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PERSONAJES

El borde
oscuro del
consenso

Jean Franco nació en Inglaterra, pero hace treinta años vive en Estados Unidos. Es profesora emérita de la Universidad de Columbia y especialista, entre otras cosas, en Literatura Latinoamericana. Pero desde hace unos años Franco es una observadora crítica de la cultura norteamericana. Uno de sus temas, actualizado desde el 11 de setiembre, es la fabricación de consenso a través de los medios.

Por Sandra Chaher

Así como critica a los medios de comunicación, analiza la literatura latinoamericana y demitifica a la polémica Camille Paglia. Jean Franco pertenece al grupo de intelectuales que en los años 60 advirtió que el estudio de la literatura debía incluir el de los medios de comunicación, la sociedad, la política y la cultura, lo que dio origen a los estudios culturales. De esa visión interdisciplinaria está formada esta inglesa que hace 30 años emigró a Estados Unidos y ya no volvió, capturada primero por los movimientos de las minorías en California y por el magnetismo de Manhattan después.
Por su especialización en Literatura Latinoamericana vino varias veces a Buenos Aires. La última, en agosto, cuando como profesora emérita de la Universidad de Columbia fue invitada por la Universidad de San Andrés para disertar sobre el consenso y la ignorancia en los medios de comunicación. Todavía no habían sido derribadas las Torres Gemelas ni declaradas guerras justas e infinitas. En ese momento, Jean Franco dio una extensa entrevista a Las/12 que se completó hace pocos días con su reflexión sobre la situación de Estados Unidos y el nuevo panorama geopolítico mundial.
“El patriotismo que se desató en Estados Unidos está sirviendo para reducir a la oposición. Nadie quiere parecer antipatriótico en este momento. Por eso los resultados de las encuestas son contradictorios. En California parece que el 90 por ciento dice que el gobierno está actuando positivamente, mientras que una mayoría también dice que la situación económica es muy preocupante.
–¿Cuánto disminuyeron las garantías constitucionales?
–Bastante. Las medidas drásticas que tomó Bush están atacando esas garantías. Hay personas presas sin que se hayan presentado pruebas de culpabilidad; se ha propuesto que los terroristas sean juzgados ante tribunales militares y no civiles, tribunales que trabajan en secreto; y se ha advertido a los canales de televisión que no muestren entrevistas de Osama bin Laden.
En agosto, Jean decía que “en Estados Unidos los medios de comunicación ya no tienen la credibilidad de la gente. Yo creo que la vida cotidiana influye mucho más que los medios. Un inmigrante que lee o escucha un relato sobre que la vida es mejor allí que en su país se enfrenta diariamente con la discriminación y la explotación. Hay una contradicción muy grande entre la vida cotidiana y lo que dicen los medios. Yo creo que ésa es la gran cosa ahora. Porque los periódicos, si hablan de la recesión, es en términos optimistas, que se va a salir en dos meses, pero la experiencia de la gente es otra: es una recesión que ha durado meses, despidiendo gente; el costo de vida se va alzando poco a poco...”. Esta contradicción es mucho más evidente ahora, cuando las únicas noticias alternativas pueden encontrarse en Internet o en la cadena Al Jazeera, la otra campana del conflicto bélico. “Las fotografías y la mayoría de losreportajes que podemos ver y leer en este momento corresponden al punto de vista del Departamento de Defensa. Al principio, canales como CNN citaban a Al Jazeera, pero últimamente (después de la crítica de Condoleeza Rice) casi no lo hacen. En resumen, no hay censura formal sino la autocensura generada por presiones indirectas.”
–¿Qué sabe entonces el pueblo norteamericano de la guerra?
–Es difícil. Los motivos de la guerra todavía no fueron aclarados. Por Internet se dice que se trata de controlar un lugar en donde se piensa construir un oleoducto. El petróleo es un elemento importante en todo esto aunque no se menciona en los periódicos. Y tampoco hay disenso político porque todavía no se ve claramente lo que está pasando. El resultado del bombardeo se ve como un éxito de la estrategia norteamericana y puede considerárselo como un antecedente de otras guerras (por ejemplo con Irak). Pero además, la oposición en potencia se encuentra ante un dilema: el ataque del 11 de setiembre era contra civiles, no se lo puede aceptar; al mismo tiempo, no se puede aprobar el proyecto de control de Afganistán. Desgraciadamente no es un tiempo favorable para los que hilan demasiado fino.

