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ARQUETIPAS

La escéptica

POR SANDRA RUSO

–Hola...
–Ah, hola... ¿qué hacés?
–Nada, ¿vos?
–Nada, me depilo.
–¿Las piernas?
–No, las cejas.
–Ah.
–Mj.
–¿Qué hiciste anoche?
–Nada, estuve acá. ¿Vos?
–Nada, salí con Eduardo.
–¿Qué Eduardo?
–El amigo de Claudio.
–¿Qué Claudio?
–El novio de Alicia, Josefina, ¿qué Claudio va a ser?
–¡Ah, con Eduardo! ¿Eduardo se llamaba? ¿No se llamaba Pablo?
–Que yo sepa, se llama Eduardo.
–¿Y?
–Nada.
–¿Qué hicieron?
–Comimos en la parrilla de acá al lado.
–¿Y?
–Nada, ¿no te digo que nada?
–Ay, Paula, de algo habrán hablado, contame de qué hablaron...
–Boludeces. Un pedante...
–¿Es pedante? No me digas.
–Ay, sí, que hice el posgrado no sé dónde, que estuve en Niza con no sé quién, que tengo un barquito para los fines de semana, que si querés nos vamos a Río de Janeiro a pasar unos días, que estoy por hacer un negocio bárbaro, que si me sale bien me compro un piso en Puerto Madero... Ay, insoportable.
–Paula, eso no es un pedante, ¡eso es un buen partido!
–Dejame de joder: no paró un solo instante de hacer la puesta en escena de su éxito.
–¿Y si es verdad que tiene éxito?
–Dejame de joder: ¿cómo va a tener éxito?
–Paula, alguien habrá que tenga éxito.
–¿Te parece que puede ser cierto que todo le vaya bien?
–Paula, a alguien le debe ir todo bien. Deben ser pocos, pero a lo mejor hay...
–Ah, ¿sí? ¿Y justo me a invitar a comer a mí?