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EL EXTRANJERO
NUMBER9DREAM
David
Mitchell
Sceptre
Londres, 2001
418 págs. £ 10
Rodrigo
Fresán
Number9dream así,
todo junto es el libro que hay que leer si se quiere estar al tanto
de por dónde pasa la nueva literatura inglesa. Pasa por este escritor
inglés de treinta y dos años residente en Japón desde
1994 por amor y dinero y debutante en 1999 con
la celebrada novela atomizada y global Ghostwritten. Aquélla escrita
en diez partes con un narrador múltiple que puede ser tanto un
abogado en Hong Kong, un DJ en Manhattan, un miembro del culto de la Verdad
Suprema en Tokyo, un ladrón de arte en Rusia o un espíritu
vagabundo en Mongolia lo puso en todos los mapas, despertó
la admiración de escritores neohistóricos como AS Posesión
Byatt y Lawrence El diccionario de Lemprère Norfolk,
pero no le impidió reincidir con rápido Opus 2 que no desilusiona
y que continúa el credo ya anunciado en Ghostwritten: El
mundo de los hombres está hecho de historias, no de personas. Las
personas que las historias usan para contarse no tienen la culpa de nada.
Number9Dream también de trama desconcertante aunque de estructura
más ortodoxa se ocupa de las idas y vueltas de un único
protagonista, Eiji Miyake, quien, en busca de un padre al que nunca conoció,
acaba encontrando a muchos otros John Lennon (a quien la novela
le debe su título) y Don DeLillo entre ellos. Y le pasan muchas
cosas. Lo que varía aquí son los diversos materiales con
los que se va tropezando Eiji: las cartas de su madre, las epifanías
en los salones de videogames, las memorias de un torpedo humano,
el terremoto del final que destruye Tokyo.
Mitchell se hace obvio ya a la primera página es dedicado
discípulo del japonés Haruki Murakami (también autor
de una novela con título de canción de Lennon Norwegian
Wood) pero lo supera tanto a la hora de no caer en tics for export
un tanto zen-timentaloides así como en prosa elegante y potencia
posmoderna en el buen sentido de la palabra.
Por supuesto, como corresponde, hay guiños para los lectores de
Ghostwritten y, ya que estamos, de Philip K. Dick. Al final de esta novela
que la contratapa define con justeza y gracia como perteneciente
a la tradición Lejano Oriente, multitextual, pastoral-urbana, road-movie
de la mente, cyber-metafísica, crónica familiar y relato
de iniciación se tiene la sensación de haber pasado
un buen tiempo adentro de uno de esos sueños desordenados y, al
mismo tiempo, perturbadoramente coherentes. Sólo queda cruzar los
dedos para que Wim Wenders no la lea y decida filmarla.
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