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EL
DOBLE
Mil artistas en escena
Afectada
por el síndrome de personalidades múltiples, la autora de Novela negra
con argentinos habría sido hasta francotiradora.
POR LUISA VALENZUELA
Mi doble es en realidad la simple proyección de lo que quisiera
o quise ser y también (¿por qué no?) de lo que soy.
Más allá de los sueños de niña de convertirme
en reina o campeona de algún deporte de riesgo o heroína
autosalvada de las aguas o algo por el estilo, los demás sueños
más precisos y afines bien o mal se han hecho realidad a lo largo
de la vida y coexisten de manera no siempre pacífica con la propia
escritura. Eso de bueno tiene la ficción: nos permite meternos
en todos los pellejos.
La protagonista
de mi más reciente novela es antropóloga. Se ve que ésa
sería una síntesis de otras pasiones menos digamos
prácticas. Como ser exploradora o detective, o piloto de prueba
o científica. Todas posibilidades que me fueron pasando por la
cabeza, siendo la de científica la más coherente y persistente.
Ciencias físico-matemáticas quería estudiar yo al
completar el secundario y me temo que habría sido bastante buena
en semejante disciplina porque comprensión de las complejidades
abstractas no me faltaba. Entonces. Ahora nada que ver, aunque me llena
de una euforia especial leer textos especializados de los que entiendo,
con suerte, una décima parte.
Nunca quise ser psicoanalista aunque leer sobre el tema también
me estimula y me desata la imaginación ya bastante desatada de
suyo, pero una cosa son las lecturas y otra, las construcciones fantasmáticas,
como bien aprendí con las susodichas lecturas.
Pintora sí, oh sí que debí haber sido, de haber tenido
un ápice de talento. Me encantaría vivir rodeada de formas
y colores y de olor a trementina que no es nada tremendo como su
nombre parecería indicar. Por eso mismo acepté ser
escritora, porque son las palabras las que se me dan porque sí,
espontáneamente, y me abren un mundo de formas y colores y rituales
y máscaras y es en ellas donde puedo hasta ser la chamana
de la tribu, mi doble.
Convive en mí una mujer independiente a ultranza, indisciplinada,
francotiradora, omnívora, desmigajada. Por eso mi doble y yo: un
solo corazón, como hermanitas siamesas. Y también mi triple
y mi cuádruple y mi enésima potencia. ¿Por qué
habría de limitarme a dos, y sólo dos, como quien baila
el tango?
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