastante iniciativa y valor a la hora de sortear obstáculos en esta clásica historia de aprendizaje, pasaje y crecimiento. Al cierre, los menudos se quejan de que llegue el final. “Sigamos con La Bella Durmiente”, propone uno. Ojalá que así sea, y con la firma de Caroline Thompson.
Blancanieves se vuelve a emitir por Hallmark los próximos 10/11, a las 21 y a la 1; y 29/11, en el mismo horario.