Caprichos
Invierta
en cultura: mate un árbol
Por
Daniel Link
Que la cultura es hoy un gigantesco dispositivo para convencer a la
gente de que compre basura, queda demostrado por las progresivas dificultades
que la humanidad encuentra para depositar los residuos de una civilización
que colapsará, precisamente, por la multiplicación de
desechos: el packaging en todas sus manifestaciones, la vajilla ultraperecedera
de los fast-foods, la comida misma que se vende en esas cadenas, los
millones de objetos de merchandising que literalmente- no sirven
para nada; en definitiva, todo aquello por lo cual la gente, alegre
y misteriosamente, paga. Si hiciera falta prueba adicional de esta verdad
de perogrullo, a esta altura de la acumulación de plástico
y telgopor, aquí está el Libro Guinness de los records
2001, un libro no ya completamente inútil sino una pieza de basura
de primera magnitud. Si hay que creer algo de lo que el libro incluye
entre sus páginas confianza que, insistiremos más
abajo sobre este punto, no es fácil sostener, hay mucha
gente dispuesta, se ve, a pagar por la basura de los otros: La
primera tirada de la edición en inglés de Guinness World
Records 2000, impreso en Barcelona en 1999, fue de 2.402.000 ejemplares,
cifra record de un libro encuadernado en cartoné a todo color.
No es que un libro que sólo registre los últimos logros
en cualquier área carezca en sí mismo de utilidad. Los
almanaques deportivos que registran los resultados de las competencias,
los anuarios económicos, las estadísticas médicas
e incluso los censos encargados por los diferentes Estados tienen un
fundamento utilitario y sirven como herramientas para diferentes profesiones.
Pero la información que recopila el Libro Guinness
de los records es tan arbitraria, de tan dudosa comprobación
y tan disparatada en su presentación que nadie podría
extraer de sus páginas ninguna sabiduría o ninguna estrategia
de vida.
El libro mueve a la carcajada, es cierto, y sólo por eso sería
saludable si no fuera que el público paga por participar de los
aspectos más ridículos del mundo contemporáneo.
Página tras página desfilan sin ton ni son el hombre que
más broches de ropa se prendió en el rostro y cuello
(116), el hombre que más hamburguesas a la vez incluidos
los panes y condimentos se introdujo en la boca (3), el modisto
con mayores ingresos anuales (Armani), la máquina de escribir
más cara, el teléfono-TV más pequeño, los
mellizos siameses de más edad, la infección cutánea
más común y el ave de rapiña menos común,
agrupados en pseudocategorías que lejos de ordenar la información
más bien la oscurecen.
Bésame mucho
En la página 23, bajo el rubro Resistencia 1,
leemos que el beso más largo se registró el 5 de abril
de 1999 y tuvo una duración de 30 horas y 45 minutos. El registro
es falaz: no hace falta recurrir a la más alta tradición
poética para demostrar que el mero contacto de dos bocas (no
se aclara si con intercambio de fluidos o sin él) durante más
de 30 horas difícilmente pueda considerarse un beso. En la página
132, bajo el rubro Armas letales, se aclara cuál
es la bomba más precisa. No hace falta este libro para saber
que la bomba más precisa y letal es la que cae sobre nuestra
cabeza.
Tampoco resulta clara la inclusión, en un anuario, de datos de
cualquier época. Es sabido desde siempre que los Estados Unidos
es el mayor consumidor de combustibles fósiles y de energía
comercial (habría que aclarar, también, que es el
país que más subsidia los combustibles, subsidios que
pagamos los ciudadanos del resto del mundo con nuestros impuestos).
Otros datos anacrónicos del libro: la mayor cantidad de pasajeros
en un Boeing 747 se registró en 1991, el acto terrorista que
cobró más víctimas sucedió el 23 de junio
de 1985, la tasa de desempleo más alta se registró en
Bosnia Herzegovina en 1996. ¿Será que el Libro Guinness
de los records 2001 es el libro más desactualizado?
El
libro (una farsa)
En todo caso, el Libro Guinness de los records 2001 es el libro
peor editado, responsabilidad en relación con la cual los mismos
editores se declaran inimputables, tal como se lee en la página
de créditos: Guinness World Records Ltd. posee un exhaustivo
sistema de comprobación para verificar los records. Sin embargo,
a pesar de todos los intentos de precisión, Guinness World Records
Ltd. no acepta responsabilidad alguna por posibles errores en el libro.
Además de completamente inútil por las irritantes banalidades
que contiene, el libro se contradice toda vez que puede, de modo que
los poquísimos datos interesantes que podría suministrar
quedan atrapados en la marea toxicológica que parece dominar
todas y cada una de las páginas. Si en la Advertencia
preliminar se advierte que intentar batir records puede ser peligroso
y que en ningún caso Guinness World Records Ltd. se responsabilizará
de la muerte o las heridas sufridas durante los intentos, en la
Introducción de la página 5 se estimula a los lectores
que crean poseer las cualidades necesarias para batir un record
a consultar la página 252. Dificilísima tarea
que constituiría en sí misma un verdadero record, ya que
el libro tiene solamente 248 páginas.