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AUTOAYUDA
Primeros
auxilios
En
Las consolaciones de la filosofía, su último libro editado en castellano
por Taurus, Alain de Botton propone usar la filosofía de Sócrates, Epicuro,
Séneca, Montaigne, Schopenhauer y Nietzsche para resolver los más acuciantes
problemas de la vida cotidiana.
Por
Rodrigo Fresán
Desde Barcelona
Atrás han quedado los días en que se afirmaba que Tú
estás bien, yo estoy bien o se teorizaba que Los hombres son de
Marte y las mujeres de Venus, días de autoayuda primitiva leída
a escondidas y escrita por advenedizos del slogan eficaz luchando por
sus quince minutos de fama como médicos brujos de la aldea global.
Ahora la cosa se ha vuelto más interesante, sofisticada, de alto
vuelo. Ya no se trata de hacer sonar complejos y con muchas páginas
los lugares más comunes sino de simplificar el ideario de los grandes
pensadores y hacerlo entrar en el espacio más breve posible. El
mundo de las grandes ideas a la altura del hombre pequeño. La filosofía
como decálogo existencial para el bolso de la dama y el bolsillo
del caballero. Algo hay que decir en favor de Alain de Botton: lo vio
antes que nadie, lo vio más claro y con ojos de tipo inteligente
y buena prosa.
Nacido en 1969 en Suiza, pero educado en Cambridge y afincado en Londres
desde hace tiempo, Botton conoció el éxito precoz con tres
originales novelas/manuales, repletas de diagramas, donde analizaba desde
todos los ángulos posibles los placeres y tormentos de la buena
y mala educación sentimental. En esa suerte de trilogía
que es Del amor (1993), El placer de sufrir (1994) y Beso a ciegas (1995)
con mecanismos que combinaban las estrategias formales de Barnes,
Barthelme, Perec, Baker, Calvino, Vonnegut y Rohmer, Botton seguía
las idas y vueltas de tres parejas para no sólo narrar sino también,
de paso, enseñar algo útil: cuánto se parece ese
amor de y por los otros al amor propio y al propio amor. En 1997, Botton
combinó boutade y tour-de-force y produjo Cómo cambiar tu
vida con Proust: iluminadora sistematización del saber neurótico
del escritor francés. El recién aparecido Las consolaciones
de la filosofía (Taurus) era el inevitable paso siguiente: un tour
por las vidas y pensamientos de según Botton seis
pesimistas ideales para hacernos sentir mejor.
Así, Botton se vale de Sócrates para explicar la falta de
popularidad, de Epicuro para mitigar la falta de dinero, de Séneca
para hacer más soportables las frustraciones, de Montaigne para
paliar ese sentimiento de estar-siempre-fuera-de-lugar, de Schopenhauer
para unir los pedazos de un corazón roto y de Nietzsche como guía
para superar las dificultades más diversas. Director del Programa
de Graduados de Filosofía en la Universidad de Londres e investigador
adjunto de la Escuela de Estudios Avanzados de la misma universidad, Botton
defiende sus intenciones como un retorno a las fuentes: arrebatar
la filosofía a los teóricos de la academia y devolverla
al terreno de lo cotidiano para utilizarla como una herramienta idónea
para buscar y encontrar la sabiduría.
Por favor, no confundir a Botton con productos exitosísimos y bastardos
del tipo Más Platón y menos Prozac. Botton es, sí,
astuto (su libro y su persona serán el tema de una próxima
miniserie del prestigioso Channel 4 inglés y, a la hora de presentar
este volumen en el auditorio de un shopping-center de Barcelona, lo hace
con la pericia de un Seinfeld todavía más existencialista),
pero no parece perder de vista que la invocación de espectros venerables
debe ser hecha con seriedad y respeto. Las consolaciones de la filosofía
libro al que sólo cabe reprocharle el subtítulo de
la edición española: Para tomarse la vida con filosofía
funciona igual de bien como introducción a la materia para neófitos
y como coda ingeniosa para curtidos exploradores del autoanálisis
y la autoflagelación. Sin alcanzar los logros de su tractat proustiano
(es inevitable: la idea es menos novedosa y puntual; aquí
se abarca más y se aprieta menos; el libro se detiene en el momento
exacto en que Freud publica La interpretación de los sueños
y, según Botton, el pensamiento filosófico se bifurca; así
como no se incluye ningún tipo de corriente orientalista por considerarla
Botton ya muy transitada y manoseada por Occidente), el autor
parece haber escrito un capítulo más en una obra que, si
bien no planea volver próximamente a los territorios de susprimeras
ficciones-didácticas, va camino de convertirse en una de las más
interesantes dentro del panorama inglés: la figura de un autor-pensador
de aspecto simpático y, por fin, accesible en el mejor sentido
de la palabra. Un Woody Allen combinado con Milan Kundera. Un Cioran que
piensa más en sobrevivir que en suicidarse. Lo que no deja de ser
bastante más que suficiente, ¿no?
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