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ARQUETIPAS POR SANDRA RUSO

LA RENCOROSA

–Silvia. Menos mal que te encuentro. No sabés.
–¿Qué te pasa?
–¿Podés creer que el turro de Alberto le compró un auto a la pibita?
–¿A qué pibita?
–A ésa que sale con él. ¡Le compró un auto! ¡Hace dos meses que salen y ya le compró un auto! ¿A vos te parece?
–¿Y vos cómo sabés?
–¡Porque la vio Cristina! ¡La pibita manejando el auto! ¿A vos te parece?
–¿Pero cómo sabés que él se lo regaló?
–¡Pero si ésa no se puede comprar ni las bombachas!
–¿Por qué? ¿De qué trabaja?
–¡Qué sé yo! ¡Lo único que falta es que me ponga a investigar su vida!
–¿Y entonces cómo sabés que no se puede comprar un auto?
–Ay, querida, ¿no viste la facha que tiene?
–No, si nunca la vi. ¿Qué facha tiene?
–Facha de andrajosa, de piojo resucitado, de miga en el mantel.
–¿Y vos cuándo la viste?
–Esa vez que Armando y yo nos cruzamos con Alberto y ella en el maratón de Adidas. Un espárrago. Pero los tipos son así: por veinte años menos agarran cualquier cosa.
–Bueno, che, por ahí es buena chica.
–¿Buena chica y aceptando regalos de un tipo que recién conoce?
–¿Pero qué sabés si recién se conocen? ¿Y qué sabés si el auto se lo regaló Alberto?
–...
–Ey, ¿qué pasa?
–Silvia, ¿vos sabés algo que yo no sé?
–¿Yo? No, ¿por?
–¿Qué es eso de “qué sabés si recién se conocen”?
–Bueno, es una manera de decir.
–Una manera de decir que pueden haber sido amantes antes de que Alberto y yo nos separásemos. Sos jodida, ¿eh?
–Rita, vos y Armando eran amantes desde hace dos años y medio.
–¿Y eso qué tiene que ver?
–Que Alberto no quería separarse. La que quiso separarse fuiste vos.
–¿Y eso qué tiene que ver?
–¡Qué sé yo qué tiene que ver! ¡Dejate de romper los kinotos con Alberto! ¿No era que querías estar con Armando?
–¿Y eso qué tiene que ver?
–Rita, si Alberto le compró el auto, ¿a vos qué te importa?
–¿Cómo qué me importa? ¡A mí nunca me compró un auto! ¡Diez años juntos y el señor jamás me regaló un auto! Lo dejo y a los diez días me lo encuentro con una chica que podría ser su sobrina, ¿cómo qué me importa?
–¿Y con Armando cómo van las cosas?
–Bien, pero te juro que esto a Alberto no se lo perdono.