Intelectual crítica
Al ampliarse su conceptualización de los conflictos desde la mirada de los estudios culturales, Jean Franco pasó de ser una especialista en literatura a analizar la política, los medios de comunicación y los movimientos de mujeres. Acerca del consenso en los medios de comunicación, en su visita a Buenos Aires dio una conferencia que, teniendo en cuenta lo que pasó después, podría considerarse anticipatoria de un fenómeno que se acentuó: “Yo trabajo sobre la idea del consenso que desarrollan Hermann y Chomsky en su libro La fabricación del consenso, en el que demuestran que a pesar del mito de imparcialidad de los medios, siempre hay exclusión de ciertas noticias, o formas de representar una noticia más favorablemente que otra –dijo en ese momento–. Me preguntaba qué pasaba con este consenso, que se daba en Estados Unidos, con la globalización, si no estaba pasando a un escenario más grande, y también cómo se construye ese consenso en la época de los medios de comunicación de masas, porque Chomsky y Hermann casi no hablan de la televisión, se refieren a la prensa impresa. Y a mí me parece que los dos grandes tópicos del consenso son la inevitabilidad del modelo norteamericano, que se aplica a todo el mundo, y el hecho de que no hay alternativas, cómo la prensa las representa de tal manera que se deshacen, es como si no existieran”.
En el feminismo empezó a participar en los años 70. “Primero en grupos de lectura, teóricos. Ahora pertenezco al comité editorial de Nacla, una revista crítica de la política norteamericana sobre América latina. Hacemos números temáticos y yo escribo sobre feminismo, movimiento de mujeres y todo eso. Evidentemente es una revista que no tiene un público muy grande, pero es muy interesante participar en ella. El movimiento feminista en Estados Unidos está pasando por momentos difíciles. Primero, porque muchos de los logros anteriores fueron cooptados o, por el contrario, están retrocediendo. El aborto se pensaba que era una lucha ganada y no es así, porque ahora la cuestión está en manos de los Estados y hay muchos que no quieren hacerlo, y hay otros en los que los hospitales privados son católicos y dicen que tienen derecho a no hacerlo. No sólo hay una oposición muy articulada de los grupos Provida, sino una cuestión menos visible del derecho de no ofrecer el aborto. Y a su vez el feminismo está dividido en muchos grupos. La idea a comienzos de los 70 era que todas las mujeres tenían el mismo programa, la idea de la solidaridad, etc., y todo eso se rompió, por razones muy claras y justificadas: las de color dijeron ‘nosotras no tenemos las mismas metas que las mujeres blancas’, las lesbianas plantearon lo mismo, y todo se fragmentómuchísimo. Y también había mala leche entre los distintos grupos (risas). Además, están las que ven los problemas más bien culturalmente y las que los ven políticamente. Y no hay una voz unificada, es un poco difícil hablar en forma general de feministas. Hay un cierto radicalismo de derecha en Estados Unidos cuyo objetivo es atacar zonas que consideran de demasiada apertura o amenaza al consenso. Entonces, por ejemplo, el feminismo es ridiculizado. Y la Paglia, por ejemplo, que es mujer, dice que las feministas son idiotas.”
Quizá por pertenecer a ese grupo ya casi paleontológico de los intelectuales críticos, el último proyecto de Franco es un tema polémico para la literatura actual: el rol del escritor y los nuevos géneros, descalificados por los más ortodoxos. Está por publicar La caída de la ciudad letrada, una serie de ensayos sobre literatura y política en América latina, en el que analiza las diferencias entre los escritores del boom y la situación actual. “La literatura ya no es ‘la protagonista’ como en los 60. Los escritores en ese momento hablaban de política, hacían mucha crítica literaria: Vargas Llosa, Cortázar, Octavio Paz. Eran muy importantes como críticos y como escritores. Yo trato de ver en qué momento cambia la cosa y aparecen temas que dejan al margen a la escritura y a la literatura como protagonista en el consumo. Surgen el testimonio, la crónica urbana, que interesan más a la gente, y los mismos escritores se corren hacia los márgenes. Hay una especie de descentramiento de la literatura.”
Franco sigue viviendo en Manhattan, en el Upper West Side. “¿Si tengo miedo? No. Viví en Inglaterra durante la Segunda Guerra; estuve en Guatemala durante la caída de (Jacobo) Arbenz; tres veces, mientras viajaba en avión, tuvimos que aterrizar por la amenaza de bombas. Creo que uno se endurece. Tampoco veo mucho miedo en la ciudad, aunque quizá los más afectados son los niños. Muchos de mis colegas dicen que no pueden concentrarse en sus investigaciones. Sin embargo superficialmente la ciudad parece normal, aunque sin turistas. Por supuesto esta normalidad no se ve en el ground zero donde todavía sale humo de los restos de las torres. Pero lo que se siente, más que miedo, es un dolor permanente por las víctimas.”