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TALK SHOW POR MOIRA SOTO

Saliendo del armario
en el secundario

 

La siniestra señora Danvers de Rebeca (1940), la sádica Rose Kleb de De Rusia con amor (1963) e incluso la matadora del picahielo de Bajos instintos (1992) –villanas que concentraban todo el mal, adjudicado a su condición de lesbianas– ya están empezando a resultar anacrónicas frente a muchas de las nuevas representaciones de la homosexualidad femenina en el cine. Seguramente seguirán viéndose las típicas producciones sobre cárceles de mujeres o aquellas que describen efusiones entre chicas con el exclusivo fin de satisfacer cierto voyeurismo masculino (a menudo haciendo hincapié en la conducta desviada de las susodichas, que suelen ser redimidas por un “hombre de verdad”, que las convierte en “mujeres de verdad”, como sucedía hace décadas con la Pussy Galore de Goldfinger, reeducada por James Bond...).
Pero, al menos en los últimos años, este tipo de films portadores de estereotipos trazados con distintos grados de prejuicio ha encontrado su contrapartida en una producción cinematográfica cada vez más diversificada, que en muchos casos acerca a las lesbianas a la pantalla con naturalidad, preocupación por su problemática específica, humor o simplemente incorporándolas como a cualquier otro personaje, sin hacer distingos, sin señalarlas ni idealizarlas. Así, paralelamente al porno-soft Showgirls (1995) de Paul Verhoeven, aparecieron comedias refrescantes como Cama para tres (Gauzon Maudit, 1995) de Josiane Balasko o La otra cara del amor (1997) de Kevin Smith, comedias dramáticas de la industria hollywoodense al estilo de Sólo ellas...(1995), amén de varias producciones televisivas, ya en plan de sitcoms, ya de miniseries que denunciaron casos reales de discriminación.
De Suecia llega ahora Descubriendo el amor, título local elegido en vez del original –Maldito Amal– que remite al aburrido pueblito en que viven las protagonistas, dos adolescentes de 16 que se enamoran entre sí. De modo que esta realización del joven Lukas Moodysson se atreve, con simpatía y moderada franqueza, a encarar la existencia de tendencias y relaciones lesbianas en el colegio secundario, entre mujeres muy jóvenes. En verdad, el cine se ocupó tempranamente (aunque excepcionalmente) de amores de adolescentes (por profesoras, casi siempre) en películas no casualmente dirigidas por mujeres como Muchachas de uniforme (Leontine Sagan, 1931) y Olivia (Jacqueline Audry, 1950). Pero eran otras épocas y, pese al enfoque lírico y comprensivo, las cosas culminaban trágicamente. Todo lo contrario de lo que sucede en Descubriendo el amor, interpretada por las desenvueltas Rebecca Liljeberg y Alexandra Dahlström (foto), en donde el comienzo del romance suena auspicioso por la alegre determinación de las chicas, pese a las burlas y críticas de compañeras y compañeros de mentalidad provinciana. Sin meterse en profundidades, el film sobrevuela con indulgencia el universo adolescente, remarca su necesidad de pertenecer, de ser aceptado y querido, los inevitables desencuentros con los adultos por más bien intencionados que sean. Lo inesperado del film de Moodysson es que, sin dejar de advertir la incidencia del romance lesbiano en diversas zonas de la vida cotidiana (en la familia de cada una, en el colegio, en la sociedad que las rodea), no plantea esta relación como un estadio pasajero hacia la heterosexualidad y tampoco se aprovecha de las características de la historia para regodearse en escenas eróticas al uso de los voyeurs antes citados.